Archivos Mensuales: enero 2014

LOVE? [huh… unexpected #JLoPromo]

Los treinta están a la vuelta de la esquina, acechándome, amenazando con ponerle fin a la década prodigiosa en la que, mal que bien, uno todavía puede salirse con la suya siendo algo inmaduro e irresponsable. A los treinta, es poco probable que me funcione el «boys will be boys«, aunque yo me sienta igual. Porque I don’t know about you, but I’m feeling 22! Pero siento que se espera más de mí and quite frankly es demasiado. To be an actual adult. Ugh. Paso, gracias.

But I digress… el punto es que los 30 me han hecho pensar (yet again), pero esta vez sobre las grandes, pequeñas, terribles o emocionantes relaciones que he tenido a lo largo de mi vida and how inclined I am to settle down. De momento no demasiado. Pero no necesariamente porque no lo quiera sino porque no se ha dado. No como yo lo quiero. No digo que tenga que ser perfecto, pero it has to feel right, right?

And so I wonder, qué onda, qué quiero. I think it’s pretty simple. En líneas generales…

Am I right or am I right, ladies?

Pero eso solo pasa en ficciones donde chibolos se casan después de conocerse tres días y terminan roleando con un cura y muertos al final. So I think I’ll pass on that. Creo que resultará más productivo aprender de mi priopia historia. Nos saltaremos los early years porque obviously. Así que fast-forward al periodo 2002-2004 que básicamente puede resumirse así:

Lección 1: No. Al. Closet.
(He wishes he was as hot as Slater, tho. Y pensándolo bien, ¡yo también!).

So that ended. De una forma particularmente terrible, además. Tenía 19 años. ¿Qué hacer?

Pero en el fondo seguía algo adolorido, así que hice lo que cualquier persona sensata hubiera hecho.

But I failed. Miserably.

Casi sin excepción terminé colgándome de todos y esperando más de lo que podía ser. Muchas amistades se fueron por el drenaje. Fue una época bastante desagradable and I was pretty pissed.

That actually went on for quite a while, hasta que dejé de buscar y empecé a divertirme más. Bastante más.
Lección 2: «Some love stories aren’t epic novels, some are short stories» (serving Carrie realness over here) y a veces está bien solo relajarse y divertirse.

Then there was a lot of this (#NSFW).

Hasta que llegó. La primera vez en mucho tiempo donde todo encajaba.

Ya saben cómo es. It’s all rainbows and butterflies six months in, right?

And it really was, tho.

Until it wasn’t… y no había forma en la tierra de estar preparado para esa conversación.

Y como vino, se fue.

Estuve algo entumecido por un buen rato. Encontrármelo y tratar de ser civilizado era lo peor.

Pero con el tiempo… lección 3: es cierto lo que dicen. If you love someone, you let them go.

(To this day I really, really do… y nadie se lo merece más).

En el camino a la recuperación hubieron algunos episodios bizarros de amistades que se confundieron.

Y que me confundieron a mí solo para terminar cambiando de opinión. LOL, right?

Lección 4: when you know, you know. Que nadie te confunda si sabes que no va.

So I went back to casual dating, pero con el beneficio de la edad, que te da la suficiente seguridad para que te chupe todo un huevo y seas a lot more aggressive about it.

But after a while, it gets kinda old, right?
Particularly when you encounter some extraordinary assholes along the way.

Y empiezas a preguntarte por qué ninguna de estas situaciones despega en lo absoluto.

Could it be? ¿Seré yo el problema?

Y en el momento en el que contemplas tu vida con 16 gatos, ugh, it starts all over again. Alguien nuevo.

Te vas acercando… quieres saber más, descubrir más, todo es tan nuevo. Te dan pie, sigues adelante.

No sabes si hay futuro, no importa, conocerse está bien. Todo parece indicar que la cosa podría caminar.

But nope. Not happening.

Tipo…

Lección 5: silly rabbit… games, like Trix, are for kids.

Ya estamos en otra cosa. No podemos seguir con «no lo puedes llamar inmediatamente después, no le digas que te gusta, hazte el ocupado, etc». Bitches, I’m exhausted. No quiero seguir jugando.

