Archivos Mensuales: septiembre 2019

Dead like me

Tefa me dijo una vez que no podía quedarme en una relación por pena. Pero Tefa, que sufría de dolor crónico, también me dijo que planeaba viajar a Suiza o Suecia o algún otro país del Norte primermundista para que la mate un médico. Con esto solo quiero decir que la mesura no siempre acompañaba a Tefa, mas no dejaba de tener razón. Si el amor se evaporó y solo sientes lástima por la persona con quien estás, por qué no te irías. Si sufres todo el tiempo y existe un maravilloso lugar donde puedes comprar tu muerte, por qué no lo harías. 

La noche antes de partir a Nueva York por enésima vez no pude evitar pensar en ella y en su país nórdico asesino que no recuerdo. En parte porque cuando me dijo ambas cosas aún vivíamos –o sobrevivíamos– en Nueva York. En parte también porque días antes la vi en televisión. Tefa, viva aún. No sólo viva, sino bien viva. O viva bien. Y en parte finalmente porque sentía que, una vez más, mantenía una relación por pena: la que tengo conmigo mismo. Me preguntaba qué pensaría Tefa de ello. Eso sí, no siento lástima por mí sino por quien pudiera encontrarme if and when decidiera abandonar la relación

A diferencia de Alan García, no tengo enemigos a los cuales dejarles mi cadáver en señal de desprecio. Fue todo lo repugnante y corrupto que quieran, pero su nota de suicidio es épica. Virginia Woolf WISHES. Además, es la mejor génesis de villano para Federico Danton, que confío hará de Lima Ciudad Gótica algún día. De hecho, la corrupción nos ha regalado grandes momentos, si desean buscarle el lado amable. ¿La lamida de axila en la fábrica de humo televisada de Laura Bozo? Tan infame como icónica. ¿El vladivideo de Cuculiza —y los vladivideos en general— donde llama «malagua de mierda» a Carlos Ferrero y dice que «lo desaparecería ahorita»? A VILLAIN. ¿Fujimori cazando a Montesinos por todo Lima EN TANQUE? Vizcarra could never (espero).

En mi mucho más humilde caso, sin adversarios que vejar por última vez, me aflige pensar que quien me encontrase quedaría tristemente marcado. Difícilmente podría superar la nota de García, o sea que ni eso le dejaría. Sería mejor irse de viaje y sufrir un accidente, me esfumaría en una noticia. Entonces aquí estoy, en la segunda semana de mis 35 años, llegando al final de un viaje por tres ciudades gringas que emprendí específicamente para no terminar, cruzando los dedos para que algo me mate. No such luck.

Múltiples amigos, vistos antes de y durante este viaje, fueron advertidos de mis intenciones pero, por supuesto, ninguno me creyó. Hacen bien. Es poco factible que suceda. Sé que lo menciono con frecuencia (y pienso en ello muchas más veces de las que lo menciono), pero no tengo el impulso. Es como esa escena de Girl, Interrupted cuando Queen Winona le dice a Jared Leto que, una vez que la idea está en tu cabeza, te conviertes en una nueva raza extraña, una forma de vida que solo fantasea con su propia desaparición. «Make a stupid remark, kill youself. You like the movie, you live. You miss the train, kill yourself». Déjenme decirles que es exactamente así. Pero en mi caso queda ahí. I’m a Virgo, I simply cannot quit.

En las ya varias semanas que llevo en ruta lo he imaginado unas cuantas veces pero siempre es un accidente, un «ojalá me chanque este camión, ojalá me muerda esta rata, ojalá me balee este Tr*mp supporter«. No podría ser yo la causa. Además qué horrible sería cortar conmigo mismo en lugares que he amado tanto, donde la he pasado tan bien. Sería como terminar una relación donde tuviste la primera cita o morir en tu cumpleaños. Es demasiado dramático, un mal guión. Aunque lo último siempre me ha gustado. Desde niño me encantaba ver el mismo día duplicado en las lápidas, no sé por qué. Quizá porque soy pésimo en matemáticas.

Esto no significa que no la he pasado mal aquí, entonces o ahora. Me han dicho más de una vez que reescribo constantemente mi pasado y tengo amnesia selectiva. Yo ya no lo noto, pero no dudo que sea cierto. Quién entiende los senderos de la negación. «Nunca recuerdas lo malo, en un año me vas a decir que la pasaste bien ahora y te voy a recordar esta conversación». ¡Encantado! Significaría que sobreviví otro año de mierda. Igual no me veo diciendo que la pasé bien en 2019, ni en un año ni nunca.

Ahora que casi llego al final del camino y el prospecto de volver a Lima me mira a los ojos como el barril de una pistola, me pregunto qué esperaba de este viaje. Sabía que inevitablemente tendría que volver, que no podría lograr en un mes lo que no conseguí en doce. Era evidente que no recuperaría lo que alguna vez fue mío. Esta vez ni lo intenté. No estoy en condiciones para volver a experimentar ese fracaso en particular.

También sabía que no la pasaría tan bien. Volver aquí ahora no es lo mismo que volver aquí entonces, cuando éramos más jóvenes –siempre más jóvenes– y estábamos juntos. Un puñado de amigos en cada una de estas ciudades, pocos pero buenos. Hoy casi todos se han ido. Ahora Washington me resulta más insípida de lo que recordaba. San Francisco parece tener cuatro veces más personas sin hogar que la última vez que estuve aquí –leí que la cifra está cayendo desde 2015 pero la calle indica otra cosa. Me parece más sucia, menos amable, no sé. Por su parte, Nueva York sigue alimentando mi neurosis y habilitando mis comportamientos más cuestionables. Pero sigue ofreciéndome la invisibilidad que tanto me gusta. Una con otra.

Me da risa pensar que realmente esperaba tener la suerte de morirme y no tener que rehacer mi vida. ¡Qué flojo puedo ser! To my credit, though, tener que volver a una ciudad de la que solo quisiste escapar y empezar de nuevo no es un reto menor para el alma. Menos a esta edad. La sola idea… ugh. No sé por dónde partir, ya no sé ni qué me gusta. Solo puedo pensar en este tweet (felizmente, porque me alegra terriblemente). Pero ahí viene la fantasía de nuevo. «Make a stupid remark, kill yourself». Bah, tranquilidad, no seré yo quien lo haga.

Además, si sobreviví los Panamericanos, trabajando dieciséis horas al día por dos semanas sin parar, explorando los verdaderos límites de mi salud mental, ya qué chucha me voy a matar. Después de esa experiencia de mierda, donde realmente contemplé cortarme el cuello del estrés mientras lavaba los platos, soy prácticamente indestructible. (Aunque estoy convencido de que esa huevada quebró físicamente algo dentro de mi cerebro).

Igual me alegra seguir vivo, al menos hoy, porque mañana veré a Avril Lavigne y si me chancaba el camión, me mordía la rata o me baleaba el extremista blanco, me lo habría perdido. Pero estoy un poco harto de siempre tener que ponerme metas para no tirarme por la ventana. «Tengo que llegar vivo a tal fecha porque tengo tal concierto en tal lugar». ¿Otra gente vive así o soy solo yo? ¿A la gente le gusta estar viva, así, a secas? Sin ponerme una zanahoria por delante, yo no lo logro. Es un poco espantoso. Ojalá explote mi avión de regreso. 🙃