Archivo de la categoría: Pop culture

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Took a bunch of pills woke up soaking wet

a perfect saturated circle under me

so perfect this shadow, how?

bedspread darkened with sweat

the fabric which clothed me, dry as wry

don’t even know what I meant

don’t even think that it meant     anything

«God is the sweat running down his back,

the water soaked her blonde hair black»

I think about that,

Elise.

Perhaps I sweated out all color

or slashed the walls of the world with all my clawing

and color slowly drained out

unremembered

Yes, I’ve sweated out all color       feasibly in passion

but this embarrassing hue

striking against the grey.

David Duchovny

The Kills tocaba esa noche pero nunca los vi. Era 23 de setiembre de 2016. Mi cumpleaños había sido días antes y tenía una serie de conciertos planeados para celebrar. Adele en Madison Square Garden el mismo 19, The Kills en Terminal 5 el 23 y Morrissey en King’s Theater el 24. Armé mis planes como siempre, como si nada, como una huevona. Sin detenerme a considerar que en cualquier momento te cae la muerte. Felizmente, y no por primera vez, la muerte no me quiso. El shock del accidente me transportó hasta el venue. Rengueando, sí; pero sin dolor.

En la esquina de West 56th y la onceava avenida me crucé con David Duchovny, que venía tranquilamente en la dirección opuesta. Mi cabeza dio un bote incrédulo hacia atrás que lo hizo sonreír. Tenía pinta de llevar prisa y yo tampoco quería detenerme, así que no me acerqué. Solo levanté la mano discretamente y lo saludé. Inclinó la cabeza en un gesto amable, aún sonriendo. Mientras David Duchovny pasaba a mi lado, aventajando a algunos otros peatones con sus piernas largas, me pregunté cómo habría reaccionado David Duchovny a mi accidente. Me imaginé interceptándolo y diciendo «¡me acaban de atropellar, David Duchovny!», y me reí.

No tenía sentido que estuviese ahí, soy una persona en extremo racional. Sabía que algo andaba mal y que, probablemente, empeoraría antes de mejorar. Pero también, secretamente, soy muy optimista. Por eso mi intención fue siempre ver el concierto, pase lo que pase. Como compromiso, porque además soy un ser razonable, decidí darle al destino una oportunidad de detenerme. Si los poderes del universo querían que vaya al hospital, su momento era ese.

Me acerqué al hombre de seguridad y le pregunté si era posible saltar la cola y pasar a la boletería. «Una moto me acaba de golpear camino aquí. Dudo que me reembolsen pero quiero preguntar por si acaso». Él tampoco creía que me devolverían nada, pero me dejó pasar. La persona en la boletería me dijo que por lo general no hacían devoluciones y que, incluso si quisiera, ya era muy tarde para intentarlo. Le respondí que no se preocupe, me lo esperaba. «¿Tendrán hielo?», sonreí. Me miró en silencio por un segundo, absoluta cara de palo. Finalmente he sorprendido a alguien en esta ciudad, pensé. «Déjame llamar a alguien».

Tuve que resumirle mi accidente a una tercera persona. Ella procuraría el hielo prometido. Pero ya estaba harto de contarla, sobre todo porque me veía obligado a excluir a David Duchovny, ¿y no era esa realmente la mejor parte? Le dije que me dolía un poco pero no parecía estar tan mal y que mi plan era sentarme en la baranda del segundo piso. Me consiguió una de esas bolsas de gel congelado y me advirtió que quizá aún estaba en shock. «Cuando baje la adrenalina puede ser otra historia, pero tú sabrás». La miré en silencio por un segundo. Efectivamente, no lo había pensado. «Gracias», sonreí. «Esperemos que no».

Por supuesto, así fue. No bien me recosté contra el riel del segundo piso me empezó a latir la pantorrilla. Cada uno de los nueve minutos que estuve sentado en el suelo, el dolor creció. ¡Con lo que me había costado subir, ahora tenía que bajar! Contemplé tomarme un par de cervezas y jugármela, pero mis fantasías mórbidas de hemorragias internas pudieron más que las ganas tibias de ver a The Kills. Mejor bajar ahora que todavía puedes. Humillada, reaparecí en la entrada y le dije a mi primer interlocutor, el chico de Seguridad, que la adrenalina me había abandonado.

«Hay un hospital aquí cerca, te recomiendo que vayas en taxi. La ambulancia es bastante cara». Qué tan cara puede ser, pensé. Además tengo seguro. «No, está bien, que me lleve la ambulancia». El chico me sentó en una silla plegable junto a la entrada y fue a contactar a los paramédicos, no sin antes preguntar por segunda vez si estaba seguro. Los paramédicos llegaron con las manos vacías, aparentemente incrédulos de que alguien quisiera ponerlos a trabajar. Por tercera vez me preguntaron si estaba seguro de querer ir en ambulancia. ¡Eso debió indicarme cuán caro era realmente un paseo en ambulancia y cuán fuera de mi cobertura estaba! Pero como cojuda asentí una última vez.

Mientras preparaban la camilla, los transeúntes me observaban. No estaba seguro de lo que sentía. Algo similar a la vergüenza pero diluida, líquida, y en ese líquido flotaba algo más denso, que se hundía y reflotaba, parecido al orgullo. Ahí estaba mi ego, sentado en la vereda como una lámpara de lava. Huachafa, sí; poco digna, también; ¡pero hipnótica! De pronto, altísimo drama en 15 segundos ⎯¡gente, camilla, rampa, ambulancia!⎯ y adiós. En el camino, los paramédicos me preguntaron qué me dolía, si tenía alergia a algún medicamento, me tomaron la temperatura y la presión. Finalmente, al verme de tan buen humor, por fin preguntaron qué diablos pasó.

Estaba en la esquina, esperando que cambie la luz, y cuando cambió, me tiré a la avenida y crucé. Antes de empezar mi camino ⎯o quizá simultáneamente, no lo sé⎯ ya había visto a los autos en el extremo más lejano de la avenida bajar la velocidad y detenerse. Lo que no vi fue que, de mi lado de la avenida, una moto que venía embalada jamás pretendió frenar. La moto quería ganarle a la luz o, mejor dicho, sabía que iba a perder por míseros segundos y no quería esperar. El resto de peatones agolpados en la esquina la vieron venir y se quedaron atrás. Tengo la impresión de que trataron de detenerme, pero me disparé demasiado rápido ⎯y encima estaba con audífonos, escuchando a The Kills, unaware that I was about to be killed!

