Archivo de la categoría: Esta sociedad

El juego de las sillas

29 de mayo de 2020

El grueso de esta entrada la escribí el 12 de mayo, a puertas de cumplir dos meses de cuarentena. No sé por qué la dejé sin publicar si ya estaba lista. ¡Lo peor es que ahora ni me importa! Ha pasado tanta mierda entre entonces y hoy ⏤en general, digo; no a mí⏤, que ni siquiera recuerdo qué provocó que piense en esto. Solo Knee sabe en qué estado emocional estaría. Loca, obvio. Murmurando en la cocina, peleándome sola.

Si bien es un poco huevona la situación, creo que cae en la categoría de «no sé quién necesite ver esto, pero…». De pronto a alguien le viene bien leerlo, sentirse acompañado en esta situación diseñada para avergonzarnos o algo. Sé que no soy la única persona soltera y despreocupada en sus early-to-mid-30s. Pero también sé que el mundo parece empecinado en hacerme sentir mal al respecto y cuestionar cuán genuina es mi serenidad.

«¡CÓMO PUEDES ESTAR TAN TRANQUILA! ¡SOLA! ¡A TU EDAD! ¿NO EXTRAÑAS ESTAR CON ALGUIEN? ¡NO LO CREO, ESPERANCITA!»

Efectivamente, cuando uno hace su vida tranquilamente de a uno (valga la redundancia), esta sociedad binaria no puede esperar a meterse en su cama y agitarle las sábanas. «¡Todos quieren una pareja! Quien diga que no está tratando de no quedar mal, porque no la tiene».

Este ostracismo de los solteros es absurdo y deliberado, como cualquier otro sistema de control disfrazado de naturaleza. Pero no voy a ponerme denso. Solo voy a señalar un error en su lógica. Que uno esté tranquilo siendo soltero ⏤incluso que lo disfrute⏤ no quiere decir que no considere tener una relación. Considerar una relación ⏤incluso desearla⏤, por otro lado, tampoco significa que estamos sufriendo su ausencia. Los solteros felices no somos Lucky, preguntándonos por qué nos visitan las lágrimas cada noche.

Mi caso como muestra. Desde que empezó la cuarentena he escrito o tuiteado sobre mis sueños con frecuencia. En parte porque es el único lugar donde me suceden cosas interesantes que contar. En la vida real lo más chévere que me pasa es aventurarme a supermercados cada vez más lejanos. Olvídense lo que fue cuando me animé a ir hasta Plaza Vea de Dasso. LIT AF.

Anyway, en algunos de mis últimos sueños me descubro en escenarios románticos con alguien. Por lo general, tanto el contexto como la persona varían. Abrazando a un crush, viendo tele con un ex, chapando con un desconocido, da igual. El resultado es el mismo: THAT feeling, el del comienzo. Luego me despierto y como viene, se va.

Una vez que la fantasía me ha dejado, entra mi realidad. Muy Virgo, empiezo a evaluar si, de ser real, ese escenario específico sería buena idea. Con el desconocido no hay cómo saber, pero con los crushes y los exes por supuesto que sí. Después de contrastar cuidadosamente lo que quiero y lo que sé de esa persona, termino por sacudirme la idea. Así, con mucha calma, continúo con el resto de mi día.

¿Lo extraño? Sí, a veces. Pero tampoco es como que estoy lamentándome en casa, solo como el hongo. Bueno, not right now porque estamos en cuarentena, ¡pero por lo general tengo otras alegrías! Más cortas, sí; pero no menos satisfactorias. Tengo amigos que me quieren y desconocidos que me quieren aún más.

I enjoy casual sex, sue me! Me gusta salir con gente que no tiene mayores pretensiones, que no se proyecta más allá de una primera noche de diversión. ¡Quizá ni eso! Una buena hora y adiós. Si algo «más serio» pasa luego, pasa; pero por lo general desconfío de la gente que se engancha en dos segundos, porque no se está enganchando a ti sino a su idea de pareja. O peor, al reflejo de ellos mismos con pareja.

Mi casual dating no quiere decir que esté buscando específicamente gente que no me quiera volver a ver. Todo lo contrario. ¡Creo que potencialmente cualquier persona está en capacidad de sorprenderme gratamente! Pero si no sucede, también podemos pasarla bien mientras dure ⏤however long that may be.

No soy incapaz de emociones más complejas. He tenido relaciones y las he disfrutado. O bueno, si no las disfruté al menos aprendí (y esa es la palabra mágica). Tampoco prefiero una cosa sobre la otra, ambas tienen su gracia. Pero esa relación larga, «eterna», de la que hablan los apologistas de la ~vida de pareja~ just hasn’t happened yet.

¿Me gustaría que pase? Claro, por qué no.
¿Voy a HACER que pase? Primero muerta.

Invoco nuevamente la palabra mágica: aprender. De mis exes aprendí lo que quiero y lo que no; lo que es compatible no solo con mi vida actual sino con la que deseo ⏤y cuánto de eso puedo negociar u ofrecer libremente con tal de hacerles parte de esa vida. También aprendí mis límites, lo que merezco, lo que no podría ceder.

No acepto ser manipulado hacia una relación con tal de no estar solo. O para satisfacer las demandas de terceros, que por alguna razón exigen que nadie esté solo. No sé ustedes, pero yo no necesito estar rodeado de gente. ¡De hecho la pandemia no alteró mucho en mi vida, más allá de impedirme viajar! Me gusta estar solo. Me gusta estar con alguien también. But I’ve been coerced into the wrong relationship before. Nunca más.

Y a veces son solo eso, las relaciones equivocadas. Mi relación no era mala, simplemente no era la correcta. No éramos compatibles, él no era con quien quería estar. No soy incapaz de ceder y capitular. Sé que las relaciones requieren concesiones. Pero también sé que hay dealbreakers y cerrar los ojos «para no estar solos» es una idiotez. La factura siempre llega.

Con los años, en un esfuerzo coordinado entre nuestros temores mortales y la sociedad heteronormada y patriarcal, ese «para no estar solo» empieza a mutar en un «para no quedarse solo». Rechazo 👏🏽 al 100% 👏🏽 esa 👏🏽 propaganda 👏🏽 de mierda. Me REHUSO a aceptar la mentalidad del juego de las sillas, ¡como si no hubiera aprendido nada!

A los treinta, empezarás a notar que el mundo redoblará sus esfuerzos para convencerte de que «no podemos jugar para siempre». La música acabará a cierta edad y si no nos sentamos en una silla, CUALQUIER silla, seremos los únicos de pie. ¿Y? Si soy el único de pie, caminaré hacia la música, me pondré audífonos y me la llevaré. Sillas hay en todas partes. Si alguna me acomoda, la levanto.

Nadie pierde su humanidad porque no formó una pareja, dejen de obligar a la gente a conformarse con cualquiera para no tumbar su cómodo status quo. La misma huevada que mirar con pena a las mujeres que no tienen hijos, por las razones que sean. Yo no siento que haya perdido mi valor teniendo 35 y siendo soltero y sin hijos. Es de puta madre. Al menos por ahora, que aún me veo joven y más o menos deseable ⏤ equis de.

No se preocupen tanto por los solteros, amigos de las sillas. Estamos todos bien. De última nos sentaremos en el suelo a escuchar música, cosa que les conviene. Porque tarde o temprano, cuando descubran que su silla era terriblemente incómoda, por lo menos la mitad de ustedes se nos unirá.

Mientras tanto, aquí seguiremos muy tranquilos, culeando en armonía y visitando amigos con y sin silla. Don’t judge, xx.

La casa de las flores

4 de mayo de 2020

Día 50 de la cuarentena. Cincuenta.
C I N C U E N T A.
Técnicamente el día recién empieza ⏤son las 4:16 am⏤, así que hablemos del ayer.
Tuve una videollamada con una pareja de amigas.
Tomé un par de copas de vino.
El viernes me tomé casi todo un six pack de Coronas viendo la maratón en que Drag Race se ha convertido, así que me quise calmar un poco.
Empecé y terminé la última temporada de La Casa De Las Flores, también. Qué manera de prenderle fuego a lo que fue una gran serie.

Otro tema. He tenido sueños rarísimos este último fin de semana, todos muy bien ubicados en el universo Pandemia. Que tenía que comprar algo y no había, que veía un live en instagram, que mandaba stories de Mónica Zevallos al chat grupal. Qué indignante que ahora esos sean mis sueños.

Tuve una pesadilla también, de la cual no recuerdo absolutamente nada. De hecho creo que nunca comenzó. No sé si todos saben reconocer cuando un sueño está apunto de convertirse en pesadilla. Yo siempre puedo y soy capaz de detenerlos en seco. Pero esta vez me asustó más abrir los ojos que seguir durmiendo. Desperté con un dolor espantoso en el pecho, el corazón me latía a puñetes. Nunca me había pasado, no me podía ni mover. Pensé en lo horrible que debía ser un infarto, si esto ni siquiera se comparaba.

Sabía que no se prolongaría mucho más, que ya despierto me iba a calmar, pero tuve que concentrarme para aguantar mi dolor todo lo que duró. Mi corazón fue retomando su ritmo normal y me quedé dormido casi de inmediato. Pero cómo me dolió, csm.

Después de eso tuve otro sueño-pandemia, pero más bonito. Estaba en un taxi con alguien que no representaba a nadie en particular. Me tenía abrazado y yo le acariciaba los brazos. Me decía que me quería y yo pensaba «yo no creo quererte en lo absoluto, pero se siente bien tocarte. A ti, específicamente; así que quizá sí te quiero y no lo sé. O podría, no lo sé». Me sentí un poco mal. Por él, que me quería; por mí, que no; por los dos, que no estábamos usando máscaras. «Porque, ¿y ahora?».

