Archivos Mensuales: abril 2021

Para serte franco…

Cuando me dijeron que Franco había escrito algo sobre mí, me causó gracia y ansiedad en partes iguales. La ansiedad es evidente. Un texto, de gentileza improbable, circulaba con mi nombre. Eso no sería del agrado de nadie y mucho menos de alguien que disfruta del anonimato como yo. Gracia porque han pasado muchos años desde que escuché su nombre por última vez y me resulta insólito que piense en mí en lo absoluto, para bien o para mal. Es halagador hasta cierto punto, como explica el propio texto que, por cierto, me gustó mucho. Incluso si decía lo que decía.

Supongo que no te sorprende ⏤y empezaré a dirigirme a ti directamente, Franco⏤ porque tus textos siempre me gustaron. Cuando me tocaba criticarlos rara vez tenía algo negativo que decir. De hecho, una de mis líneas favoritas (no pertenecientes a mi tallerista favorita), la escribiste tú. La imagen de esos cuerpos anónimos formando una caligrafía al tener sexo está tallada en mi mente. ¡En parte porque lo viví! Conozco íntimamente ese font, lo cual mencionas en tu texto y me hizo mucha gracia. Pero, más que nada, porque admiré esa observación tan delicada y perfecta (y envidié terriblemente tu perspicacia). A mí jamás se me hubiese ocurrido. Por eso cuando dijeron por ahí que era «explícita por el gusto de ser explícita» la defendí como si fuera mía ⏤en clase y en privado, aunque eso último tú no lo supieras. Probablemente hasta ahora.

Sobre el post que nos convoca hoy ⏤debo intuir que, si le pusiste mi nombre, quieres escuchar mis impresiones⏤ solo quiero decirte que me gustó mucho el final. Me alegra saber que si nos volviéramos a ver tendrías otra disposición. Sobre todo porque he visitado tu ciudad al menos una vez al año (sino dos) en los años posteriores a la era neoyorquina, así que las probabilidades de que me vuelvas a ver no son pocas. De hecho, tengo un pasaje abierto que pretendo utilizar. Si no fuera por la pandemia, ya habría regresado A ENCARARTE. Ja, es broma.

Me da un poco de risa que seamos como el huevo y la gallina. Tú creías que me caías mal por mi «tonito» (el terrible acento limeño, que efectivamente suena a obviedad) y te caí mal. Yo creía que te caía mal de gratis y por eso me caíste mal. Ahí nos quedamos. Como «enemigos, pero no por algo en concreto». Hoy no podría decirte ni cómo comenzó, porque mi primera impresión de ti ni siquiera fue negativa. Tampoco tenía prejuicios contra ti (a diferencia de algunos peruanos, mi simpatía por Chile está bien documentada). Creo que sólo proyectamos nuestras inseguridades en el otro, como los gays solemos hacer. For that I’m sorry.

En respuesta a tu pregunta, sí me cuestioné algunas veces por qué no nos llevábamos bien, pero no me quedé mucho tiempo pensando en ello. Asumo que ahora podríamos. Esa orfandad, hartazgo y ganas de morir en las que te reconoces siempre han estado ahí, no son exclusivas del momento post Nueva York. ¡Tenemos eso a nuestro favor! El hecho de que hayas leído mi sufrimiento con satisfacción y en compañía de terceros, on the other hand… me hace intuir que por algo no me gustaba la forma en que criticabas a la gente en clase. Pero bueno, en realidad no nos conocemos.

Mi reacción inicial al violento resumen de cinco palabras que recibí sobre tu texto hace unas semanas fue: «podría haber vivido toda mi vida bastante tranquilo sin esta información». Sin embargo, me alegra haberlo leído justo ahora. Verás, hoy ha sido un día un poco turbulento y me encuentro emocionalmente extraño. Por alguna razón, presentí que tu texto recalibraría mi cerebro o cuando menos disfrutaría la prosa y el drama.

Ha sido un poco así, so my most sincere thanks. Si esto fuera el taller, no tendría nada que criticar ⏤salvo los errores de tipeo, una leídita extra antes de publicar no cuesta nada. Gracias por el cumplido no compartido por tus amigos también. Yo estoy más de acuerdo con ellos que contigo y por ello lo aprecio más.

Como último acto de enemistad, igual que tú, publicaré esto sin enviártelo o etiquetarte.
Total, ya sé que me lees. 😘