Prefiero ser upfront about shit. Si te parece, bien; sino, también. Prefiero no perder mucho tiempo y pasar a lo que sigue.
No harm, no foul.

 

Bueno, debo decir que cuando empecé esto no tenía ni idea de lo que había aprendido o lo que quería decir, así que me siento bastante aliviado de encontrar al menos cinco lecciones en todo el asunto. No todo ha sido en vano, jajaja. Además, escúchenme, es un triunfo personal notar la paz interior y cariño que hoy siento por el único ex en mi vida que ha valido un sol. Algo de madurez tenía.

Sin embargo, quite sadly, solo puedo concluir dos cosas de esta revisión:

1. Esto, básicamente.

2. I won’t go down quietly.

We need to talk about #PERU…

El otro día iba en el carro de Ivo, volviendo de una reunión. El tráfico era súper #PERU, así que le pedí que paráramos en un grifo para comprarme una chela. Al final compré un sixpack para compartir con el resto de la tripulación. Estaba en el punto más delicioso. Heladita, pero se dejaba tomar a grandes sorbos sin riesgo de brain freeze. De pronto, life didn’t seem so terrible y no nos preocupaba esperar en la hilera interminable de luces rojas. Ivo iba cerrando a todos los conductores que querían meterse por los palos y no pude evitar pensar, una vez más, que el problema de este país es la inconsecuencia de su gente. Creo que ya lo dije antes, but it bears repeating.

Solo basta con mirar las animaladas de cualquier peruano comete detrás de un volante. No importa si es un microbusero, un taxista, una camionetera de Barrio Ficho A, una señora de movilidad escolar de Barrio Clasemediero B o un gerente general, todos son unos monos. Tomemos el ejemplo más aparentemente inocuo que puedo pensar: «¿Semáforo en ambar? Mejor la pico. Lo más probable es que me pase uno o dos segundos de luz roja, pero como ya estoy en movimiento, no importa». Importa. Que tú corras en la luz ambar, importa, porque tiene una gran consecuencia – varias, de hecho – que deliberadamente estás ignorando.

Son casi todas tan evidentes que no necesito listarlas. Es obvio que alguien que respeta la luz will either be crashed into or run over by your stupidity. Es obvio también que podrías bloquear la calle que cruza, si la luz ambar cumplía su función de detener el flujo de autos para no generar embotellamientos. Finalmente, también es evidente que, si eres transportista público, estás jugando con la vida de la gente que te paga por un servicio que, claramente, te chupa un huevo. Lo que no es tan evidente (y por ende nadie se molesta en considerar) es lo que esto genera a largo plazo en el psique de los peruanos: «frena en TODAS las esquinas sin importar lo que diga la luz porque ‘no falta un huevón'». Y con eso ya está, nos contentamos con sobrevivir al huevón en lugar de identificarlo y fusilarlo.

¿Qué significa vivir con esa lección? Muchas cosas, vamos de lo más superficial a lo más profundo. Para empezar, tanto conductores como peatones viven estresados y asustados, porque literalmente no saben lo que puede pasar. Para todos los efectos, no existen las reglas. Si no se cumple algo tan sencillo como lo que indica un semáforo, ¿qué más puedo incumplir? Puedo no ceder el paso. Puedo meter el carro. Puedo ir lento en el carril rápido. Puedo ir rápido en el carril lento. Puedo parar a recoger pasajeros en cualquier parte. Puedo plantarme a esperar que el semáforo en verde cambie a rojo. ¡Puedo hacer muchas cosas! La pregunta sería qué no puedo hacer, realmente. Now get ready to dig a little deeper…

Si las reglas no existen y puedo hacer lo que me da la gana, otros también pueden hacer lo que les da la gana. Eso es una mierda. Eso es una mierda peligrosa. Eso es una mierda peligrosa muy grande. Eso es una mierda peligrosa muy grande y yo soy solo uno. Si yo hago las cosas bien, no causo ningún impacto. El río de mierda es demasiado caudaloso como para detenerlo. Bueno, todo está perdido y no hay nada que pueda hacer… ¡así que yo también seré un huevón que nunca falta! Me voy a olvidar de todo lo que sé es correcto y arrojaré las consecuencias por la ventana, con mi cáscara de plátano. Hashtag Perú.