El domingo fue un día particularmente nefasto, ¿no?
Siento que la humanidad se esforzó por ser excesivamente asquerosa y estúpida. Empecemos por aquí.

Vi un tiktok de una cabra blanca que podía alegremente demostrar su racismo, mas no aceptar que era pasiva. Ambas cosas me corroyeron, una más que la otra, aunque nunca supe cuál. Se turnaban para darme rabia.

Me imagino que si leen mi blog son parte de la mariconada y/o la apoyan (se agradece encarecidamente su colaboración). No necesitan que les cuente que la intolerancia también existe entre los LGTB+ ⏤homo/bi/transfobia interiorizada⏤ o que es tan o más espantosa que la de los heteros. Pero sí quiero decirles algo en lo que he pensado mucho ayer.

¿Se acuerdan de esa línea de Sospechosos Comunes, «the greatest trick the devil ever pulled was convincing the world he didn’t exist»? Bueno, el mejor truco que haya ejecutado la homofobia, bifobia o transfobia es convencer al mundo de que es una broma.

No me alcanzan las palabras para resaltar cuán perniciosa es esa mierda. Ni siquiera ha terminado de ser enunciada y ya nos robó toda capacidad de reacción. Porque sea cual sea nuestra respuesta al «chiste», ya estamos exagerando. Piensen en cuántas veces hemos visto que, cuando alguien los confronta, los atacantes se refugian en el «ay, pero lo decía en broma», «no es para que lo tomes tan a mal», «es una gracia, no es para tanto».

Yo, el ofendido, sé perfectamente la asquerosidad que me acaban de decir. Pero no puedo probarlo. Porque para la masa heterosexual, la más ignorante, la que no tiene puta idea de lo que es estar en mis zapatos, podría ser una broma. Y algo «gracioso» jamás podría ser malo.

ESA es la intolerancia que perdura, capaz de instalarse entre los propios LGBT+. Ahí están los huesos de esta mierda. Hasta el más obtuso puede llegar a entender que el «maricón de mierda» que te gritan con odio desde la ventana de un carro es condenable. Que si un matacabros, efectivamente, mata a un cabro es reprobable y punible. ¿Pero el chongo? ¿Joder al afeminado? ¿Burlarse de la pasiva? Nooooooo, ahí ya creo que están exagerando estas locas huevonas. «Es broma».

Something to think about, no?
Igual que lo que vi minutos después en Twitter, que hizo de mi espíritu un basural en llamas.

Vi este video nefasto de gente rompiendo la cuarentena EN MASA para unirse a una suerte de procesión fúnebre en Piura, donde el difunto ⏤el alcalde o algo⏤ murió PRECISAMENTE de Covid-19. El texto que acompañaba el tweet decía, entre otras cosas, «quién responde por esto».

¿Quién responde por eso? ¿En serio creen que, después de DOS MESES de advertir, explicar, declarar Estado de Emergencia y compartir datos actualizados CADA SEMANA, alguien debe hacerse responsable por esto?
Perdón, ¿ya qué más se puede hacer por estas personas?
Nadie tiene la responsabilidad de salvar a quien insiste, constante y estúpidamente, en ponerse en peligro. At some point, enough is enough.

Les pasará lo que les tenga que pasar. Claramente ellos están asumiendo ese riesgo y les importa un pito. Lo que me indigna es cuánta gente que sí está cooperando con el Estado de Emergencia y obedeciendo las recomendaciones de las autoridades se verán expuestas por estos idiotas.

Ninguno de nosotros quiere estar encerrado. Para algunos, estarlo es crítico. No tienen el privilegio que otros tenemos, de pasarla bastante cómodos y sin preocuparnos por qué comeremos en un mes, en una semana, en un día. Pero aquí estamos todos, odiando la situación e intentando seguir las reglas en la medida de nuestras posibilidades. Porque es lo MENOS que podemos hacer.

No somos economistas o funcionarios públicos, no somos personal de salud, no somos científicos trabajando en la vacuna. No tenemos cómo realmente ayudar a resolver esta situación porque casi nada está bajo nuestro control directo. EXCEPTO RESPETAR EL PUTO ESTADO DE EMERGENCIA. Es la única miserable cosa que podemos hacer por y para nosotros mismos.
Si no pueden entender eso, glaséenles la torta con Clorox and…

Los Juegos del Hambre

1 de abril de 2020

Día número quién sabe del encierro.
Tal como se sospechaba, el presidente extendió la cuarentena en Perú otros trece días. Sé que fue hace poco pero no recuerdo cuándo. Tampoco sé en qué día vamos ⏤o en qué día estamos, for that matter.

undefined

Son las 11: 51 pm. Estoy escuchando Take Yourself Home de Troye Sivan en repeat. Con seguridad este post no saldrá hasta muy pasada la medianoche, así que la fecha de publicación no coincidirá. Me enfurece porque soy muy Virgo. Saber que voy a publicar algo que diga «es 1 de abril» el 2 de abril me pudre por dentro. But we’re in it now. No puedo echarme para atrás.

Estoy aquí porque no puedo dormir. No por falta de sueño, aunque efectivamente no tengo sueño. Sino porque hace menos de dos horas bajé a la cocina y encontré arroz y salsa huancaína. Me dio flojera picar mis verduras y descongelar mi pollo para preparar la misma cena que, literal, siempre como. Mi ex enamorado se sorprendía de mi capacidad para comer siempre lo mismo. «Yo como porque tengo que», respondí. «No porque lo disfrute» (esto será importante después). Le eché la huancaína al arroz, le tiré un mega huevo «frito» ⏤compuesto por tres claras y dos yemas, sin aceite porque mi sartén es buena⏤ encima y me lo tragué. No podía irme a dormir aún. No así. Abro el vino.

Me acabé media botella, mi límite, hablando por teléfono con Chio hace un rato. Pasé a limonada y con la limonada sigo. Hace calor. Me acabo de sacar el polo. Troye sigue cantando. Evité mirar abajo al principio, pero hacer lo que no se debe siempre es más rico y más fuerte. Me miro, pero no me estudio. Es lo que esperaba encontrar, así que no necesito detenerme. Estoy bronceado de todos estos días de encierro bajo el sol. Un privilegio, lo sé. Estoy inflado de arroz y huancaína también. Cambiaría mi jardín privilegiado por genes privilegiados, que no se inflan nunca. Girls that eat pizza and never gain weight, never gain weight.

La semana pasada ⏤o antepasada, quién mierda sabe a estas alturas⏤ leí un artículo de Buzzfeed News sobre cómo la cuarentena está poniendo en riesgo la recuperación de personas con desórdenes alimenticios. Como dije en mi post anterior, me sentí mega identificado. De hecho, no fue hasta que leí el artículo que me di cuenta que se me estaban desbaratando las pilas del puente.

Adriano, a quien mencioné en el post y lo leyó, me preguntó si era en serio, si todavía los tenía. «Yo lo veo así», le dije. «Es algo que se supera, pero nunca se va». Me sorprendió que me pregunte porque pensé que lo sabía. Nunca he tenido mayor problema en hablar de esto y a veces, cuando uno no tiene problemas en hablar de ciertas cosas, cree que ya se las dijo a todo el mundo. Guess not! Pues bien, mi caso no es tan severo como el de las personas del artículo. No obstante, esa primera línea resuena mucho en mí: «On a good day, I don’t think about food much».

Toda mi niñez tuve esos genes privilegiados que nunca se inflan de los que hablaba. A los siete años me cerraba ropa de cuando tenía cuatro. La camisita me llegaba a la cintura y el short parecía de puta, claro, pero todos los botones cerraban. Mi hermana, que de chica era más propensa a engordar que yo, dijo alguna vez que ella debió tener mi cuerpo y yo el suyo. Me encantó saberme secretamente la regia de la familia. «Una alegría privada y cortita», como diría mi vv. Entonces llegó la pubertad y a la maldita se le cumplió el deseo. Todo se fue a la mierda.

Al principio no lo noté. Sabía que los adultos me veían diferente ⏤me atacaban con esas frases asquerosas, «está echando cuerpo», «está maceta»⏤, pero no entendía cuánto había cambiado realmente. Después de todo, no había engordado, me había ensanchado. Si hubiese sido un niño activo, hubiese sacado músculos en dos segundos. La carne estaba allí, lo que faltaba era el ejercicio y cómo odiaba hacer ejercicio entonces. De muy chico los deportes no me interesaban, de más grande entendí por qué. ¿Hay algo más aterrador para un pequeño gay que una pelota deslizándose hacia él y un «¡oe, pásala!» de algún hetero sin bañar? GAY PANIC.

Obviamente no puedo echarle toda la culpa a ser gay. Hay cabras que practicaron deportes en el colegio y straights que no jugaron nunca una mierda. Variedad, como todo en la vida. Digamos que, en mi caso, era 80% por gay y 20% por flojo. Quizá 70/30. Soy bien flojo y lo era aún más. But I digress. El punto es que no sabía que había subido de peso hasta que el hijo de una prima, a quienes jamás veía porque pertenecían al lado de la familia que de chico quería evitar porque era un snob de mierda, me lo dijo. «Un poco más y tienes tetas». Click. Fue instantáneo, el abrir de ojos. Fulminante.