Mi paso resuelto informó al motociclista en un solo segundo de mi completa ignorancia de la situación. Sería él quien tendría que hacer la maniobra para no matarme (o a ambos) porque yo no tenía intención alguna de parar. Así lo hizo, literalmente in the nick of time because he nicked my leg. Fue una ráfaga de luz frente a mí y luego la avenida, vacía como un segundo atrás. Me detuve solo por un momento y busqué confirmación a mi derecha. Sí, una moto tambaleándose y retomando la carrera. Well… shit. Casi me parten en dos.

Entonces me percaté ⎯periféricamente porque jamás volteé⎯ de la U de transeúntes que se había formado detrás mío y sólo ahora empezaba a avanzar. Gente que se quedó petrificada pensando que presenciaría mi Final Destination de la vida real. «¿Se te acercó alguien?», preguntó una de las paramédicas. «¡¿Crees que iba a parar?!», le respondí. «¡Seguí caminando con la frente en alto y no cojeé hasta que le di la vuelta a la esquina!». Primero muerta que humillada. Ante todo, dignidad y orgullo gay.

«¡Pero me crucé con David Duchovny!», sonreí.

Dolores

Cuando murió Bowie hace un par de años, lloré toda la madrugada hasta quedarme dormido. Desperté con la incontenible necesidad de visitar su edificio en Nueva York, despedirme de alguna manera. Puse Five Years en repeat a todo volumen mientras me preparaba para salir. Escuché Heroes en la plataforma del subway y lloré un poco más. A una cuadra del edificio ya podía ver un sinnúmero de cosas en el suelo. Flores, ilustraciones, fotos, vinilos, velas y cartas de personas que excedían a las diez o doce que estaban ahí cuando llegué. Pertenecían a los que habían desfilado también durante la madrugada y la mañana. El espacio era pequeño y seguiría acumulando cosas durante el resto del día. Pusieron un guardia de seguridad a cargo del pequeño altar. Con el paso de las horas se hizo evidente que alguien debía asegurarse de que la gente circule y sus ofrendas no se derramen por todo Lafayette.

Busqué flower shop near me en Google Maps – quizá mi feature favorito del app – y caminé hacia una florería en Mulberry. El lugar, Shu’s Flowers, era hermoso. Me quedé un rato viendo los arreglos y las macetitas de cristal. Cuando sonó Lazarus en mi playlist, Bowie eligió su flor. Era una orquídea negra, que abierta bien podría ser a black star. Perfecto, me la llevo. Me dieron una tarjetita en la que escribí «You were a hero every day. Thank you, Starman» mientras caminaba de vuelta al edificio. Coloqué mi flor en el suelo – curiosamente, al lado de un papel que decía «PERÚ» escrito con lapicero –, respiré profundo y me despedí de alguien a quien jamás conocí. El aire helado se sintió bien al entrar y salir. Todos los huérfanos de la vereda se miraban unos a otros con cariño y compasión, como si nos conociéramos. No creo haber hablado con nadie, solo intercambiado miradas y esas no-sonrisas con labios apretados que uno suele compartir con gente que sufre la misma suerte que uno.

Here’s the kicker: nunca fui tan fan de la música de Bowie. Algunas me gustaban, otras no y la gran mayoría ni las conozco. Las que me gustan, me encantan; pero cualquier fan real podría desenmascararme como un falso fan en tres patadas. Qué pasó, entonces. ¿Pose? No realmente. La importancia de Bowie para mí va más allá de los dos o tres discos que me encantan. He was a fucking weirdo  – and a revered, successful one at that. Era, además, la encarnación de queer. No era gay o bisexual o straight, era todo el espectro en sí mismo. Tampoco era un activista LGBT pero su mera existencia era contestataria y facilitó ese activismo. Era un puente entre puntos diametralmente opuestos, un idioma común entre poblaciones irreconciliables. La influencia de Bowie es tan incalculable que es imposible pensar en él como un ser humano. O lo era hasta que su muerte nos recordó precisamente que no era solo un ícono, también era mortal. Pocas cosas son tan tristes como que se apague una estrella de ese calibre, así fuera una que solo veías ocasionalmente y desde muy, muy lejos.

Dolores, sin embargo, es otra cosa. Bowie siempre estuvo en el cielo, ella estaba en mi cuarto. Entiendo que pueda sonar ridículo para muchas personas que uno llore la muerte de un artista, que sienta tal afinidad por alguien que nunca ha conocido. A esto, respondo: que jamás nos hayamos conocido no la hace, en lo absoluto, una extraña para mí. Hace casi cinco años, en este mismo blog, describí mi relación con los músicos of my formative years como amistades por correspondencia. Sigo pensando exactamente igual. Estas son personas que se han abierto de par en par y han expuesto ante el mundo lo que realmente piensan y sienten en un momento dado. Those are called lyrics. Yo, como millones de personas, he recibido ese mensaje y he dicho «oye, yo también». Those are called fans and we all have that in common. Quizá no puedo decir esto de las letras de, no sé, Britney – a quien amo por motivos diferentes y dios mío por favor no te la lleves –, pero puedo definitivamente decir esto sobre Dolores.

Estamos hablando de 1996, cuando tenía doce años. Not a girl not yet a woman and, actually, a boy. A gay boy. No puedo recalcar lo mierda que es tener doce años y saber que eres gay en el Perú de mediados de los 90. Tenía amigos del colegio, sí, pero no los veía mucho realmente y no podría decir que me conocían. No sabían lo que pensaba o, específicamente, lo que temía. No podía confiar en ellos. No podía confiar en nadie. No tenía «amigos del barrio», which I always heard was a thing. ¿Cómo podía entablar amistad con los chicos del parque? ¿Qué tenía en común con estos niños hetero que jugaban fútbol o montaban skate o lo que sea? Absolutamente nada y saber que me podían descubrir en el intento me generaba una ansiedad terrible. ¿Habría otro niño gay por ahí? De hecho lo había, pero no lo conocí hasta mi adultez (¡hola, princess!). A esa edad, no lo sabía y asumía que todo el mundo era hetero y yo era el único raro.

En mi cabeza, estaba solo. En la práctica, también. Me pasaba los días en mi cuarto, con la puerta cerrada, con el mejor regalo que me dieron mis papás: uno de esos equipos que parecían una olla, con la casetera al frente y el reproductor de CD «en la tapa». No tenía a nadie, pero tenía a Dolores. Tenía mi cassette de To The Faithful Departed (con algunas canciones sueltas de No Need To Argue). Ella entendía. O yo pensaba que ella entendía con el inglés básico que entendía yo. Esa es otra cosa, y nunca había reparado en ello hasta hoy, ¡pero Dolores O’Riordan perfeccionó mi inglés! Ella y Alanis. Porque bajé las letras de internet, busqué traducciones para lo que no pude descifrar por mí mismo, memoricé todo y practiqué mi pronunciación cantando, sin darme cuenta. A ella le debo que hoy tanto gringo idiota se sorprenda de que sea peruano y me diga «but you speak so well!» (ugh).