And thus… an attitude is born. La inconsecuencia miope del peruano, sembrada en un derrotismo tan fértil que, curiosamente, es imbatible. Nada importa, nada vale, nunca iremos al mundial, por eso el país está como está, los políticos nos roban, que diosito me ayude, no hagamos absolutamente nada de provecho, aprovechémonos de todo. Yo no tengo la culpa de nada, la vida es así. Creo que nada ejemplifica mejor lo irracional que es esta actitud y cuánto nos detiene que la eterna lucha entre pasajero y transportista: «¡el pasaje siempre ha costado un sol (y el servicio siempre ha sido una mierda)!». «¡Y cómo quieres que te dé un buen servicio si solo me pagas un sol!». «¡Trátame mejor, te estoy pagando!». «¡Págame dignamente, estoy trabajando!». «¡Yo también trabajo!». «¡Pero ganas más, puedes pagar 50% más de pasaje por mejores buses/choferes!». «¡El pasaje siempre ha costado un sol!». Repeat. Y así vivimos.

I don’t know about you, but I’m feeling 22-kinds-of-annoyed by this. I’m taking a stance. Mientras siga condenado a vivir en este país, haré mi mejor esfuerzo por ser menos #PERU myself. Por lo pronto, he cambiado muchos de mis hábitos de conductor (lo cual es sencillo porque en los últimos diez meses debo haber manejado seis veces, jajaja). También intento ser un peatón/ciclista más consciente de mis responsabilidades. Pero en realidad hay algo de cierto en que, técnicamente, una sola persona no puede generar un gran cambio, which is why the biggest part of my plan is to be a HUGE bitch to everyone I know. Obvio. Uno solo no puede ser el cambio, tiene que reclutar gente y ser #lapesada que te hace guardar tu basura en el bolsillo, te recuerda poner tus fuckin’ luces direccionales y te hace roche si no jalas el urinario (YES, DICKHEADS, YOU’RE SUPPOSED TO FLUSH ‘EM. IT’S NOT A FUCKIN’ WISHING WELL!). Solo se necesita una persona to make shit go viral. Reconozcan su poder. Don’t you know that you’re toxic?!
NOW GET TO WORK, BITCH!

 

R.I.P. Happy Endings

Happy endings era, hands down, el mejor programa de televisión que he visto en muchísimo tiempo. Cuando todo lo demás iba perdiendo lustre por la excesiva franela que le metieron en sus primeras temporadas (I’m looking at you, Revenge), Happy Endings permanecía inquebrantable. Witty, quirky, hilarious, el sinsentido en Happy Endings nunca fue gratuito. Por el contrario, siempre fue muy real. Lo suficientemente real como para no tener un solo estereotipo. Todos eran un poco de todo e incluso lo opuesto a lo que se esperaría de, como en la vida. Así es la gente. Así son los amigos (al menos los míos, que no pueden pasar dos minutos sin snappy one-liners or pop culture references). Me identifiqué terriblemente y no puedo creer que ya no esté más al aire. ‘Tis a sad, sad time.

Para mí, Happy endings era genial (y si no la han visto, deberían verla) porque…

Los personajes eran todos un desastre con el que me podía identificar.

But not in that annoying, self-centered, oblivious Seinfeld way. Ugh, I hated EVERYONE on that show.

It reflected exactly how I engage in conversation with friends.

It was deeply and delightfully inappropriate.

Decía lo que todos pensábamos pero nadie decía.

(Ok, so maybe I do like reading, but… TV does rule and you know it).

It provided sage advice on taking on all problems.

And how we deal when all else fails.

Sarcasm level: off the chain. 

LITERALLY.

Tenía los mejores insultos PG-13.

Wasn’t afraid to show its dorkiest side.

Like, ever.

Seriously, not ever. 

Everyone was just ridiculous.

And real. Very, very real.

Cultural appropriation galore.

In spades, yo.

Y con tantas referencias a la cultura pop.

So current!

So many!!

So beautifully executed!!!

Just… bravo.

Una crítica brillante a la sociedad moderna, imo.

Sobre todo when dealing with LGBT territory. Atacó los estereotipos…

…while reminding us they existed for a reason.