Los siguientes meses emprendí una especie de anorexia DIY. No tenía mayor información al respecto ⏤digamos que internet no era lo que es hoy⏤, pero los principios son muy básicos. Si no comes, no engordas. Simple. Recuerdo que «mi mayor hazaña» fue desayunar un viernes antes de ir al colegio y no volver a comer hasta el desayuno del lunes. Fue sorprendentemente fácil. Regalar la lonchera del viernes, llegar a casa diciendo que ya había almorzado, no comer esa noche y salir todo el fin de semana a las horas de comer. Nadie se percató de nada y no estuve obligado a probar bocado hasta el lunes. Lo hice solo una vez y no hubo necesidad de repetir. Para entonces, ya había vuelto a mi peso «normal» a punta de ya comí’s y otras proezas menores.

Cuando recuperé mi peso, recuperé también mi cordura y mantuve ambas lo mejor que pude por varios años. Pero mi relación con la comida no volvió a ser la misma. Disfrutarla, en serio, como antes, me era imposible; mientras que todo lo que no debía hacer ⏤dejar de comer o limitar lo que comía⏤ me resultaba más natural. De hecho por mucho tiempo no sentí hambre. Tuve que reinstalar en mi cuerpo el mismo software que le borré. Me comprometí conmigo mismo a siempre comer mis tres comidas a la misma hora. Funcionó. Mi cuerpo recordó el hambre y en adelante no tuve que preocuparme tanto. Pero nunca dejé de pensar en la comida. No del todo. Como dije, es algo que, si bien se supera, nunca se va.

Algunos años más tarde salí del colegio a la universidad y, un buen día, el primer chico del que me enamoré, con quien tuve una relación clóset espantosa, me dijo muy suelto de huesos y al oído, «qué bueno que seas tan flaquito». Rodeó mi cintura con esos mismos huesos sueltos y concluyó: «porque es como abrazar a una flaca». Click. Se podrán imaginar la etapa que vino después. ¡Felizmente siempre he sido pésimo en matemáticas! Eso realmente previno que me vuelva uno de esos maniáticos que cuentan calorías, mi línea límite. Según yo, si caía en ese juego, estaba oficialmente enfermo. En fin, pasé todo ese tiempo pensando que si engordaba, me iba a dejar y me dejó igual. Volví a comer normal.

Salí de esa relación deprimido como la mierda, pero gay, muy gay. Uno de mis amigos de facultad salió del clóset casi detrás de mí. Se volvió mi mejor amigo y yo me volví más gay. Conocí a otros gays. Me volví re gay. Empecé a compartir mis experiencias de discriminación con esos otros gays, descubrí que tenía mucha rabia contra la matriz heterosexual. Me volví anarco gay. La empecé a pasar mejor y a tener sexo, así que dejé de preocuparme (tanto) por el enemigo heteropatriarcal opresor y decidí concentrar mis esfuerzos en la conquista homosexual. Me metí al gimnasio. Me gradué de gay.

Me costó al principio, pero rápidamente el gimnasio se convirtió en mi pasatiempo favorito y aliado número uno para controlar mis desórdenes. Sé que en cierta forma es cambiar un TOC por otro, pero no soy vigoréxico ni me inyecto esteroides, así que creo que esto es ene más saludable. No hago más de lo que puedo, no me siento obligado a ir todos los días y genuinamente disfruto mi tiempo allí. Sí, funciona como una especie de permiso. Ir regularmente me ayuda a sentir que «puedo comer lo que quiera», pero eso no quiere decir que si dejo de ir, dejo de comer. Me lesioné en noviembre del año pasado y casi no he ido desde entonces y aquí estoy, comiendo helados en Miss Cupcakes y ramen cada dos por tres. Pero saber que siempre puedo volver a entrenar, me recuerda que el peso sube y baja y que «todo estará bien». Salud 1 – Desórdenes 0.

Por otro lado, mi cuerpo de 30 no es mi cuerpo de 20. Conforme he ido envejeciendo ⏤y porque contraté a un personal trainer que me armó una⏤ he tenido que aceptar que la dieta sana es lo más importante. No podría estar tan campante sin ir al gimnasio desde el año pasado si no supiera que estoy comiendo bien. Al principio me obsesioné con la dieta y vi mis abdominales por primera vez, claritos como estas letras. Pero me había privado de varias cosas, así que relajé la mano y nos despedimos. Está bien, me gustaban pero hay concesiones que no estoy dispuesto a hacer. Con eso aprendí que yo decido qué quiero y con qué me siento cómodo. No TENGO que ser uno de esos conchasumadres perfectos de instagram, que encima tienen el cuajo de tomarse fotos comiendo pizza o desayunando panqueques. Igual si me provoca, me aplico con la dieta y el gym y me acerco. El punto es que ya no me engañan. Por más genéticamente bendecido que seas, sé que la pizza de esa foto es una excepción. Ese panqueque no es la regla. Salud 2 – Desórdenes 0.

La tercera pata de mi salud mental son mis amigos. «Yo como porque tengo que, no porque lo disfrute» le dije a mi ex una noche en Brooklyn. Era cierto. En cierto modo es cierto aún, pero he aprendido a disfrutarlo de nuevo. O sea, hay cosas que simplemente SON ricas. ¿Un lomo saltado (con papas Y arroz)? ¿Un pollo tikka masala? ¿una pasta cuatro quesos? DELICH. Pero cuando uno tiene una relación complicada con la comida, la culpa siempre está sentada en la silla de a lado. A menos que… alguien tome su lugar. Cuando me provoca comer algo como esto, que escapa de mi dieta regular, simplemente salgo a comer con alguien. No limito la frecuencia, porque siempre me provoca ver a mis amigos ⏤if anything, la billetera me limita más que mis issues. Pasarla bien mientras como me hace disfrutar lo que como. Sin culpa alguna, además, porque sé que es la excepción en mi dieta y que siempre puedo entrenar otro día. Salud 3 – Desórdenes 0.

¿Qué pasa ahora con el coronavirus? El artículo de BuzzFeed News señala que la cuarentena está desbaratando las rutinas y rituales de todo el planeta, pero en el caso de las personas con desórdenes alimenticios, estas son cruciales para su recuperación. Doy. Fucking. Fe. Si bien los casos del artículo son mucho más serios que el mío, compartimos la misma ansiedad. En este momento, los tres bastiones de mi salud mental con respecto a la comida ⏤ejercicio frecuente, dieta regular y amigos⏤ están trastocados por el encierro y estoy enloqueciendo.

Es cierto, no estuve yendo al gimnasio durante un buen tiempo y me he sentido relativamente tranquilo al respecto, pero cero gym no significa cero actividad. Antes de enclaustrarme, montaba bicicleta a todas partes. Salía todos los días por lo menos un rato y eso me daba tranquilidad. Ahora con suerte me dejan ir al supermercado cada cierto número de días. Además, desde que empezó la cuarentena global, el número de influencers de gimnasio y #fitspirations se ha multiplicado por toda la población. Hoy son una fuerza ineludible. ¡Quién hubiera imaginado que el mundo entero tenía un gimnasio en casa y que sentirían un llamado ético a compartir sus rutinas y recordarnos la importancia de ser productivo y mantenerse activo y bla, bla, bla! Esa presión extra no existía en mis días de solo montar bicicleta. Salud 2 – Desórdenes 1.

Asimismo, mi dieta se ha convertido en daño colateral de esta cuarentena, debido a un agente externo con el que no contaba: mi mamá. Mi madre, que andaba dando vueltas por Australia y alrededores, regresó a Lima justo a tiempo para la cuarentena y decidió pasarla en la casa conmigo, en lugar de ir al departamento de mi abuela, donde ha vivido los últimos años. Cuál es el problema, preguntarán. Pues que ahora hay elementos en la cocina que, cuando vivía solo, no estaban presentes. Como por ejemplo, el arroz y la huancaína que me tragué en la noche, cereales de chocolate o una cantidad ABSURDA de galletas de soda ⏤en serio, me ha forrado la casa de galletas de soda, ¡no lo entiendo!

Podrías controlarte y no comerlo, dirán y estarán en lo cierto. Podría. Pero antes no tenía que preocuparme por ello porque, sencillamente, no había alternativa. Mi casa solo tenía exactamente lo que yo comía y nada más. No había nada que pensar, solo que hacer. Cualquier otro antojo implicaba involucrar a Rappi, lo cual me hacía desistir con frecuencia. Ahora en cambio me encuentro con otras cosas que están fuera de la lista y me provocan. O peor, simplemente me vencen porque ya están preparadas y listas para comer, versus mis verduras sin cortar y mi pollo sin cocinar. ¡Es bastante más sencillo seguir una dieta cuando todo lo que tienes en casa son los ingredientes de dicha dieta! Ahora existe una nueva tentación, ya sea de sabor o conveniencia, que me obliga a hacer precisamente lo que no quiero: PENSAR en la comida. Salud 1 – Desórdenes 2.

Finalmente, la parte más obvia. Si estoy encerrado en casa con mi madre, bajo toque de queda y con Miss Rona corriendo salvaje, no puedo salir a comer con mis amigos y continuar con mi estrategia de disfrute gastronómico. Por el contrario, estoy aislado, intentando concentrarme en seguir mi fucking dieta y hacer ejercicios en mi casa de galleta de soda cada vez que veo a esas malditas cabras en instagram o me miro al espejo y me siento fuera de forma. Salud 0 – Desórdenes 3.

UGH. De verdad me llega al huevo. Me ha costado mis buenos años alcanzar cierta tranquilidad con el tema, llegar a una tregua con la comida, y siento que poco a poco esa paz se está yendo al diablo. La factura emocional se hace más cara con cada día de aislamiento y la real también, ¡porque me estoy tirando un huevo de plata en vino para olvidarme de todo esto!

Sé que no es la manera más sana de lidiar con mi ansiedad, pero cuando tus peores instintos son second nature… atontarse con un poco de vino, que además últimamente me da un hambre radical, suena como el menor de los males. Whatever keeps me from slipping right back into queen Cassie territory.