No tuve la suerte de conocerla en persona. Vi a The Cranberries dos o tres veces en vivo, pero jamás la conocí. Pensé que quizá el 2017 sería mi año. Tenía mi entrada para setiembre en Terminal 5, unos días antes de mi cumpleaños. Cuando la fecha estaba muy cerca, la banda canceló. Dolores estaba mal de la espalda. Prometieron reprogramar la gira cuando se recuperara, pero nos devolvieron el dinero. En ese momento no pensé nada al respecto. Ahora que Shakira me ha hecho lo mismo, pero no me ha devuelto un sol, me doy cuenta que significa «queremos reprogramar pero quién sabe cuándo sucederá». Ahora no sucederá nunca. Shakira, por cierto, puso fecha para agosto. Mismo venue y mismas entradas, por eso no devolvió nada.

So I do mourn her. I am genuinely saddened by her passing. No solo porque sé que ya no la voy a ver, que no habrán más conciertos, más «visitas»; sino porque ni siquiera habrán más cartas. Estaban grabando de nuevo, ahora todo eso se perderá probablemente. O lo lanzarán póstumamente, que es igual de triste. «No habrán más cartas». Lo leo y me da más pena aún. She made a lonely kid less lonely and that to me is a friend. Me gustaría poder haberme despedido como con Bowie, but no such luck. Quizá algún día la pueda visitar en Irlanda y darle las gracias personalmente. Adiós, queen.

Bitch I’m Madonna [pt. 1]

La semana pasada fue la gala del Met. No soy much of a fashion queen, así que no me interesa discutir el tema ni los atuendos (aunque #teamZAYN); tampoco lo pesadas que son las Olsen ni si una Kardashian (o Jenner o lo que sea) se cortó las piernas con el vestido ni si los ojos azules de Kanye West son una afronta a su raza ni si Sarah Jessica Parker entendió el theme de la noche o no. Ninguno de los temas idiotas que fueron noticia toda la semana en blogs y listicle sites. No, hay otra cosa que me pareció más interesante y pasó relativamente desapercibida. No, mejor dicho, it burned fast and bright for a hot second y luego el mundo la olvidó: Madonna.

What ha-happened was Madonna did as Madonna usually does: salió prácticamente calata, con un vestido catalogado «terrible para su edad» (aunque, en honor a la verdad, ese outfit es terrible a cualquier edad. Pero seguramente si se lo hubiera puesto la tarada de Jennifer Lawrence, la gente le hubiera lamido el pezón). And then the internet did as the internet usually does: la gente le dijo «vieja culiada, tápate, nadie quiere ver eso, ya no estás para estos trotes». Madge, que no es ninguna estúpida, sabía perfectamente que esto iba a pasar… porque desde hace 10 años le pasa a cada rato. So she did what any young, hip kid these days would do: took to Instagram (#yas #onfleek #lit #bitchimMadonna #tbt #likeforlikes). 

Básicamente, nuestra Señora del pop argumentó que si tienes un problema con su vestido, el problema es tuyo. Esto es verdad. Si crees que es una ridícula por ponerse ese vestido, tienes un prejuicio contra lo que una mujer puede hacer a esa edad. «Nunca me he limitado y no pienso empezar ahora. No tengo miedo de pavimentar el camino de las que vienen detrás mío», agregó. Now THAT I don’t buy. Amiga, te quiero, pero no te hagas la mártir que no lo estás haciendo por nadie más. This is all you, no seas graciosa. ¿Y saben qué? Eso no está mal. No debería tener que escudarse en ese argumento de «hola, soy la abanderada de la vejez para futuras generaciones», como buscando disimular esa (rubia) ambición que la hace Madonna. #Unapologeticbitch4ever.

Sincero o no, she has a point. Si la huevona quiere salir con las tetas al viento, ¿por qué no habría de poder? El mundo se RESISTE (nunca un mejor verbo) a que esta mujer de casi sesenta años actúe como siempre ha actuado porque «ya no es apropiado para su edad». Ella responde con un enorme dedo medio y pone sobre la mesa la pregunta obvia: qué carajo es «age appropriate» y quién lo decide sino yo. Al ponerse sus transparencias y entrar a la batalla ass first, afirma que la personalidad no tiene fecha de caducidad, no va a dejar de ser ella misma por ser más vieja y, efectivamente, sí está abriendo camino para las mujeres (y gays, let’s be real) que la sucederán, sea o no esta su intención más sincera. Nadie va a levantarle la ceja a Miley cuando tenga 70 años y se esté metiendo un martillo al hoyo (asumiendo que siga viva), estoy seguro. Y se lo deberá a Madonna, como todas le deben todo.

A propósito de todo esto, el otro día conversaba con Mariana sobre el concepto de la edad, lo que se considera «age appropriate» y cómo yo mismo no me siento para nada a tono con (lo que supuestamente «debería ser») mi edad. Más allá del hecho de que le tengo pánico a la vejez, algo que hoy conversé con unos amigos de la maestría y que explicaré con más detenimiento en un segundo post, la razón por la cual no me siento en mis treinta es porque no tengo ninguna de las responsabilidades asociadas con esta etapa de la vida. No me he casado, no tengo hijos, no tengo casa propia, renuncié a mi trabajo, I’M BACK IN SCHOOL y no tengo la menor idea de qué hacer con mi vida. Básicamente, sigo en mis veintes (¡si no en mis teens!).

Creo que nos vendieron la idea de que «cuando uno llega a cierta edad», todo se arregla. Ya sabes todo lo que tienes que hacer y cómo será la vida y bla. Clearly, it’s bullshit. Lo que pasa es que si ya eres responsable de la vida de otro(s) ser(es) humano(s), ya no hay mucho tiempo para pensar en lo poco que sabes. You gotta fake it ‘til you make it… and you never truly make it. En adelante, solo puedes confesarle a tus amigos más cercanos que estás perdido en la vida porque la sociedad te juzgará más duramente (desahuévate, cómo es posible, tienes hijos, ¡alguien por favor puede pensar en los niños!). Entonces, si uno nunca tiene que quemar esas etapas de paternidad y matrimonio y bla, ¿qué pasa? Bueno, en mi experiencia, todo sigue un poco parecido. Mi personalidad es la que siempre fue y no hay un contexto que me obligue a cambiar demasiado, lo cual no significa que sea un inmaduro de mierda o que me rehuse a crecer. Más sabe el diablo por viejo y por supuesto que tengo la sabiduría de mis años. But do I still party/befriend/date 20-year-olds? Yes, I do, because we STILL have things very much in common. Nuestras vidas todavía se parecen, le pese a quien le pese, y si a alguien le parece ridículo es su problema y no el mío.