Yup. Totally called us on our shit.

I honestly saw myself in every character. Como cuando tengo un chisme, por ejemplo, I’m like…

O en mis reuniones de trabajo, where I’m, like…

Or when I’m hanging with my bitches and we see a guy that’s, like…

O cuando empiezo a salir con yet another douchebag and my friend’s are all, like…

 

Seriously, una de las mejores series que verán en mucho tiempo. No puedo creer que no habrán más episodios. Me da la misma sensación que cuando termino un libro que me gusta. I seriously feel like I’ve lost some friends. Felizmente todavía no he visto todos los capítulos, así que puedo tenerlos un rato más.

PS: este post fue solo una excusa para recopilar todos los gifs de Happy Endings que encontré el otro día y me pasé HORAS viendo, jajaja. But I got you to go pointlessly through the whole damn thing. Suck it, nerds!

Mad world [aka «el único post sin gif»]

Hoy no salí de mi departamento en todo el día. Vi Netflix, cociné, comí, limpié, chateé, dormí. Hablé con varios amigos y organicé un par de cosas para la semana sin moverme de mi cama, o de la mesa del comedor o del sillón. Quería ir donde mis papás, pero me dio mucha flojera. Intenté juntarme con un par de amigos por una chela, but it was kinda late. Así que  decidí darme una ducha rápida e ir a Wong a comprar un par de cosas que me faltaban. Una de ellas, la chela que no conseguí beber con alguien en otro lado. Bajé el ascensor con Morrissey. Saludé al portero y… what the hell? Hay un perro en la puerta. No se ve sucio ni tiene manchas visibles de alguna enfermedad en su corto pelaje. This pup doesn’t look like a stray. Cuando paso a su lado, ni siquiera se mueve. Levanta la mirada brevemente y me hace saber que está muy cansado para hacer algo y, con la misma mirada pesada, parece pedirme que no le haga nada yo. Broke my motherfucking heart.

Si saben algo de mí, sabrán que soy un amante de los gatos. Los considero casi humanos y más sagrados que un niño. Dogs… not so much. De hecho los perros callejeros no me dan mucha pena. No la suficiente como para hacer algo al respecto, anyway; whereas stray cats slay me EVERY TIME. Esta vez, no sé por qué, ese perro me destruyó psicológicamente. Creo que porque pensé que estaba perdido. Los perros callejeros pueden no darme pena, pero las mascotas perdidas are a whole different story. Quizá porque mi primer gato, Lucas, se perdió el 31 de mayo de 2005 y jamás me recuperé del todo. No por mí, sino por él. Era el gatito más lindo del fuckin’ mundo. Dormía, literalmente, en cualquier espacio que mi cuerpo le diera. Entre mi hombro y mi cara, sobre mi abdomen, sobre mi espalda baja, detrás de mis rodillas, no había lugar en mi ser donde a Lucas no le gustara dormir. Pensar que pasó de la seguridad de mi casa a la puta calle me revolvía el estómago. Salió, presumably, siguiendo a mi mamá, which makes it infinitely more gut-wrenching. Toda la semana guardé silencio y compostura. Gave him a week to come home. Exactamente siete días después I broke the fuck down y lloré como nunca he llorado por nada en mi vida. Fue lo más horrible del mundo.

Pensar que este perro estaba acostumbrado al calor de una casa y el cariño de un dueño no me dejó vivir. Cuando llegué a Wong compré mis cositas y, mientras caminaba por el pasillo de comida para mascotas, buscando ofertas de Fancy Feast para mis gatos, Zuko y Limón, aka Liz Lemon, empecé a buscar comida para perro. Nada muy grande porque no se lo iba a acabar. Nada en lata porque se podía cortar y no tenía como abrirla. Nada de galletas especiales porque what the fuck is that shit? Entonces, lo encontré. Un empaque perfecto de esos que tiras del borde superior y se abre como un paquete de salsa de tomate. Pedigree para adultos de razas pequeñas sabor a carne. Dog’s not all that small, but it’ll do. Ya de regreso, chela en mano, iba caminando por Madrid pensando dónde darle de comer. Ciertamente no podía ser en la puerta del edificio. Corría el riesgo de que se quede ahí esperándome. Tendría que llevarlo a la esquina o algo. Entonces un señor con un bastón interrumpió mi train of thought.