Announcement of an announcement

25 de marzo de 2020.

Es el décimo día de la cuarentena general en Perú.
Es el lanzamiento de Break My Heart de Dua Lipa en el mundo.
Es el cumpleaños de Adriano (feliz día, bebé).
Si nos queremos poner serios, es también el primer día de cuarentena general en India, la reclusión más grande y severa hasta el momento.

Con el ingreso de India a esta desgracia ⏤alrededor de 1.3 billones de personas que se enteraron con solo cuatro horas de anticipación que estarían encerradas por 21 días⏤ ya somos más de un tercio de la población global en algún tipo de aislamiento. MÁS. DE UN TERCIO. DEL MUNDO. QUÉ.

Fun fact, por si no quieren leer el artículo: ¿sabían que en Colombia se ha pedido a todas las personas mayores de 70 que se queden en casa HASTA MAYO? Yo me acabo de enterar y estoy chúk. Aunque aquí ya circulan los rumores de que nuestro arresto domiciliario se extenderá hasta pasada Semana Santa. De ahí a mayo no hay mucha diferencia.

A juzgar por lo que veo en redes, las conversaciones que he tenido y mi propia experiencia en el encierro, la verdad es que es buena idea. La gente está tan desesperada por volver a la normalidad que, si nos sueltan la otra semana, sanos y enfermos vamos a salir a comer, chupar, bailar y tirar a la vez. En tres días, nos fuimos todos a la chucha.

Si bien el mundo entero, con justa razón, está mirando al Perú como un ejemplo de manejo de crisis y elogiando a Vizcarra por su rápida respuesta, todos aquí sabemos la verdad. Si Perú (que no es Lima) enfrentara una crisis de salud como la de Italia, se nos muere la mitad de la población CON SUERTE. No estamos equipados para sobrevivir algo así y el gobierno lo sabe, por eso ha puesto todas sus balas en la cuarentena. We simply can’t afford the risk.

Si hay que quedarse encerrado un mes más, ni modo. Hay que comérsela. Por cierto, ¡yo vine aquí a contarles algo completamente diferente! Relacionado, claro, pero diferente. Se suponía que iba a escribir sobre cómo la cuarentena afecta a gente con desórdenes alimenticios, a raíz de un artículo de Buzzfeed News (que es menos mierda que Buzzfeed, ojo) que leí hace unos días y me hizo sentir SEEN AF.

Ni modo, esto ya se hizo muy largo como para recién empezar aquí. So… consider this an update? ¿O un recordatorio de que esta noche sale el nuevo single de Dua? ¿O un saludo de cumpleaños para Adriano? Lo que quieran. Igual haré lo de los desórdenes alimenticios pronto. Quizá hoy, incluso.

In the meantime, los dejo con este otro fun fact sobre el día de hoy para volver a la muy necesaria levedad:

Un 25 de marzo hace diecinueve años, nuestra Living Legend, Exceptional Earner e inesperada reina del Comunismo, Miss Britney Spears, apareció en su primer comercial de Pepsi, el cultural reset que hoy conocemos como Joy of Pepsi.

Iconic.

Four-second rule (2018)

My contribution, at the time and at the table, was the four-second rule. If you can sustain eye contact with somebody for over four seconds, you have one foot in the door.

In my experience, this is true every time. Think of people you’ve crossed paths with on the street. You look at them, they look at you; that’s second one. Then, one of these things will happen:

Two seconds: They/you will look away.
Three seconds: They/you will stop and consider, ultimately looking away.
Four seconds: You’ve gone the distance. Whatever happens next will depend on a number of factors, but at the very least you know they’re not indifferent to you. Whoever’s brave enough could crack a smile and see where that takes you.

I said «in my experience this is always true» but considering the company I was keeping, I should’ve specified it’s a gay male experience. It is how you spot straight men as a homo. They won’t make it past second two. They’d be terrified to look at another man for longer than it takes them to recognize him as friend or size him as foe.

But, it is also how you spot the gays. They will either make it to second four or let you know in no uncertain terms just how unattractive they find you by second three. «But women are different», I continued. «They weren’t taught to fear closeness with one another, even though society sure seems hell bent on pitting them against each other».

I can’t empirically know if this works between women for it is precisely the way men have been brought up in this bullshit patriarchy that makes the four-second rule a rule. The lesbians agreed, but seemed disappointed.

⏤ What about straight men?
⏤ You know how they swipe right at every single woman on Tinder? Like that, but with their eyes.

Also, who cares.

Zaperoko – Llorarás.mp3

Hace diez días, más o menos, el video de una orquesta del Callao burlándose de un chico gay en el Aeropuerto Jorge Chávez reinó en internet. Straights, gays and in-betweeners por igual expresaron su opinión a viva voz. Yo… no. Ese día no quise detenerme en los comentarios de gente idiota que «entiende que es broma» y acusaba a la víctima de exagerar. Tampoco quise interactuar demasiado con Los Gays™ que, comprensiblemente, querían prenderle fuego al hombre en cuestión. No quería dejarme llevar por la pena y la rabia que, por supuesto, siempre me dan estas situaciones. De hecho, esa tarde almorcé con unos amigos y les pedí que no hablemos del tema.

Ese día puse esto en Twitter, intuyendo que con un poco de distancia podría aportar algo más útil a la conversación que «homofóbico de mierda, ojalá que [ inserte su peor deseo ]»:

Hubo algo que reconocí en el video, algo que había visto antes en otro contexto, y a ello me refería cuando dije que adelantar una opinión sin reflexión sería un desperdicio de recursos. Sí, créanlo o no, este individuo nos obsequió un recurso bastante didáctico para entender el aspecto más insidioso de la homofobia y la discriminación en general, pero no era el momento de mencionarlo. ¡Y cómo saber que, además, con el paso de las horas, este hombre se convertiría en the gift that keeps on giving! Primero, con sus «disculpas» públicas y luego con la separación formal de la orquesta, ¡sendas oportunidades educativas para la población!

Primero lo primero. ¿Qué fue lo que vi?

¿Por qué es importante?

Porque es exactamente lo mismo que esto:

No necesito explicarlo. Las imágenes hablan por sí solas.

El mundo ENTERO entiende por qué el segundo gif es increíblemente ofensivo. A nadie se le ocurriría defender a este señor por mofarse públicamente de un reportero con una condición congénita que afecta sus articulaciones. Nadie diría «ay, qué exagerados» y trataría de justificarlo como un chiste. De hecho, nadie dijo «qué gracioso es Donald Trump» en ese momento. NADIE. La condena fue súbita y unánime. ¿Por qué, entonces, todavía estamos tratando de sostener que con los gays es una broma? ¿En qué se diferencia el gif número 1 del número 2? En nada, señora. Es. Lo. Mismo.

Todos entendemos (o decimos entender) qué es la discriminación en abstracto, pero VERLO, in action and full swing, es otra cosa. Por eso me encantó que este ~caballero~ actuara para la cámara e hiciera exactamente lo que tenía que hacer: demostrar que una burla no es una broma, es un insulto. Pretender ridiculizar a una persona por ser gay, de color o de capacidades diferentes, puede ser muchas cosas –  agresivo, mezquino, repulsivo, mal intencionado – pero jamás un chiste.

Históricamente, además, las personas LGBT+ tenemos una relación muy particular con el insulto. Marcel Jouhandeau decía que «ser insultado es ser marcado en el hombro con hierro candente (…) Dejamos de ser lo que pensábamos de nosotros mismos. No somos más la persona que conocíamos, sino la que otros creen conocer, la que otros asumen así o asá (…) El insulto me informa que no soy como los otros, que no soy normal» (On Abjection, 1939).

En «Insult and the making of the gay self«, un excelente libro de Didier Eribon, el insulto es definido como el signo de vulnerabilidad social y psicológica que moldea las relaciones que uno tiene con los otros, con el mundo y consigo mismo. Qué clase de relación podemos tener las personas LGBT+ con el mundo que nos rodea si, «a través de la fuerza del insulto y sus efectos, descubrimos que somos personas sobre las que algo puede ser dicho, personas a quienes se les puede decir algo, alguien que puede ser observado o discutido sin posibilidad alguna de poseer eso que se dice».

“Es como si la página de un libro se sintiera siendo leída en voz alta sin ser capaz de leerse a sí misma» – Sartre.

El insulto me mira de arriba a abajo y me quita lo que soy, dejándome lo que otro quiere imponerme en pos de dominarme. El insulto no me dice nada de mí mismo, es un poder que alguien quiere ejercer sobre mí. En primer lugar, el poder de herirme y luego, el poder de reducirme a una cosa, de ubicarme en una categoría inferior. No se equivoquen. ESE es el mundo en el que hemos vivido los LGBT+ desde que la Tierra es redonda. «Un mundo de insultos, rodeados de un lenguaje que nos delimita y nos señala». ¿Pensabas que este chico exageraba al sentirse ofendido cuando le gritaron «tómatela toda»? Think again.

El lenguaje, amigos, importa. Nunca es neutral. Denominar algo tiene efectos sociales. «Es por y mediante el lenguaje que la dominación simbólica opera; a través de la definición – e imposición – de formas socialmente legítimas de percibir al y representar el mundo. Y en el insulto, es nuestro inner sanctum lo que se ve amenazado, nuestro corazón de corazones».
And if you didn’t, now you know. 

Esto me lleva al siguiente regalo que nos dio este sujeto: las disculpas públicas.

Cuando vi el video de estos señores en Facebook, quedé tan impactado que tuve que reiniciarlo para tomar nota de la cantidad de idioteces que estaban diciendo. Desde «ha habido un malentendido» hasta «jamás quise ofenderlo», pasando por «lo hice con la mejor intención», mi favorita personal «yo pensé que estabas grabando porque te gustaba la joda» (¡insólito, csm!) y la infaltable «estamos contra la homofobia, tenemos muchos amigos, familiares…».