La edad no significa nada. El mundo se puso de acuerdo sobre lo que constituye un adulto, cuándo sucede, qué puede hacer y qué ya no y todo es mentira. O mejor dicho, no es necesariamente verdad, no para todos. Eso de que uno es tan viejo como se siente es absolutamente cierto. Sí, no puedes desgraciarte como antaño porque te empiezan a fallar todos los órganos. Sí, no tienes la piel tersa del ayer y probablemente uno que otro diente no sea original. Sí, no puedes cantar YOUTH de Troye Sivan sin sentirte un poco la mamá de Regina George, but you know what, I AM A COOL MOM AND MY YOUTH IS YOURS, DAMN IT. ¿Por qué tendría que someterme a lo que la gente espera que sea «a mi edad» si no me siento así? ¡Lo que es bueno para Madge, es bueno para mí! Crecer no es envejecer y nunca es ridículo ser quien uno es. #youdontownme #firstwivesclub #YoungerTV

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Si fuera tan huevona como Carrie…

New York city. As warmer days roll around and Spring thaws out the cold hearts of many a Manhattanite, the parade of overly attached couples seems inescapable and never-ending. How is it that in a city so aggressively fast-paced and self absorbed, where people can barely spare five minutes from their busy schedules for an iced chai latte on-the-go, so many men and women found the time to meet? There they are, right in front of me, walking hand in hand, with smiles as bright as these days are long: couples. Couples everywhere. Glowing with puppy-love gleam against the otherwise black-and-white crowd. Sticking out like a crimson, freshly-wacked thumb.

And then there’s me. Sitting by myself in an uptown café, unable to even consider the daunting venture of dating anew over my chocolate almond croissant. The mere idea of getting to know someone all over again, somebody new, is exhausting. But what does that mean? Am I shutting people down from the get-go because I’m still tired from my last relationship, or do I actually wish to remain unattached? There’s a bright side to freedom, and it’s even brighter in the Spring, not to mention the Summer. And still… there’s a nagging little voice inside my head I can’t seem to shake off.

Am I enjoying being a Spring fling queen, or am I just waiting for the king to claim back the throne?
I couldn’t help but wonder… is it me or was it him?

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(Qué divertido fue hacer esto, csm 🙊).

[Project #642] Subject 116

Task: You get to be any singer you choose
and sing one song in a live concert.

 

 

 

 

 

Esta mañana desperté a las 9 y pico, sorprendido de haber dormido tan poco y sentirme tan lúcido. «Quizá pueda ir al gimnasio ahora. O comprar pan y papel higiénico antes de irme de brunch«, pensé. Puse un poco de música, me preparé el desayuno, jugué un poco de Spider-man Unlimited en la tablet (quedaban nueve horas de reto y no estaba ni remotamente cerca de los 3,500 combos) y me revolqué perezosamente en mi cama hasta quedarme dormido otra vez. No habría gimnasio, compras o brunch para mí este domingo. Cuando desperté por segunda vez ya era más de la una. «Si voy al gimnasio ahora, en este preciso instante, podría hacerla. Hoy cierra a las… ¿tres, cuatro?», me dije, como siempre me digo cuando quiero animarme a hacer ejercicio. No lo logré. Me sentía mareado y cansado. Suele suceder cuando duermo demasiado. Así como el dinero trae más dinero, el sueño trae más sueño. Si duermes demasiado, ya nada es suficiente. Volví a cerrar los ojos y no me levantaría hasta la tres de la tarde. Lo primero que pensé es que ya era muy tarde para el gym.

Abrí mi tablet, me deslicé entre playlists y seleccioné «Night time Placebo«, una lista de canciones lentas y deprimentes de mi grupo británico favorito después de The Smiths. Lo llamé así porque, duh, lo escucho de noche. Conciliar el sueño es una de las cosas que me resultan más difíciles, creo que lo saben, y después de algunas horas (plural) de rodar por mi colchón, it can get a little boring and a lot frustrating. En ese momento, pongo música – bajito para no despertar a mis roommates -, y espero que la modorra me lleve. ¿Por qué pongo las tristes? It’s not that I wanna cry myself to sleep, simplemente son las menos estridentes de su catálogo. No puedo arriesgarme a poner sus discos en shuffle y que Nancy boy o The bitter end espanten el sueño que tanto esfuerzo me cuesta conseguir.

Siendo poco más de las tres de la tarde, esta vez no necesitaba que Placebo me susurre. Sencillamente me provocó escuchar Bosco. Tenía la melodía en la cabeza and it kinda went from there. «Dónde estaría sin Brian Molko el día de hoy (heart emoji)», tuiteé. Es verdad. Sin pensarlo demasiado, y hasta cierto punto sin darme cuenta, he caminado en paralelo a la evolución del señor Molko durante buena parte de mi vida. Él varios pasos delante mío, claro. Mientras veía fotos y gifs de Placebo en Tumblr, pensé en la primera vez que vi el video de Pure Morning en MTV. Entonces un adolescente en los primeros años de secundaria, aún luchaba por entenderme y aceptarme a mí mismo. Ver a este ser andrógino contemplando saltar de un edificio al ritmo de la música más oscura que había escuchado («days don’t end, skin’s crawling…«), me resultó tan seductor como aterrador. Placebo sacudió mi closet con actitud contestataria y provocativa. Recuerdo que un chico del colegio, a quien le gustaba la banda «a pesar de que es un cabrazo», me preguntó si me gustaba la canción y yo respondí «no me gusta Placebo». I was lying, la verdad era que solo había visto el video de Pure Morning algunas veces y nunca completo. No era que no me gustaran, era que no quería darles la oportunidad de que me gusten.