El hombre era ciego. No uno de esos ciegos que ves en la tele que tienen lentes oscuros y se manejan súper bien con su bastón y la cabeza erguida. Este señor parecía no ser ciego hace mucho tiempo, porque estaba algo desorientado y caminaba en diagonal hacia las cosas. Lo peor de todo es que no tenía lentes oscuros así que podía ver perfectamente su expresión de «puta madre, espero no chocarme con algo». This guy did not have the whole blind thing entirely down. Pero ahí estaba, en la calle, caminando, intentando. Estaba cruzando la pista y su bastón golpeó el tacho de basura, lo cual hizo que el hombre piense que ya estaba cerca a la pared, así que siguió caminando en la pista, bordeando la vereda. Me di cuenta que él pensaba que ya estaba en la vereda. Broke my motherfucking heart. Again.

Cuando finalmente llegó a la vereda and basically walked into the wall para ubicarse, casi me tiro al suelo como en el video de Just de Radiohead. WHAT’S THE FUCKING POINT! ESTE MUNDO ES HORRIBLE. Perros perdidos y cansados, gente ciega que no sabe dónde está la vereda, ¡qué carajo! Lamenté inmediatamente haber salido de mi edificio y sentí cómo el grief de la humanidad me pateaba la tráquea. Ni siquiera había llegado a lidiar con el perro y ya estaba al borde de las lágrimas. It just sucked. Everything sucked. Cuando llegué a la puerta del edificio, el perro seguía ahí. Esta vez me ignoró aún más que la anterior. Le pregunté al portero si era de alguien (sabiendo que era imposible porque mi edificio no admite mascotas, but hoping against hope). Me dijo que llevaba ahí una hora. Morí. Dejé mis cosas al lado del ascensor y le dije «espero que no me siga por esto». Le mostré lo que le compré y me sonrió. Salí, abrí el empaque y se lo puse junto al hocico. No me hizo mucho caso. Luego lo olió bien y se puso de pie de un salto. Lo hice seguirme hasta donde termina el edificio, bastante antes de llegar al óvalo. El perro me seguía, saltaba encima mío, pero no lo acaricié. Abrí el paquete por sus cuatro extremos para hacer una especie de plato y lo puse en el suelo. El perro enterró la cara en la comida y escapé. No miré atrás. How could I?

En este momento no sé nada del perro ni del ciego. Solo sé que estoy extremadamente sensible y ambos encuentros me han demolido espiritualmente. Espero que alguien encuentre a ese perro y le de un hogar. O mejor aún, que encuentre el suyo. Espero que el señor ciego se vuelva un as manejándose solo por la calle y pueda ser como los ciegos de las películas que caminan con la cabeza perfectamente erguida, relajados y ubicándose casi por sonar. Espero que alguien haya alimentado a Lucas como yo hoy al perro de alguien, o mejor aún, que lo hayan acogido. Espero que nunca me vuelva a encontrar con ninguno de los dos porque, realmente, it’s fucking depressing y de eso me sobra.

 

PS: este post iba a ser sobre otra cosa y se suponía que esta anécdota era una suerte de intro, pero… um, it ran a little long. What I really wanted to talk to you about era este proyecto fantástico (entren, por favor) que acabo de ver y cómo ese señor probablemente pondría «No soy mi discapacidad» y saldría adelante, like a motherfucking warrior. ¿Qué pondrían ustedes? ¿Qué pondría yo? «No soy mis inseguridades», creo. Resume todo bastante bien. No soy mi obsesión por estar delgado. No soy mi necesidad de aprobación por el sexo no-opuesto. No soy mis compulsiones o mis máscaras. No somos ninguna de estas cosas. It’s kinda nice to remember.