Empiezo por esta última y quiero aclarar que los puntos suspensivos ni siquiera son míos. Los huevones dijeron esto TRES VECES antes de poder completar la oración y decir en voz alta que esos amigos y familiares eran, in fact, gay. Eh, no sé qué opinen ustedes, pero yo creo que si no puedes NI PRONUNCIAR la palabra «gay», tienes algún tipo de problema con los gays. Y ni qué decir del resto de las letras de la comunidad.

Abro con esto porque quiero destruir de una vez por todas este maldito mito de que si tienes amigos gay no puedes ser homofóbico. BITCH, si hasta los gays pueden ser homofóbicos (googlee usted «homofobia interiorizada» y edúquese), ¿qué diablos te hace pensar que tú, por obra y gracia de conocer un gay, no puedes serlo? Newsflash: no hay que ser «matacabros» para ser homofóbico. La homofobia no es sinónimo de asesinato sino de discriminación… y la discriminación es más sofisticada e insidiosa que «vas a morir, maricón«.

La pseudo disculpa de este grupo incluía frases como “lo he hecho con la mejor intención”, “hemos estado en una chacota” y “los que nos conocen saben la forma en que nos bromeamos”. Perdón, ¿cómo te burlas de alguien con la mejor intención? ¿Cómo es insultar a un tercero una ~chacota~? (qué palabra repugnante). Peor, ¡¿CÓMO ES UNA EXCUSA decir que la gente que te conoce sabe que tu sentido del humor consiste en ofender a una minoría?! Esto, amigos, en tanto denigra a una persona homosexual, la reduce (o lo pretende) a algo y no alguien, la transforma en un COSA que puede ser comentada y discutida, es homofobia. Punto.

Si pienso en cómo podría invertir la situación, señores de Zaperoko, para que sientan en carne propia lo horrible que es ser discriminado por ser quien uno es, no se me ocurre otra cosa que la siguiente bajeza (y me disculpo sinceramente por la asquerosidad que voy a escribir). Imagínense que yo soy un racista de mierda. Que soy tan ignorante que con una mirada asumo que deben ser afro-descendientes y, al verlos esperando su avión hacia Arequipa, empiezo a rascarme las axilas, hacer ruidos de mono y reírme con mis amigos, ¿no se sentirían insultados? ¿No estoy acaso discriminándolos y ridiculizándolos por tener la piel más oscura que yo (algo que no solo es absurdamente normal sino que, además, escapa de su control)? Si se acercaran a cuadrarme y uno de mis amigos respondiera «pero si él también es negro», ¿no se sentirían profundamente ofendidos e impactados por el desparpajo con el que soltamos algo tan aberrante? ¡Por supuesto que sí! Con toda razón.

«Ha habido un mal entendido», declaró Mr. Sabroso. «Jamás quise ofenderlo». Indeed, aquí hay un malentendido. Dos, de hecho, pero no los que él cree. El primero es que este señor honestamente cree que todo fue una broma. Pesada, quizá, pero broma al fin. Espero que quede claro, después de lo expuesto hasta este momento, que lo que hizo fue cualquier cosa menos una broma y sí quiso ofenderlo. ¿Por qué otra razón lo haría? Lo que no quería – y no esperaba – era que lo cuadren, que lo dejen en evidencia. Después de todo, no hay nada peor para el perro que ladra que que lo encaren y revelen que no muerde. Nada le duele más al «machito peruano» que quedar en ridículo y en ridículo quedó. Oh well! Llorarás.mp3.

El segundo malentendido llega por cortesía de sus compañeros de banda y es el último regalo que nos dejó esta vergonzosa situación. Tras la abrumadora respuesta de la gente, que obviamente no aceptó una disculpa tan estúpida, la orquesta – que horas antes lo respaldaba al cien por ciento – de pronto se sintió en la obligación moral de expectorar a Mr. Sabroso. Esto es, literalmente, un malentendido porque estoy SEGURO de que no entendieron por qué merecía ser expulsado. Seamos sinceros, lo sacaron para apaciguar a las masas. Lo botaron para no tener que enfrentarse a más escándalos públicos que sin duda les tocarían los bolsillos. No fue porque «están en contra de la homofobia». No lo están, how could they be! Ni siquiera saben qué es. Lo demostraron con sus risas y complicidad cuando este sujeto hacía su show.

En mi opinión, es excelente que estas tres cosas hayan sucedido, una tras otra, exactamente como sucedieron y que, encima, ¡haya material audiovisual! Son sendas oportunidades para educar a la población sobre lo que constituye un acto homofóbico, una micro-agresión (aunque ni tan micro) impulsada por el prejuicio. Más importante aún, aclarar por qué esto no es, no puede ser y nunca será «solo una broma». ¡Pero este es el Perú! No podía faltar el cuarto acto, donde todo se va a la mierda.

Al «Wasap [sic] de JB», o como se llame ese programa, no se le ocurrió mejor idea que hacer una broma de la broma que no es broma. Esta insensatez me rebasa de tal manera que ahora sí casi, casi me quiero reír. Sé que Latina recibió una carta a prueba de bestias explicando por qué no debían transmitir este absurdo, pero como no sé nada de este programa, ignoro si salió al aire o no. Por mi salud mental, me abstendré de googlearlo y asumiré que no ocurrió. Que los directivos del canal comprendieron que es su responsabilidad detener  – o por lo menos no ser cómplices de – la normalización de la homofobia. ¡Y que entendieron que no 👏🏿 es 👏🏾 una 👏🏽 puta 👏🏼 broma! 👏🏻

Si llegaron hasta aquí, queridos amigos, agradezco su dedicación y espero haber logrado articular mi discurso al nivel que prometí en ese tweet del 30 de noviembre (y que les sirva de algo). As A Gay™, entiendo lo frustrante que es ver a este tipo de gente hacer idioteces una y otra vez, impunemente. Igual que ustedes siento la tentación de rendirme al odio y decir cualquier barbaridad. No obstante, como dije líneas arriba, el lenguaje importa. Si queremos que nos VEAN por quienes somos (fellow human beings, por si no quedó claro) y que entiendan que estas actitudes son ofensivas y potencialmente peligrosas, no podemos gritarles «¡homofóbicos de mierda!» y esperar que se resuelva. Lamentablemente, nos toca ser pacientes y educar.

Tipo, si no entienden ni el concepto de broma, mucho menos van a entender qué es homofobia…

Now that was a joke.

Pt. 2: Pride-atory behavior

We need to talk about #Pride Sunday. As I previously mentioned, this little ditty’s been ringing in my ears for weeks now, seeping all the way into my dreams. Sadly, I’ve missed my self-imposed deadline. It was my wish to release this before the end of Pride month, the time when we (supposedly) reflect on our struggles and celebrate our triumphs as gay people. But much like that Tiffany Pollard meme, the gays™️ too are, um, versatile. Yes, much was accomplished in recent years, which calls for celebration, but in reality the vast majority just wanted to shake our scantily-clad asses. I’m sure guilty of it. The thing is, gays, if we keep neglecting our own toxic by-products, they will run rampant – my Pride Sunday was prime example.

If you recall, I’d said this entry was basically drafted in its entirety within 24 hours of it happening. I have scratched most of it now. Turns out I’d bitten more than I could chew. I tried to cover too much ground and the results were clunky. I’m cooling my ambitions and keeping it simple. I’ve been having the same discussion in some shape or form over and over again through the years. I’ve often let it slide or dismissed it or plain forgotten. But in light of recent events, I feel compelled to address my thoughts on the matter. If I can’t reach a satisfactory conclusion, at least I want to make more sense of it. And you know me – I gotta see it in print.

My lesbian friends and I had been poking fun around «gay culture» at an impromptu Pride brunch we cooked up over a hurried phone call. The centerpiece of that discussion was this straight-by-default girl I’d met the night before, who had said she wanted to hook up with girls but thought her advances were not being taken seriously. «They think I’m being friendly ‘cause girls compliment each other all the time and it’s no big deal», she’d told us. To this Lauren, my friend’s girlfriend, replied with the utmost confidence «oh, girls hate the idea of being that predatory lesbian».

I am well aware of what she meant by «predatory lesbian». Although, from what I gathered, it appears to be more of a staple in lesbian culture than I had known. My friend Mariana shadily pointed out I actually used to be friends with one. Maybe you know one, too! She’d be that pushy lesbian friend of yours who slides into your other lesbian friends’ DMs, even though you’ve never introduced them and she’s never met them. The kind who, if seen in the wild, is reluctant to take no for an answer and hovers over girls longer than necessary – sometimes awkwardly, sometimes confidently, always unwelcome.

That last bit sounds very familiar, though, doesn’t it? Sounds like… well, a man. Men obnoxiously hanging around women, puffing their chest and fumbling at gallantry is a tale as old as time. So you probably think this annoying predator is definitely a straight man. Could maybe, possibly also be a woman, a gay one! But never a gay man, right? Because gay men have either both been signaled as predators or somehow managed to avoid the label altogether under the assumption that two men hitting on each other are operating under equal conditions. Let me tell you about Pride Sunday, and you can tell me whether that is in fact correct.

After brunch, we proceeded to further celebrate our homosexuality. Went to the parade, had some drinks in the West Village, crashed a block party with bodega-procured beers, talked to strangers and had a gay ol’ time. I left the Village in high spirits and made my way home to Brooklyn, where I was to see Years & Years. I got there after doors, so if there had been a line I missed it. It wasn’t crazy packed by then, though. I wormed my way to the front, looking for friends (more lesbians!) who later informed me via text they were actually in the back. I wasn’t about to give up a good spot to see my baby Olly, so I stayed by myself. Shortly after, a gay couple, who were chatting up another gay guy and some girls, welcomed me into the fold. It was a very standard, Pride-infused neighborly situation and I was very much there for it.