Pasaron bastantes años antes de que realmente me rindiera ante Placebo. Cinco, de hecho. Recuerdo haber visto algunos videos durante esos años y, pese a que me impresionaron, seguí tratando de mantener mi distancia. Taste in Men, por ejemplo, donde Molko se gilea a una huevona y luego a un huevón, gave my senior-year-of-high-school self ALL the life. Para ese entonces ya la tenía clarísima… and the little thrill provided by Molko’s performance me lo confirmó. Cuando Sleeping with ghosts salió a la venta en 2003, yo ya estaba en la universidad and very much out. Not only was I out, I was PISSED. Todo acerca de ser gay me llegaba al pincho. My on and off relationship con un imbécil que me negaba, la homofobia estúpida de mi ciudad, la falta de lugares donde sentirse libre, el miedo que me daban otros gays más experimentados. Needless to say, le di la bienvenida a toda la discografía de la banda con los brazos abiertos. Me volví Brian Molko circa 1996 e hice de Nancy boy mi himno. Solo quería joder al establishment de mierda y ser lo más cabro que pudiera ser (¡oh, la rebeldía de la juventud!). Creo que esos fueron los años que más usé carteras, jajaja. How very…

Durante esos años, Brian Molko fue mi hermano mayor. Él había pasado por todo lo que yo estaba pasando y para cada problema, tenía una canción. No puedo contar las veces que escuché Nancy BoyEvery You Every Me o Taste in Men para no sentirme débil, para endurecer mi pellejo, para hacer hervir mi sangre y estar preparado para sacarle la mierda a quien me dijera algo. Tampoco sé cuántas noches pasé tirado en el suelo de mi cuarto escuchando My sweet prince o Centrefolds, repasando todo lo malo que había sucedido con este chico… and yet absolutamente validado y fortalecido por la canción. Tampoco puedo describir las cosquillas que sentí cuando escuché a Brian decir en una entrevista (sobre la era Black Market Music) que había tenido desórdenes alimenticios, los cuales estaban inadvertidamente documentados en el video de Taste in Men. Saber que él también pasó por eso me hizo sentir menos agobiado al respecto. De hecho, desde ese momento no he sentido el más mínimo rubor al tocar el tema (and now I won’t shut up about it).

La primera vez que viajé fuera de Perú por un concierto fue para verlos a ellos. Era la gira del Meds, en 2007. Pese a casi morir aplastado por chilenos energúmenos, fue tan fuckin’ increíble que hasta la fecha los he visto al menos una vez en cada gira (dos en la última). Pero ahora cantamos otra nota. Como todo el mundo crece, Brian también creció. Pasó de ser alguien que célebremente describía sus giras como un «trail of blood and spunk» a ser alguien que abre el concierto diciendo «tonight we come in peace«. Con los años, yo también empecé a ubicarme por aquí. Being so angry for so long was exhausting and I was over it. Ya no tenía ganas de pelearme con todo el mundo, no tenía sentido. Ahora quiero vivir tranquilo. More than anything, quiero que todo esto deje de ser un issue y que cada quien pueda seguir su camino sin joderse estúpidamente. Así que ahora me verán en marchas pacíficas por la unión civil en vez de levantándole el dedo medio a todos los que me miran mal in hopes of a fight, jaja.

So if I could be any singer for a day, I’d choose Brian por dos razones: a) me gusta saber que venimos del mismo sitio, de la misma rabia, y que hemos podido salir del hoyo; b) me encantaría pensar que me dirijo al mismo lugar donde él está hoy. I’m not quite there yet, but I’d love to. Me gustaría poder pararme frente a miles de personas y decirles que solo hay una cosa por la que vale la pena gritar muy, muy fuerte and mean it. «A love that is so proud it never has to question why or how».

Mi Top 10 live acts (con bonus tracks)

Si no saben que vivo y muero por la música en vivo, no saben nada de mí. Tipo, nada en lo absoluto. But that’s ok. It has come to my attention I have readers who have actually never met me. Me pasa un poco de vueltas. No porque crea que son unos asesinos en serie or anything, sino porque me cuesta creer que alguien que no me conozca pueda tener algún interés en anything I have to say. I certainly don’t care what anybody has to say! Pero, bueno, ese soy yo. You know, kind of a bitch. Igual me encanta que me dejen comentarios, ah… got me feeling couture.

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Estaba tentado de poner que me encanta la música y no la música en vivo, porque es así; pero cuando uno dice que vive y muere por la música, la gente asume que tocas un instrumento y yo no toco ni el timbre. No, really, ni el timbre. Cuando llego a mi edificio I just stand there and serve bitch face hasta que el portero me ve y me abre la puerta. But that’s another story. El punto es que me encanta la música. Escuchar un álbum de alguien que amo es el equivalente a leer y releer la carta de un amigo muy querido que vive lejos. Alguien que me quiere y me entiende. No es de extrañar entonces que, para mí, asistir a un concierto, aquí o en otro país, es como que ese amigo me visite o yo lo visite, and that I love.

He visto más de 90 live acts en mi vida. Algunos en concierto propio, otros en festivales, otros como teloneros. Algunos han llenado estadios; otros, escenarios más modestos; y los menos conocidos (pero no menos espectaculares), bares de mala muerte. But I’ve never been a size queen. No es el tamaño del venue lo que importa, sino lo que traes al escenario y solo un puñado de artistas lo dejan absolutamente todo en él. De las 94 bandas y solistas que recuerdo haber visto, estas diez son las que más me han impresionado por la calidad de su espectáculo, su inigualable showmanship y talento, y por la conexión emocional con el material y los fans.

 

10. Green Day

Granted, yo tengo una visión MUY sesgada de cuán buenos pueden ser sus conciertos.

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That’s just me and then-boyfriend Billie Joe, nothing to see here. #Lol.

No obstante, esto no compromete mi objetividad: Green Day is hella good live. No hay nada más de puta madre que una banda con una carrera de 20+ years que conecta con su público como si aún fuera 1994 (if only!). La interacción con la audiencia fue non-fucking-stop y aún así tuvieron tiempo para destruirla en el escenario. Hit tras hit, fan tras fan (yo fui el primero de cinco o seis, fue una locura), stunt after stunt, los californianos pusieron un show increíble esa gira, divertidísimo de principio a fin. Punk gone pop gone punk again. Nothing wrong with it.

Pensar que estuvieron apunto de seguir en los trágicos pasos de U2* después de lo ineludible que se puso Boulevard of Broken Dreams.
Phew!

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*U2: dícese de un grupo originalmente bueno que después de un periodo de relativa gloria se vuelve insoportable y la gente no le acepta un disco ni gratis (Véase también: Lady Gaga).

 

9. The Killers

April showers bring May flowers, pero yo quiero a Brandon Flowers todo el año.
Boy is HAWT and boy can sing. 

Fun fact: We were once engaged. But he’s a mormon so, so were a lot of other people. Dick.

engaged

He looks tiny but he’s not.