 

Drinks > gaybies

So, una súper amiga mía tuvo un pregnancy scare esta semanaTengo la impresión de que lo tomamos con más calma de la que ambos hubiéramos podido anticipar. Ciertamente fue una discusión más level-headed que la última vez que hablamos del tema, way, way long ago, cuando no había un embarazo de por medio, solo hipótesis y precedentes. La racionalidad y serenidad con la que repasamos las opciones fue verdaderamente sorprendente. I could be wrong, tho, todo esto fue por whatsapp. She could’ve been freaking the fuck out y yo no me habría enterado. Pero no me dio esa impresión. Yo ciertamente estaba muy tranquilo. Obviamente not my baby, not my problem, right? Pero no me sentía no-responsable. Tampoco me pareció un problema. Ya no somos chibolos. No estaría fuera del reino de lo posible tener (y mantener) un hijo ahora. It would suck, sure; no estamos enteramente listos para dejar de ser egoístas, you bet; pero no es impensable como lo era hace diez años, cuando tuvimos esa conversación. Esta vez, no tenía que terminar inevitablemente en pro-choice territory. This time, it could actually happen.

Mi amiga ha estado bastante… digamos, ocupada últimamente (let’s keep it classy). Así que no estaba enteramente seguro de quién podría ser el padre. Tenía una idea y esperaba que fuera él porque es churro and he’d surely produce beautiful babies. Le pregunté si sería suyo y me dijo que sí, que no se había hecho a nadie más (que calzara con la fecha… I’m not covering for you, you big ho!). La verdad el chico me daba buena espina como padre, if not como novio. Pensé que no sería un douchebag que la llevaría a la clínica más cercana ni un idiota que le pediría matrimonio. He stroke me (not literally, I wish!) as the kind of guy who’d step up. Además tenía cara de llevarse bien con los niños. Again, could be wrong, I don’t even know him. No sé, por un segundo me emocioné. And let’s keep it real, si esta huevona no se embaraza por accidente, jamás será madre.

Anyway, repasamos las opciones con tranquilidad. Históricamente, la reacción de mi amiga ante la maternidad siempre ha sido un sólido «um, pass«, así que empezamos por el escenario con la menor cantidad de bebé posible. There’s obviously plan A, which is pretty self-explanatory. Plan B, aka dárselo al padre, olvidarse del asunto y que la fuerza lo acompañe (can you even do that? Like, legally?). El plan C, to actually keep it (para lo cual le aseguré que el chico tenía cero cara de ser un deadbeat father); y el siempre popular plan G: give it to the gays! O sea, a mí. De hecho fue medio en broma y cagándonos de risa, but for a second there, fue una alternativa real. Después de todo, somos tal para cual. Si yo no quedo embarazado por accidente, tampoco seré padre… y las probabilidades de que mi anticonceptivo falle son literalmente nulas. Condoms may fail, but biology is motherfucking shockproof! Lo más gracioso de todo es que yo me ofrecí. Con la condición de que el bebé fuera lindo, obvio. It was really for funsies, no se me ocurrió que podría suceder.

Al día siguiente me escribió a Facebook y me dijo que aún no había heavy flow para su wide-set vagina, así que se haría la prueba. Le deseé suerte y no volví a escuchar de ella en todo el día. Ya en casa, tarde, le pregunté qué fue. Estaba seguro de que si no me había enterado de nada hasta ese momento era porque a) no la había hecho, o b) la hizo y salió positiva. O sea, si se la hubiera hecho y hubiese salido negativa, me lo habría dicho al segundo. Me habría enterado before the pee had even dried and that had not been the case. No hubo respuesta y me fui a dormir. A la mañana siguiente tenía un mensaje esperando en whatsapp. Negativo. And there went my unborn gayby.

Evidentemente, estoy consciente de que era una pésima idea. Nobody has a baby as a favor. Pero igual fue divertido pensar que lo haríamos. It’s all for the best, ninguno estaba listo para la paternidad. Además, call me old-fashioned, pero primero viene el marido y luego el bebé, jajaja. No querría ser padre soltero de ninguna manera. I ain’t going through that shit alone! Y así como van las cosas, ese día aún está lejos. Además, turns out I already had a few babies last year. Man-children, anyway. Y esas experiencias me han dejado como lección que no estoy para juegos de niños. I say what I mean, do as I feel and don’t play fucking games. Cuando aparezca alguien del mismo perfil y hayan pasado muchos, muchos años, podremos pensar en el futuro y en adoptar los hijos que mis amigas no quieran (y cantarles My Baby, aka Tiny Hands, obvio). Pero por ahora, no gracias. Así que, amigas, cuídense, puta madre. ‘Cause I’ve only just begun (having my fun).