The guys were buff, scruffy and loud, had a pubescent sense of humor and kind of resembled each other. You know, a gay couple. The other gay guy was skinny and had a quiet, slightly awkward vibe. However, he seemed very friendly or at least eager to make friends for the night. So when the guys kept rubbing his arms, stroking his hair or requesting he’d take his tank top off, he’d just smile and shake his head and try to change the subject. «Boys will be boys» and whatnot.

When I arrived, their attention shifted to me and what I was wearing: a black lace romper. Hey, I already fessed up to wanting to show ass. It was Pride and I wanted to unapologetically feel my oats! They made me spin to «appreciate» my outfit and did the (gay? male?) lewd joke thing. «Why are you wearing underwear, you should run to the bathroom and take them off». I laughed it off and declined, they let it go. Pretty standard. I thought nothing of it and took it all in stride. It actually didn’t bother me at all, I took it as intended. And perhaps emboldened by my reaction (and slightly see-through lewks), they decided to return to skinny gay guy and push, hard. Before they’d even finished saying «take your shirt off, it’s Pride», they had already taken half his top off. Way past tipsy from my day-drinking, I egged Skinny Gay on. He lifted the one remaining arm and was soon shirtless.

I’m sure you can infer what my stance on public shirtlessness is given what I was wearing. I didn’t think anything of it. That’s literally how you go to the beach or how some dudes go jogging or ride their bikes. I certainly didn’t think the least risqué thing in the world would make this guy uncomfortable. Mostly because, in my head, if something really bothers you, you simply don’t do it. And there he was, without a shirt.

When those guys asked me to go commando under my romper, I wasn’t uncomfortable because I didn’t take them seriously. I felt safe in my conviction that there was zero chance I’d ever do it. I wasn’t about to be bare-assed, junk a-swinging at a fucking concert! I could never be coerced into something so ridiculous and I knew they knew that too, which is why in my head they couldn’t have been for real. That’s just «how things are» with the gays, I thought, and they dropped it as quickly as they’d suggested it.

I would’ve been pissed if they had actually pushed for it, of course. That would’ve been straight up harassment, but they didn’t. And I think maybe that is how things are with gay men. A sort of unspoken agreement to push very far, but only so far. To introduce the sleaziness and see how the other party responds; to, let’s say, gauge interest. But it would’ve been certainly a lot easier to coerce Skinny Gay into taking off his shirt than it would’ve been to pressure me to take my briefs off. And it was. That is exactly what they did. They pushed beyond the checkpoint. Hell, they pretty much did it for him.

Regardless of how firmly on the ground my feet were on the subject, it was physically impossible for them to force me the way they did him. And yet I brushed it off because, in my drunk head, what they asked of him was nowhere near as crazy or overtly sexual as what I had been asked to do. It was tame, it was nothing, and he accepted! Pause, rewind. Did he? It all came down on him fast and from every angle. He was visibly hesitant, yet we all interpreted it as shyness. And you know what they say: «shyness is nice, and shyness can’t stop you from doing all the things in life you’d like to».

But he wasn’t shy, he was reluctant. And neither one of us could see it. Sure I was liquored up, but I still encouraged him. I had a hand in it, even if not as literally as the guy whose hands actually undressed him. And I did so based on the same mistake I often make when it comes to other gay people: I assume their experiences and outlook must be somewhat similar to mine. I thought he’d be game because in my state, I probably would have. But he was indeed uncomfortable, he just didn’t want to alienate us. He wanted to hang out and be friendly and, without warning, found himself in a grievous situation he couldn’t back out from. Until somebody very familiar with such circumstances pulled him out.

«Can you please stop? He’s uncomfortable, just stop». A woman standing next to us sternly addressed the more obnoxious gay guy, the one who had undressed him, and it felt like curtains falling heavy to the ground. Suddenly the ugliness was crystal clear. It was a music venue right before a show, it was loud as fuck, but you could not hear a thing other than her words bouncing off the walls. She killed the problem dead, shot it right in the head. Actually, she shot it in the balls.

Upon being called out, the guy was impossibly hurt. He was mortally wounded. He loudly argued with his boyfriend, who was begging him to let it go, for the entire time he was there, which wasn’t long. I couldn’t pick much of it up, but I could tell from his wide gestures and the very few things I overheard that his argument was, unsurprisingly, «she doesn’t know how it is (with gay men)». I can imagine him saying things like «he was just messing around», «he was being friendly», «it’s just a shirt», «it’s not like he grabbed him by the pussy» (you know, like presidents do). At one point he did yell at his boyfriend to «tell her!», which made me safely assume I was right – and that the guy probably agreed with his beau.

The idea that men are more sexual than women has always been accepted matter-of-factly because science! Supposedly, the average Joe thinks about sex nearly twice as many times a day as regular Jane does. I know, as a man, that applies to me one hundred percent. I think about it a lot. However, not being a woman or any other man but myself, I can’t corroborate the data. I do know quite a few women, both gay and straight, who are very sexual and lead rich, sex-positive lives. Conversely, I know quite a few guys who are not as sexually-driven or as carefree with their bodies and hearts as we sluttier gays are.

And maybe that’s the disconnect. Perhaps it’s not about being sexual, but about our sexuality being… well, kinda sleazy. I’m probably not venturing too far from facts in saying that the average gay man is sleazier than any woman. All people (or most of us) have the joy of consensual sex in common, but the gays engage in some rather «questionable» activities. And we high key like it. That’s perhaps where the whole «women don’t understand us» thing comes in. We know that, more often than not, it’s gonna be a whole lot of sex with a bunch of people, and while you’re bound to stumble across a prop or ten, a single feeling will likely not be found.

The odd thing about it is, of course, #notallgays. The level of immodesty varies from gay to gay and straight people are not your best tool when navigating such situations. No tea, no shade, but straights are huge fans of the binary. They may talk about «gray areas» but that’s because they still see things in black and white. «He cheated on you? Call off your gay wedding!» Uh… how about we define what cheating is within this specific relationship, Brenda? Surely nobody’s into being lied to, but some people are into welcoming others to their marital bed. This is a discussion to be had, like any other. You gotta make sure you see eye to eye on fundamental shit like this. Just like you would ask your man if he wants to be a daddy before getting engaged, Susan!

I recently talked to a dear friend about his impending divorce. He was still rattled by the reality of it, and kept going back to the very first time things went sour. He suspected his fiancé, now soon-to-be ex-husband, had a threesome with another married couple before their wedding, after being explicitly told not to. His fiancé denied it (and does to this day). Right on cue, his straight female friends advised him not to go through with it. I didn’t know any of this, but had I known, I probably would’ve just asked if an open marriage was something he’d be willing to consider. ‘Cause what the hell do I know, he might be! You can’t ever be too quick to judge gay relationships because you
simply
never
know.

In my friend’s case, he tried and discovered to his own surprise that he couldn’t make it work. It turned out to be a bigger issue than he’d wanted it to be. Meanwhile, his partner was merrily involved in physical and emotional affairs. Shit got very ugly. «Is it me? Am I uncool for not being able to be as open as he is?», he asked me. I assured him that, at the very least, that wasn’t his fault. People want different things. You need to find the one (or two or three, whatever) whose needs match your own. And while I think it’s commendable to try to make things work, when you know it’s not working, you need to get the fuck out. They plowed through at the expense of their mental and physical health. They suffered greatly for it and the ending remained the same. Although, as far as I’m concerned, if you keep under wraps for years what a big whore you truly are, you rip what you sow. Por mosca muerta.

My point is I couldn’t have told him what to do, no one could. Arrangements are made and you have to assume everyone is happy with their choices. If they’re not, only they know and they will deal with it in their own time, on their own terms. For instance, I had another friend who was in a relationship where they could only sext with other people, but never actually sleep with anyone else. Their relationship gradually opened up to allow others in in sensible numbers. And later they discovered that while they loved each other dearly, it wasn’t working and amicably parted ways. All this I knew. What I didn’t know was that, before they opened the relationship, my friend wasn’t actually having sex. His boyfriend was kind of asexual. This is why you can’t chime in willy-nilly, you just never know what truly goes on in someone else’s love life. He had made his choice to be with just him, regardless. Then changed it to let others in, then changed it again and let himself out.

If women don’t «know how it is between gays» it’s because not even the gays know what the fuck is going on. We have been influenced by both heteronormative culture and queer counterculture. We’ve been told to model our relationships after mommy and daddy and, within the same breath, been scolded for letting the punk within the gay die. «Yay, gay marriage! Ugh, gay marriage?» It’s fucked up… and low key hilarious. However, whether women understand the gays or not, they most certainly know a thing or two about harassment! And this heroic bitch spotted Skinny Gay’s distress like a fucking hawk. Only a woman could possibly recognize what that particular brand of mortification looks like and, on that Pride Sunday concert, one did.

Later, the injured party did something that puzzled me, though. He thanked the girl for stepping in, thus confirming what only she knew and we all ignored. But then, without skipping a beat, apologized to the gay couple «for making things awkward». The one guy said something along the lines of «it wasn’t you» and left almost immediately after. I didn’t get it. Was Skinny Gay not all that uncomfortable then? I decided against unfairly questioning the validity of his comfort-level and instead asked myself why anyone would so earnestly apologize to their tormentors for being tormented.