Durante los primeros años de los 2000, yo seguía escuchando los mismos grupos que venía siguiendo casi una década. En parte porque le temo al cambio, but mostly ‘cause everything at the time was shit. The Killers es una de las pocas bandas de los early 2000’s que me parecieron lo suficientemente infecciosas como para ganarse un lugar en mi colección. Pensé que mucho de su appeal era glitter, smokes and mirrors, not unlike Miss Britney Spears’ holy Vegas residency (no T, no shade!), pero la verdad estos huevones son una bomba en vivo. Los he visto dos veces y hubieran sido tres si no se hubieran quedado varados en Francia cuando yo los esperaba en Suiza.

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Still waiting, bae.

 

8. Robyn

She’s the unlikely hero of pop and I literally CANNOT at her live shows. La vi hace unos años en Coachella… and then did it… a-gain, cuando tocó hace unos meses con Röyksopp en Nueva York. Ambas experiencias fueron tan increíbles que seguramente solo pueden expresarse en sueco.

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I salute you, you fierce bitch. You’re best in class.
No tengo nada más que agregar.

 

7. Metric

Cuando Metric canceló su participación en el Corona Capital de México en 2010, solo los odié. No verlos tourear el Fantasies, uno de los mejores discos que he escuchado en mi vida, fue algo de lo que simplemente no me podía reponer. O sea, ¡ya tenía mis entradas y pasajes de avión! Ugh. Anyway, cut to 2012, cuando me recorrí Florida de arriba a abajo con la siempre aventurera Viryagra en busca de música, fiesta y sol. Descubrí que el amargo sufrimiento de no verlos estaba justificado y era inversamente proporcional al rush de adrenalina de sí verlos. Metric at the Fillmore fue uno de los mejores y más energéticos shows que he visto en muchísimo tiempo. Una experiencia solo superada por el número 5, que también fue en este viaje, y solo arruinada por los dos árboles que tenía plantados frente a mí, que no me dejaban ver bien.

Either way, Metric live. Are. Rad. As. Fuck.

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6. Portishead

Se reunieron después de ochocientos años y sonaban tal cual o mejor. Nunca antes algo tan sombrío y crudo había sido tan vívido y hermoso. Superó por completo todas mis expectativas. Mi cara era tan solo una sonrisa de oreja a oreja cuando terminó el concierto y caí en cuenta de que tenía el setlist en la mano. Ni siquiera recuerdo en qué momento lo tiraron.

Beth Gibbons is an international treasure!
Fucking Portishead, people. I could cry.

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5. Florence + the machine

Como dije, esta fue la gran ganadora de mi tour por la Florida hace dos años. El tour, además de Metric, también incluyó a Fiona Apple. On a side note, me sorprende no haberla incluido en este top 10 de live acts, porque realmente es una GRAN artista en vivo, pero al final del día es Fiona Apple. She’s kind of uncomfortable to be there y eso la separa de esa lista. Ciertamente la separa de Florence + the machine, que tan solo florecen en concierto, pun intended. Also, Florence Welch’s live vocals are simply otherworldly.

Déjenme decirles una sola cosa sin lugar a duda: that bitch can SING. Si yo tuviera esos pulmones también le pondría ese nombre a mi disco debut. A well deserved homage! Sus conciertos son un fenómeno que debería ser estudiado por la ciencia. Parecen sacados de los Expedientes X. Florence + the machine se traga el cosmos every single show y devuelve una escultura hermosa y rara como sus discos o su voz.

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She’s a must see.

 

4. Paramore

Bear with me!

No me crucifiquen por poner esta banda tan arriba. Les JURO que se lo merecen. Quizá no te gusten sus canciones o te parece que es teenage nonsense… and you may be right! Pero aquí estamos juzgando capacidades como live acts y Hayley Williams es la front woman más carismática de su generación. Hands down. ¿Cómo lo sé? Porque fui con otro gay al concierto y los dos nos moríamos por ella al final de la noche. Bitch can turn a bitch! Si eso no es carisma, no sé qué es.

NUNCA me he divertido tanto en un concierto de una banda de la que sabía poco o nada y se lo debo únicamente a los performing chops de Hayley. Es una bola de energía, es agradecida con sus fans, canta como la puta madre y se hace leña en el escenario. Sin temor a equivocarme, y habiendo visto casi una centena de grupos en vivo, suscribo: Paramore es uno de los mejores live acts de hoy.

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PS: ¡Rodrigo, amigo, eres más que otro gay! jaja ❤ #writercasualties

 

3. Madonna/Kylie Minogue

There is a reason why these bitches have been ruling the pop world for over 30 years:
Pop royalty does not fuck around.

Los shows de estas pendejas son el máximo lujo del pop. Superproducciones de tan alto calibre que solo puedes mirar con la quijada en el suelo. Esto es un empate porque, honestamente, Madonna y Kylie SON un empate. No puedo poner a una encima de la otra porque, si bien Madonna es la Reina indiscutible del universo, Kylie es Kylie. Ella está reinando su parcela tranquilita en otro plano de la realidad (presumiblemente un universo paralelo de figuras geométricas, luces de neón y clonaciones, much like all Fever-era videos) y sacando hits como una loca.

Also, #noTnoShade, but Kylie brings the roof DOWN with her vocals.
(Ver: «Your disco needs you» en el iTunes Festival).

Por supuesto que podría decirse lo mismo de blockbuster shows como los de Godney (#VEGASPROMO #PlanetHollywood #CyberMonday #OfertasEnDespegarPuntoCom #BuyBritneyJeanOniTunes) o Miley, que también se vuela el techo con sus vocals; pero, amigas, we gotta respect our elders. No es ninguna casualidad que después del tercer holocausto pop (a.k.a. cuando el mundo conoció a Pitbull), estas leyendas sigan en pie.

¿Quizá algún milenario secreto del oriente?

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2. Morrissey

A partir de aquí, la cosa se pone obvia.
First up, the ringleader of the tormentors and love of my life: Morrissey.

Nadie, quizá excepto yo, ha sufrido por tantas décadas con tanto estilo como Moz. Ámenlo u ódienlo (sabiendo que si lo odian, yo los odio), este controversial vegano es una de las personas más influyentes de la historia de la música y con justa razón. Sus letras son arte. No hay nadie en el mundo como él. Nadie. And trust me, I’ve looked! Tengo un radar para la música deprimente y no he encontrado a nadie que le haga justicia a la depresión con la maestría y teatricalidad de Morrissey.

Y esa voz. O sea, mejor mátame.
Incluso hoy, aunque endurecida por la enfermedad y la vejez, sigue siendo la voz del niño con la espina en el costado. Pure. Fire. On. Stage.

He was put on Earth to make us miserable with unparalleled artistry… and as we collectively lick our wounds we find out Earth is, indeed, the loneliest planet of all.
#VivaLaMoz!

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1. Tori Amos

This should come as NO surprise to ANYONE, but still, gimme a minute!