 

Pep talk to myself

Esto es realmente para mí (and all extraordinary machines).
Pero si quieren, pueden leerlo.





Todo parecía indicar que 2013 terminaría en desastre. Los últimos meses del año palidecieron en comparación al primer semestre, que fue francamente espectacular. Tenía claro que poco o nada superaría un reencuentro con viejos amigos al otro lado del charco, pero no pensé que a mi regreso las cosas se irían deteriorando tan terriblemente tan rápido. Europa me hizo demasiado feliz. Estar físicamente presente cuando mi mejor amiga, Jo, recibió su primer baby ultrasound; juerguear con Ani y Bebé en Barcelona; babear por la hermosura de París con citizen-of-the-world, Stijn; vivir cinco días de música con amigos en Crans-Montana; reírme con Tori (Amos, sí) en los alpes suizos. Tipo, ¿qué? La vida no podía ser tan fantástica. It surely couldn’t last.

Los siguientes meses fueron extraños. Había una especie de afterglow que me protegía de la monotonía de las cosas. Sin embargo rápidamente me fui decepcionando de mi rutina. Las cosas estaban «bien». En el trabajo, con los amigos, incluso con la familia. Just fine. Pero eso me inquitaba más. No estaba cómodo con el curso de las cosas, el piloto automático. Reconectarme con un old flame y planear otro viaje fue mi manera de «dinamizar» mi vida, pero no funcionó. No abordé (y en cierta forma aún no lo hago) ninguno de los «grandes problemas», solo escapé. Busqué soluciones fuera de mí mismo, which is always an embarrassing mistake. Osheaga fue mi wake-up call. Me recordó que debía hacer las cosas por mí y no por alguien más. Nadie me iba a hacer más feliz que yo mismo. My old flame certainly lived by this and, for him, I didn’t live up to the hype. I was let go. Luego de eso, el año se fue un poco a la mierda.

Una serie de errores plagaron los últimos meses de mi 2013. Hice cosas de las que no me arrepiento, pero que quizá hubiera sido mejor evitar. Una suerte de segunda adolescencia, que se sintió tan absurda como suena. A seemingly never-ending dancing drunken haze. En algún momento cumplí 29 y básicamente lo ignoré. Estaba contento nuevamente, but then again, I was drunk most of the time. Cuando no tenía un trago en la mano, no era tan feliz. On a particularly low night, escribí un post sobre mi insatisfacción (mayormente laboral), que de hecho acabo de releer, pero nunca vio la luz. Por un segundo consideré publicarlo hoy, pero ya lo pasado, pasado. El destino intervino sabiamente e impidió que lo publique, so I shall leave it well alone. Además, no mucho después de esa terrible noche las cosas mejoraron. Nació mi sobrino, renovando automáticamente mi relación con mi hermana. Llegó la época de fiestas, donde todos nos queremos más y trabajamos bastante menos. Pude ver más a mis amigos. De hecho, me divertí mucho el día previo a la nochebuena con una incursión random a Miraflores y al underbelly de Lince. I’m not even kidding. Año nuevo fue relajadísimo, una celebración brutal el 30, una más sosegada el 31 (porque estaba resaqueadísimo del 30) y un delicioso día de tragos y parrilla el 1 de enero. De pronto el 2013 me dejaba un buen sabor de boca, a chilcano de maracuyá.

Aún me siento un poco on beach mode. Los días de playa tienen un poder particular. El mar renueva, no lo sé. Incluso sentado en la oficina, I feel as if I’m not here. Avanzo mis pendientes a paso ligero, sin mucha presión. El ojo de la tormenta, supongo. It’s kinda nice. Sé que la próxima semana el huracán me azotará de nuevo y no tendré tiempo ni para pensar, but for the time being, I’m enjoying it. Sé que el 3 de enero de 2014 no dista mucho (nada, in fact) de un día X de diciembre de 2013 y nada ha cambiado realmente; pero estos primeros días siempre se sienten distinto. Como si hubieran muchas más posibilidades de las que habían hace seis días, como se siente la mañana después de la peor noche. I can do this. I can turn shit around.