The best I can come up with, after this long ass entry, is this: two men interacting with each other are not always operating under equal conditions. There are predatory gays and it appears they have written the playbook. Gay male culture might be gay, but it’s still very much male. It’s wired around this «boys club» mentality in such a way that Skinny Gay actually felt he had to apologize. Because he «understood the code»; he knew they didn’t mean any harm nor were they an actual threat, but it didn’t make him feel any less uncomfortable. When he allowed this woman to label them as predators, he «broke the code» and he knew it. And it doesn’t seem to matter – to them or even to him – that he wasn’t okay with the code to begin with, that the code doesn’t speak to him, it doesn’t include him. Not only did he fall victim to it, but saw his own status as victim immediately invalidated by it, all in one swift swoop. In hindsight, what impresses me the most is how unremarkable it all seemed as events first unfolded. In reality, it was all very, very dark. Until a girl saved the day.

 

Pt. 1: Pride-less

We interrupt the ongoing Loss series to bring you a special, two-part #Pride event I was not planning to make. It takes a hearty serving of gloom-and-doom to produce the second and third parts of Loss. Recent developments, however, briefly pushed me in the opposite direction. That’s over now, surely enough, so they still may or may not come. But this entry, on the other hand, could not be stopped – bile seldom can be.

I originally meant to release a mea culpa about the dark side of the rainbow and my participation in it, first. That’s still coming, since it was drafted nearly in its entirety right after Pride Sunday. [Update: it’s here!] But I saw something today that enraged me in such a way that it walloped my introspective lens outward, toward the realest of enemies. Know right now I wrote this in the deepest of ires, so it’s an ugly rant. I tried to bring the heat down in editing, but I’m far too angry still.

This is what I saw:

Hi. I’m @AlbertoBelaunde and this is what I frequently get for being gay. [pictures of homophobic slurs and death wishes via retroactive terrorism and/or AIDS!]

Seeing this, I feel no fucking pride in being from this cess pool of a country. None. You can particularly take your World Cup bullshit and shove it up your god-fearing assholes. I had been trying distinctively hard not to shit on your delusional parade, but as far as I’m concerned this racist, classist, homophobic, woman-beating place deserves not a second of joy.

Why am I so livid, beside the obvious? Because I have been away from that toxic swamp for three years and am a better man for it. I suspected little or nothing would change in my absence in regards to LGBTQ+ rights, or even human rights, but being confronted by reality unchanged feels very, very different. It cuts even deeper now that I know I’ve run out of options and time. I may be in New York but it is still Trump’s America. Want it or not, they’re still under his children-caging thumb. Under this administration, the likelihood of me finding a job in the US has gone from «difficult» to «miracle-adjacent». I’m too much of a hassle now, experience be damned. Fuck my drag, right?

If you got a little lost in my rant, let me confirm that, yes, I did say I am going back to Peru. I hope to return to New York as soon as humanly possible, but for the time being, this is it. I still can’t bring myself to book that flight just yet, though. I’ll probably just do it over the weekend when I’m good and drunk. We’ll see. However, knowing this bullshit is what I have to look forward to makes me wanna jump off the Greenpoint Avenue bridge. That doesn’t sound very dramatic ‘cause it’s a small, lesser known bridge, but it’s right here. I will not be inconvenienced by my own suicide. What would be the point.

I am aware there are good people in that marsh; all of my gay friends fighting the good fight, all of my straight friends raising better children. You will all be a sight for sore, bloodshot eyes. But I’m not an optimistic person by nature, I have to squint harder to see the glass half full. And right now all I see is you’re a crystalline drop in a mop bucket and it crushes my soul. Here, I am a double minority – and this city’s not without its homophobes or racists, but «the people» have your back. Not just your people, but all people.

No one has ever harassed me in any way here, but I’ve seen it happen and each time there’s been a far larger and louder chorus shutting that shit down. Assholes are the real minority when you can trust a multitude of total strangers to stand up for you, for what is right. Reading those tweets my friend – an openly gay congressman, for fuck’s sake – received, reminded me what being a minority truly feels like. No chorus behind you, a few scattered voices if you’re lucky. The assholes are impossibly crueler and louder in Peru.

I wrote this in English because I’m sick of hearing about the strides #Peru has made. Oh, the food! Oh, the culture! Oh, the economy! Oh, how they’ve turned themselves around! They have not. I have never publicly contradicted anyone saying good things about my country, because I don’t wanna be that bitter bitch, but you know what? I will be that bitch today. Food’s great and Machu Picchu is as impressive as ever, but it is still the home of wife-beaters, female reproductive rights-deniers, horror movie-level femicide (with a side of presidential ignorance, so you can gauge just how backwards it all is), toxic/idiotic masculinity and this fucking bitch:

Whaaaaat? Tire yourself already, faggot, and quit your shit. God created man and woman, the rest are hybrids. You latch on to such a sad tragedy to try and impose your degeneration.

[edited for clarity because she’s an illiterate piece of shit. One comma and it’s in the wrong place, FML]

If you’re wondering why I single this monster out, my answer is threefold. One, I expect this from chauvinistic, toxic males. But I am always especially sicken when it’s a woman spouting their trash. Two, the contrast between her smiling grandma avatar and the sewage in her tweet. Three, she revealed strategy and hope in a single line: tire yourself already. This is what they do, they oppose resistance so we, the faggots, get tired. They’re an unmovable mass we, the faggots, must keep pushing for the right to live. And it stroke a deep chord in me BECAUSE I DID GET TIRED. Thirty years of this bullshit, I GOT TIRED AND I LEFT AND I’VE BEEN MY HAPPIEST, GAYEST SELF AND NOW I HAVE TO GO BACK TO SEE YOUR FUCKING FACE, YOLI, AND HEAR YOUR FUCKING BULLSHIT ECHOED IN ALL THE OTHER HOMOPHOBES THAT GOT YOUR BACK AND NEVER MINE.

Oh, but watch out, bitch.
Unless this post substantiates my petition for political asylum, I am coming.
And. I. Am. PISSED.

El huevo, la gallina y la cabra

Sepan desde ya que voy a ser una pesada. Voy a ser esa persona sin sentido del humor que demanda corrección política de la sociedad, sin cederles un centímetro de margen de error o la cortesía de una curva de aprendizaje. Me voy a indignar por cosas. Algunas que me tocan un nervio muy real y otras que, muy en el fondo, no me importan en lo más mínimo, just for the sake of being pesada, por el placer de probar un punto. En suma, voy a ser tu vegana local.

(No sé qué dice de mí que no haya podido aguantar ni medio párrafo sin ofender a otra agrupación. I guess the old LC can come to the phone right now… so take this whole post with a grain of salt).

Bueno, esta es la situación:

Estaba en una clínica aquí, getting tested for all kinds of shit, como el responsable gay irresponsable que soy. Estaba, por supuesto, distraído con mi celular y solo escuchaba ese bisbiseo de algodón que tienen todos los hospitales. De pronto, una figura se levanta frente a mí, a cierta distancia, y por alguna razón, lo asocié al murmullo. Pensé lo que uno siempre piensa cuando está en una clínica no-prestando atención: me llamaron y cagué por estar hueveando en internet. Levanté la cabeza y di con este personaje. Lo quedé mirando. Me quedó mirando. Telepáticamente pregunté «¿me llamaste?». Sacudió las manos en negación, como bailando Aserejé – side note: ¡¿LEYERON LA EXPLICACIÓN DEL ASEREJÉ?! CSM. Color me shooketh.

Al darme cuenta de que esta persona no trabajaba ahí y no me había llamado, volví a lo mío. By then, of course, el huevón ya se había sentado frente a mí. Me preguntó «are you latino?» y en esos pocos segundos, tomé una decisión. Piensen en Jack Donaghy enterándose de la muerte de Don Geiss. Fast minds (aka the overthinkers and the paranoid) can cram a lot of shit into tiny pockets of time. Fue más o menos así:

Are
– A ver, esta amiga tiene una trenza que le parte del mero medio del cráneo, está maquillada y su identidad sexual no me queda del todo clara. Es posible que sea una baby trans. No una muy guapa, por cierto. O quizá es solo fluidWhatever, ha venido a hablar conmigo. At a health clinic. Claramente, estamos en el mismo sex-positive boat. Aunque tiene toda la pinta de la gente que disfruta mucho su performance queer, lo cual no es mi rollo y de hecho me da flojera.
– … You
– Hmmmm, ok, no es mi rollo, ¿pero me molesta? Yo creo que no. Quizá no tenemos mucho en común, pero ciertamente puedo hacer polite chitchat. De pronto es bacán o gracioso o algo. Mi prejuicio contra el performance queer me hace pensar que es improbable, pero yo qué coño sé. Yo soy gay y no uno particularmente masc. No me esfuerzo en ser de una u otra manera. Me da lo mismo ser masculino o una cabra de corral, puedo ser una y la otra at any given time. El punto es que lo soy y ya. Que me miren, que no me miren, a estas alturas me da lo mismo. Siento que esa necesidad de restregar las caras de todo el mundo en los aspectos más rimbombantes de mi homosexualidad es infantil y me da una flo radical. Pero me daría MÁS flojera ser uno de esos malditos gays que solo se hacen amigos de gente que se quieren comer…
– … Latino?
– … así que le hablaré. Aunque sea la manera más tonta de empezar una conversación en la historia.

«Yes», respondí IRL. Me empezó a preguntar huevadas sobre mí y bla. Era un poco torpe en su interacción lo cual me hizo pensar que quizá yo le gustaba. If you know anything about me, sabrán que mi primer instinto jamás es pensar que le gusto a alguien. De hecho, conversando con Camila sobre esto, me pregunté si quizá en el fondo tengo pésima autoestima, jaja. En fin, lo sospeché, no porque me crea la raja, sino porque a veces es evidente. Igual le sonreí, respondí todas sus preguntas y hablé con él hasta que fue su turno y dejó la sala de espera, porque WHY WOULDN’T I. No iba a ser el huevón de mierda que se pone cortante o busca embutir a su novio a través de cualquier grieta en la conversación.