Les voy a decir las razones objetivas por las cuales Tori Amos es el mejor live act que he visto en toda mi vida:

  • Es una de las cantantes más intensas que he visto en vivo. Seriously, it’s an exorcism.
  • Es una pro con sus soundchecks y ensaya como desquiciada. Thus, she’s been consistently hitting the mark every. Single. Tour. For the past 20+ years.
  • Las notas, perfectas hasta el día de hoy. Quizá ahora un poco más cortas.
  • Toca dos teclados a la vez. Dos. A la vez. DOS. Uno en cada mano.
  • Construye el setlist con sus fans antes del show. Yo personalmente he tenido dos requests cumplidos la noche que los pedí (Raspberry Swirl en 2007 y Not the Red Baron en 2011. Your faves could never!).
  • Habla con los fans antes de prácticamente cada show y lo ha hecho desde 1991. See, here’s the thing: Bitch loves her fans and her fans LOVE her. It’s literally quite sick. Conoce a un buen número de ellos, los recuerda, sabe sus historias, es algo que nunca he visto y creo que nunca veré de nuevo con otro artista. Tori is unique as fuck in that regard. Tiene una conexión genuina con sus fans y no los usa para hacerse propaganda (Ver: Lady Gaga).
  • Y mi razón número uno: Cambia el setlist cada. Pinche. Noche. WHO THE FUCK DOES THAT?
    Cuando me preguntan por qué la veo cinco veces por tour, la respuesta es esa. Not ONE show is the same. Not. One.

This bitch is FIRE on stage. Si bien sus últimos discos son cada vez menos relatable para mí, su catálogo es tan impresionante que no me importa. Sus seis primeros discos son oro puro (dos son mi top 10 de todos los tiempos), los otros seis son hit and miss, but who cares? As long as she keeps hard at work, I’ll keep showing up. Porque si con 50 años puede romperla de esa manera, bitch still deserves to be heard!

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Lo dije al comienzo, los discos son como cartas viejas de buenos amigos y los conciertos como grandes reencuentros con esos amigos. Tori and I may be in different places right now, but she’s still my best gurl. 

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Chillin’ with T somewhere in the Swiss alps, cuz that’s how we roll.

 

Bonus track

Top 5 menciones honrosas to those who didn’t make the cut por diversas razones.
These bitches are no less amazing y deberían ser vistas.

Fiona Apple: Bitch is RAW.

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Björk: Bitch is genius (aunque un poco pesada con eso de que no quiere fotos).

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Placebo: Polished untidiness.

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Garbage: Red hot kitchen yet cool as the deep blue ocean.

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Mika: Uno de los mejores entertainers y cantantes del mundo. Bitch belongs on stage!

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Hidden track: Lana Del Rey (she’s the newcomer y no es muy impresionante todavía, pero nunca nadie se había bajado del escenario y me había dado un beso so bitch gets bonus points. Me queda claro que no hemos visto lo último de Miss Grant).

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Now get your ass to Pollstar and check out the listings near you. Mis amigos te esperan.
#xoxo

Oh, wow.

Hola, soy Luis y soy adicto a Netflix. O sea, aún estoy en la prodigiosa etapa de la adicción en la que me entrego sin reparos al hedonismo sin que me arruine la vida, but it’s an addiction nonetheless. El día llegará en que deje de ser funcional, de ir a trabajar, de salir a la calle, porque preferiré quedarme viendo Netflix. Sencillamente, lo sé. No en vano el término binge-watching se popularizó con la proliferación de estos servicios de televisión en streaming. Así es como en el poco tiempo libre que tengo, me he dedicado a ver series y películas. Particularmente, y me sorprende ligeramente dada la oferta, series y películas que ya vi.

Si me siguen en Twitter sabrán que recientemente maratoneé las siete temporadas de Buffy The Vampire Slayer todos los días sin parar. Sin falta, cada hora de almuerzo, veía por lo menos un capítulo mientras cocinaba, me servía y almorzaba. Cuando terminé de ver Buffy, me sentí perdido, confundido. ¿Ahora con quién almuerzo? Intenté con Family Guy pero los Griffin no son gente con la que quiera comer. ¿Qué hacer? ¿Empezar con la primera temporada de American Horror Story? ¿o House of Cards, de la que todo el mundo me habla? No lo sabía, neither felt right. Entonces, los vi. Mis viejos amigos. «Recently Added»: Skins.

Las series 1 y 2 (de UK, obviamente) serán por siempre las mejores para mí. Tan solo amo a todos los personajes. Nunca vi la 3 o la 4, pese a que estoy de acuerdo con la mayoría en que Effy es el mejor personaje de todos. No obstante, aunque Effy sea la mejor, mi favorita será por siempre y para siempre la fantástica Cassie Ainsworth. Cuando me enteré que regresaría para el series finale, Skins 7, enloquecí. Sin embargo, cuando salió Skins Pure, no la vi. Necesitaba revisar, repasar y revivir la historia original antes de llegar al gran final. Ese meta me hizo devorar Skins 1 y 2 en cuestión de días y la única conclusión posible es… Cassie is and always will be my absolute kindred spirit and here’s why.

Right off the bat, tenemos algo importante/horrible en común.

De hecho, Cassie hacía cosas que yo hacía. Como por ejemplo:

Y estoy seguro que mucha otra gente también ha hecho esto alguna vez, pero su concentración al hacerlo me hablaba directamente. Yo SÉ por qué lo hacía y en qué pensaba. No es tan infantil como parece.

Cassie era la outsider evidente, siempre en su propia cabeza… which was decidedly a strange and goofy place.

Pero también un lugar de reflexiones tan interesantes como inesperadas.

Seriously, bitch was deep like the cool blue ocean!

Y así de inestable.

Homegirl just went up…

… and down…

… and up…

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… and down again.

Y, como yo, no tenía ni perra idea de por qué la vida era así.

Pero sabemos que probablemente aún estamos cuerdos porque…

Deep down, we’re really just extremely sensitive… to everything and everyone.

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Hopeless romantics, even…

Ill-fated romantics, actually…

Whenever things seem to be going right, something’s always lurking in the shadows, isn’t it?

Oh, the mistakes we’ve made in stranger’s places…

Only to forget.

(I’ve actually said these words recently. Ugh, ¡mátenme!).

Pero, hey, estamos decididos a mantenernos optimistas. Cueste lo que cueste.

Nos alejamos de lo que nos hace daño.

Porque la vida no nos va a ganar. That bitch!

We demand answers! ¡Exigimos satisfacción!

We will put our game face on if necessary to hit Life with all we got.

We shall take no criticism.

And we will READ a bitch!

‘Cause we might be freaky but we’re still in charge.

Look at her, taking her sunglasses off like a mothereffin’ icon.

Ay, Cass…te quiero. Let’s start some shit!

Let’s show people how we roll!

(Shots? I’LL SHOW YOU SHOTS).

¡Hagamos la piedris en Holy Pop!

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Let’s dance our trouble away!

Porque si todo lo que sube tiene que bajar, it can work the other way around. 

So bounce, bitch. Bounce.

Buenas noches, Gabo

El día inició lento. No work, no nothing. Solo mis planes de ir a la playa a disfrutar del fin de semana largo. Hice mi maleta, me bañé, me tomé una cerveza. Business as usual. Me subí a un taxi rumbo a San Borja solo para descubrir que Gabriel García Márquez se había ido. Toda la magia del día se hizo humo. Qué oscuro se me puso el cielo de pronto. Mi adulto seguía fidgeting con el celular, escuchando las noticias, haciendo planes; mi niño, el que amó a Gabo, se sentó en un rincón de mi cerebro, mudo. No se levantó hasta mucho después. Nos abrazamos y soltamos unas lágrimas por nuestro favorito.

Aunque no había escrito nada en años y probablemente no lo haría jamás, no me gusta la certeza de saberlo. Es otro más. Uno más de mis héroes que se va. Cada vez son menos los que aún están aquí y me da tanta pena como pánico. Me entristece saber que no estarán más aquí para cargar el peso del mundo sobre su espalda, mi peso muerto. No estarán aquí para iluminarnos, para señalar el camino en la distancia, el que ellos ya vieron hace mucho. Me da miedo saber que cada vez son menos los que sostienen el fuerte, que su partida significa que ahora somos nosotros los que tenemos que alzar las manos y cargar el techo del mundo. Ahora soy yo el que tiene que hacer algo para que la sociedad no colapse bajo el insoportable tonelaje de su propia ignorancia y oscuridad. Ya no puedo ocultarme detrás de mis héroes porque todos están muriendo. Todos han envejecido y están encontrando, uno a uno, el descanso que se merecen por luchar contra toda la mierda que implica vivir en sociedad. Ay, cómo se lo merecen.

Pero qué cómodo estaba yo, aprendiendo de ellos, leyendo bajo la sombra que me daban. Cada vez son menos y la sombra es más estrecha. Cada vez estoy más consciente de mi papel, de mi deber. «El deber revolucionario de un escritor es escribir bien», dijo mi héroe caído. Me parte el corazón leerlo ahora, porque es cierto y él lo cumplió a cabalidad. Yo, sin embargo, he sido caprichoso en mis trabajos, he tomado a la ligera mi deber. Te debo más que eso.

Es tan raro que gente que nunca conocí pueda haberme conmovido tanto. Ese es el poder del arte. Ahora no me queda duda. Por eso me da tanta pena tu partida, Gabo. Y sé que todo el mundo lo va a comentar y saldrán los fans de última hora y a todos les llegará al pincho leer «esos» status de Facebook o tuits descorazonados, pero para mí el mundo es menos mágico desde hoy. De chico odiaba leer, if you can believe that, hasta que mi hermana me prestó Doce Cuentos Peregrinos. Hasta el día de hoy, uno de los libros que más quiero (porque yo los quiero). No pasó mucho tiempo antes de que yo mismo empezara a escribir y se lo debo, en gran medida, a Gabriel García Márquez.

Gracias, Gabo, por no ser aburrido, por ser mágico, por ser diferente. No me importa que seas por siempre mejor que yo (as evidenced by this blog), lo que importa es que me encendiste. Me diste permiso para darle rienda suelta a mi mediocridad hasta que, un día, algo me salga bien. Espero que así sea y te lo agradeceré llegado el momento. Buenas noches, héroe. Que descanses.

 

R.I.P. Happy Endings

Happy endings era, hands down, el mejor programa de televisión que he visto en muchísimo tiempo. Cuando todo lo demás iba perdiendo lustre por la excesiva franela que le metieron en sus primeras temporadas (I’m looking at you, Revenge), Happy Endings permanecía inquebrantable. Witty, quirky, hilarious, el sinsentido en Happy Endings nunca fue gratuito. Por el contrario, siempre fue muy real. Lo suficientemente real como para no tener un solo estereotipo. Todos eran un poco de todo e incluso lo opuesto a lo que se esperaría de, como en la vida. Así es la gente. Así son los amigos (al menos los míos, que no pueden pasar dos minutos sin snappy one-liners or pop culture references). Me identifiqué terriblemente y no puedo creer que ya no esté más al aire. ‘Tis a sad, sad time.

Para mí, Happy endings era genial (y si no la han visto, deberían verla) porque…

Los personajes eran todos un desastre con el que me podía identificar.

But not in that annoying, self-centered, oblivious Seinfeld way. Ugh, I hated EVERYONE on that show.

It reflected exactly how I engage in conversation with friends.

It was deeply and delightfully inappropriate.

Decía lo que todos pensábamos pero nadie decía.

(Ok, so maybe I do like reading, but… TV does rule and you know it).

It provided sage advice on taking on all problems.

And how we deal when all else fails.

Sarcasm level: off the chain. 

LITERALLY.

Tenía los mejores insultos PG-13.

Wasn’t afraid to show its dorkiest side.

Like, ever.

Seriously, not ever. 

Everyone was just ridiculous.

And real. Very, very real.

Cultural appropriation galore.

In spades, yo.

Y con tantas referencias a la cultura pop.

So current!

So many!!

So beautifully executed!!!

Just… bravo.

Una crítica brillante a la sociedad moderna, imo.

Sobre todo when dealing with LGBT territory. Atacó los estereotipos…

…while reminding us they existed for a reason.

Yup. Totally called us on our shit.

I honestly saw myself in every character. Como cuando tengo un chisme, por ejemplo, I’m like…

O en mis reuniones de trabajo, where I’m, like…

Or when I’m hanging with my bitches and we see a guy that’s, like…

O cuando empiezo a salir con yet another douchebag and my friend’s are all, like…

 

Seriously, una de las mejores series que verán en mucho tiempo. No puedo creer que no habrán más episodios. Me da la misma sensación que cuando termino un libro que me gusta. I seriously feel like I’ve lost some friends. Felizmente todavía no he visto todos los capítulos, así que puedo tenerlos un rato más.

PS: este post fue solo una excusa para recopilar todos los gifs de Happy Endings que encontré el otro día y me pasé HORAS viendo, jajaja. But I got you to go pointlessly through the whole damn thing. Suck it, nerds!