El huevón se fue y me quedé pensando en una huevada que me dijo, que me han dicho varias veces y jamás me ha molestado: «but your English is so good«. Entiendo por qué a mucha gente le molesta. Como si fuera imposible que un latino pudiera aprender correctamente un idioma. Pero no creo que esa sea la razón por la cual la gente se sorprende. O bueno, quizá sí, no lo sé, es materia de otro post. Pero yo no lo encuentro terriblemente agraviante – aunque una vez me hice el ofendido en un bar cuando un huevón que intentaba gilearme dijo precisamente eso. Lolz. Dejé la sala de espera antes de que baby trans volviera.

Tres tubos de sangre, un frasco de orina y un par de hisopos después, regresé a la sala de espera donde mi case worker me pidió que llene unos formularios para registrarme. Baby trans, que además se llamaba como una canción de Beyoncé, había vuelto. La verdad, no me fijé en el huevón porque HELLO, estoy llenando mis papeles and more importantly I’M GETTING TESTED. Incluso cuando sé que he sido cuidadoso, it freaks me out. Cuando sé que no lo he sido, it freaks me the fuck out. So excuse me if I don’t immediately jump back into our riveting conversation sobre cuán asombroso es que un peruano hable bien inglés.

Mientras llenaba mis datos, lo escuché murmurar pero no entendía qué ni a quién se dirigía. Entonces lo escuché, clarísimo: «…you’re not that cute, boy«. Irónicamente, estaba muy en mi propio mundo como para pensar que se refería a mí. Seguí con mis asuntos, entregué la tablilla y la enfermera me dijo «they’ll call you from that door, so sit over there«. Obediente, me senté al otro lado de la sala, donde estaba la puerta por la cual me iban a llamar. Me imagino que sí, podría haberle parecido que lo estaba evitando, pero ESO es lo que me molestó. Cabra idiota, mira a tu alrededor. Cómo CHUCHA sabes que no me acaban de decir que tengo VIH o algo – PS: the rapid test came out alright, no se alarmen, jaja. Qué te hace pensar que estoy pensando en ti en lo absoluto, o que te debo algo o que soy un huevón de mierda porque no me gustas. I could be dealing with something real here y tú estás cuchicheando mierda porque, como no te estoy hablando, soy ~ese~ gay que se jura la conchasumadre.

Hablé contigo, fui educado, te traté bien y tú decretaste que debía estar interesado en ti. No lo estaba, así que seguí con mis trámites, la fucking razón por la cual estaba allí. En ningún momento te miré mal o rechacé hablarte, pero no-atenderte ya era un desaire. Podrás ser la cosa más marica que he visto en todo el día, pero tu privilegio masculino está intacto. Como hombre y como gay, es una huevada que me desquicia.

El privilegio masculino es una mierda por donde se le mire, pero creo que viniendo de un gay no tiene nombre. No es que sea menos atroz viniendo de un heterosexual, pero en mi mente el hombre hetero promedio es básicamente un golden retriever. Can you really be mad at the poor little beast? ¡¿Pero un gay, que sabe lo que es ser minoría?! Cómo se atreve.

Cuando dejé la clínica, le sonreí y le hice adiós con la mano. No de pesada, con sinceridad. Porque yo solo había sido polite. No quería un amigo, no quería una cita, I was just being nice. Baby trans solo me miró. En mi mente, entendió súbitamente que todo ese tiempo había estaba peleando solo, que yo, como dirían mis amigos chilenos, no había cachado ni una hueá. Nice fui, nice me fui. Pero me quedé con la mierda revuelta porque lo único que saqué de esta experiencia es «si eres buena onda con un huevón, gay or straight, el huevón asume inmediatamente que quieres con él. Ergo, no se puede ser buena gente con nadie». Así que la próxima vez que alguien que no me gusta me hable, voy a tener que ser la cabra cortante y el huevón será la cabra que cree que me juro la gran cagada y volvimos a cero. Ugh.

This is what I get for going against my better instincts and being fucking nice. Never again.
Why?

Gone girl

Escribo esto desde Lima, mi ciudad natal. Algo que no puedo borrar de mí, por más que quiera. Pero en realidad no quiero. No querría. Por qué querría. Debo agregar que además estoy un poco borracho… and on that note, también me gustaría agregar que están a punto de maravillarse de mi puntuación y gramática en estado de ebriedad. I may be falling the fuck apart, but my writing stays ON. FUCKING. POINT.

Este mensaje llega a ustedes desde el interior de mi Easy Taxi. Es un Toyota Wish (Mateo told me that’s a thing) placa A7V-545. Mi chofer se llama Elias Coycca y ha sido muy amable so far. Me puso Radio Planeta y estoy escuchando Dark Horse de Katy Perry. I realize it’s been a while since I last updated this, pero la verdad es que no tenía mucho que decir. Mis últimos meses en Nueva York han sido groseramente introspectivos (en honor a la verdad y porque me enorgullezco de mi gramática etílica, confieso que esta palabra la corregí con el asistente de Word) y me he replegado más de lo que me hubiera gustado. But here we are now.

And where exactly is here? Well… Lima, Perú. Mi patria. Mi casa. Mi niñez. Mi juventud. Mis amigos. Mi familia. Mi. Mi. Mío. País mío que nunca se sintió tal. Si voy a ser completamente honesto en este post, que es la idea, entonces no puedo esconder el alivio que siento de volver a casa o de referirme a Nueva York como mi casa, porque lo es. Amigos, hermana, mamá, los amo más de lo que demuestro o puedo expresar, pero Nueva York es mi hogar. Lo extraño. Me hace bien. Es mío. Es posiblemente la ciudad más maleable del mundo y yo la he moldeado a mi gusto y medida. Sé que cuando llegue, Camila me abrazará y mi vida tendrá sentido otra vez. Sé que cuando regrese, el chico con el que he empezado a salir estará ahí y escuchará atentamente todo sobre mi viaje y quizá nuestra relación evolucione un poco. Me siento terrible cuando quiero decir estas cosas pero quiero decirlas: Lima no es mi hogar.

Los amo, concha de sus madres. Los amo más de lo que las palabras pueden expresar. Todo el tiempo – cada segundo – que me dedican es precioso para mí. Lo agradezco. Lo siento tocarme el corazón como pocas cosas. Pero me hace daño estar aquí y no quiero ocultarlo más. Quiero sentirme libre de decir que no soy feliz en Lima. En cuatro días recordé perfectamente por qué salí corriendo. Y quizá es tanto culpa mía como de Lima, but it is what it is. Let’s just acknowledge this is unhealthy and move on. Please, let’s. No me hagan sentir culpable por ello, por favor. Ni se comparen conmigo o me comparen con ustedes. We all had different experiences. Todos perdemos tratando de compararnos. Lima y yo simplemente no somos un buen match.

En cuatro días vi a casi todos mis amigos y familia y su cariño me conmueve de una manera que la fría gran manzana jamás podrá. And I’m actually excited to return. Me voy prometiendo volver en diez días, acunando las siguientes imágenes en mi corazón: José diciéndome “no sabía que te había extrañado tanto hasta que te vi”; mi sobrino diciéndome “toma, te presto” para luego jugar con sus Dinotrux (cuando inadvertidamente le enseñé sobre la coca… but that’s a whole different entry); mi hermana contándome que se puso Botox (lo cual me hizo sentir realmente hermanado a ella); mi otra hermana, Rafael, diciéndome “sabía que estabas acá… once a Coven, always a Coven”; la cara de Pollo que me vio y gritó WTF; reencontrarme con tantos (TANTOS) amigos queridos en La Botika (con el detour de rigor al antro), ir a Miss Cupcakes y comprar un par de cupcakes imposibles de ubicar en cualquier otro lugar del mundo; estar con Luis Guillermo; ir a un concierto de Danitse; montar bicicleta en el malecón; dormir con mi gato Zuko, el verdadero y real amor de mi vida.

I am now at the airport. I’ve checked in, eaten, had another beer and am beyond drunk at this point. Traté de comprar un perfume pero creo que en el Duty Free de JFK es más barato, so… that was that. En fin, no sé honestamente a dónde quería llegar con este post. Creo que solo quería contarles que vine a Lima por cuatro días porque pensé que mi papá se moría (and there’s still a pin on that) y ahora regreso a retomar mi vida, la que reconozco, la que me gusta and I’m extremely happy about it. Volveré a Lima en poco más de una semana, as planned, y tomaré las medidas necesarias para estar tranquilo. Me tomaré todo con calma. Repetiré el mantra que me dije a mí mismo montando bicicleta por varios minutos hasta que me calmé: DO NOT ENGAGE. YOU NO LONGER LIVE HERE.

Do you think I’m an asshole? Ungrateful? A bad person? I don’t give a shit. Yo no pretendo saber de su vida ni opino sobre ella, háganme el mismo favor. Mateo me dijo hoy “no voy a describirte tu propio sufrimiento” y me pareció lo más woke que nadie me ha dicho nunca. Maybe there’s hope for the future? This is all a bit random porque, después de todo, I AM DRUNK… pero tengo mucho, demasiado, burbujeando dentro de mí y no me lo quiero llevar. It doesn’t belong in my new life. This all stays here. I’ll see you soon.
And then, maybe, not again for a really, really long time.

My old self is dead and I won’t let him haunt me.

tumblr_o2criyzpxd1r8jzago1_500