Archivos Mensuales: febrero 2013

The real world

Para Madrí.





Dediqué mi última entrada semanal a un artículo que escribí para Galería por dos razones: 1. No tuve tiempo de terminar ninguno de los borradores que tengo dando vueltas en mi dashboard. 2. Quería escribir sobre la vez que inundé la cocina de mi departamento, pero sentí que esa historia daba para más, quizá para una guía y entonces recordé la guía para independizarse que escribí el año pasado. No obstante, escribir una guía estructurada y proper me da flojera. Voy a empezar contándoles un par de cosas y a ver qué sale, ¿ya? Ok, here we go.

La última vez que tocamos este tema, dijimos que el último paso para alcanzar la independencia era mudarse. ¡Qué poco sabíamos entonces, amigos! Mudarse, as it turns out, es solo el comienzo y Godney sabe que es mucho más trabajoso de lo que pensé. Don’t get me wrong, en balance, he amado cada uno de los nueve meses que he pasado en mi hermoso departamento miraflorino y espero que se conviertan en años. ¡Por fin me empiezo a sentir realmente «adulto»! Despierto; me preparo el desayuno, a veces lavo inmediatamente lo que uso, a veces no; me alisto y voy a la oficina; a veces vuelvo a casa para almorzar, a veces le gorreo a mis papás; termino de trabajar y regreso a Miraflores, a veces salgo a correr por el malecón, a veces veo a mis amigos, a veces hueveo solo; finalmente duermo y vuelvo a empezar. Gotta love it.

Sin embargo, fuera de dónde como, dónde duermo y por dónde corro, esta rutina se diferencia en poco o nada de la que mantenía cuando vivía con mis papás. La verdad es que mi rutina es, esencialmente, la misma. Sigo trabajando como si Ramón Castilla nunca hubiera nacido y sigo intentando hacer ejercicio compulsivamente/comer lo mínimo indispensable como DJ Tanner en ese capítulo de Full House (¡su dramática caída de la elíptica marcó mi vida y no acepto que no la recuerden!). Ambas actividades continúan ocupando la porción más grande de mi día a día. La diferencia es que antes todos los insumos necesarios para el correcto desarrollo de esa rutina ya estaban ahí: la comida, la ropa limpia, los toiletries, ¡todo! Es ahí donde se siente la pegada de vivir solo. No es necesariamente tener que hacer las cosas, ¡sino tener que ir a comprarlas!

Hablando de comprar cosas, la economía del hogar es un mundo aparte. Entre el alquiler, los servicios, las compras quincenales, la gasolina y demás necesidades, los lujos están pasando rápidamente al olvido. O sea, nunca tan Les Misérables, sigo saliendo y dándome mis gustitos, pero cada vez son menos frecuentes y cada uno viene acompañado de un discreto pero furioso cálculo mental. «A ver, si la cena cuesta X soles y estamos 24 del mes y tengo que pagar mi tarjeta de crédito y tengo Y soles en mi cuenta, pero ya separé Z para el alquiler, entonces puedo gastar en la cena pero tengo que medirme en lo demás hasta que paguen la próxima semana». Más o menos así es mi vida ahora. Excepto por esos terribles arranques donde me alucino Gwyneth y emprendo viajes a diestra y siniestra. A la fecha, he respetado mi lema personal de  «no hagas nada que no puedas pagar» y mis viajes a EE.UU, Chile y Argentina del año pasado estuvieron todos well within budget. Pero ahora que me voy a Europa, «el plástico aguanta todo» es mi nuevo motto. So irresponsible, I know! Pero «lo vivido y lo bebido no me lo quita nadie», amigos.

Entonces, ¿qué he aprendido so far en mi vida independiente?

1. Roommate > todo lo demás. No puedo decirles CUÁN importante es elegir al compañero de piso correcto. Creo que lo puse en mi artículo, pero ahora que lo vivo en el día a día, veo cuán en lo cierto estaba. Es, sin lugar a dudas, lo más importante y confieso con orgullo que yo me saqué la fuckin’ Tinka con la mía. Debo ser el hombre más envidiado de Lima por vivir con esta mujer. Paloma, es LA MEJOR del mercado. No tienen una peregrina idea. Tiene sus cosas, como verán en el punto tres (¡expuesta, jaja!), pero son un económico precio a pagar por su amistad, generosidad y, obvio, sus sobrenaturales talentos culinarios. Palo (o Cups, como yo le digo) es el tipo de roommate ideal: tiene sentidos casi arácnidos para saber cuándo necesito espacio y cuándo necesito su compañía. Hace su vida tranquila y yo hago la mía y nos encontramos con frecuencia en el camino, en felices intersecciones donde nos dedicamos a comer y reír con amigos. Nunca podría haber imaginado una situación más idónea. Además, es el tipo de roommie que no se hace problemas y me deja el depa solo para hacer mis cositas jajaja… ¡ay, Cups, qué linda eres! Sépanlo todos.

2. ¡Encuentra tiempo! Como verán, tengo una rutina bastante común. El problema se da cuando, en el ejercicio de mi rutina, voy consumiendo mis recursos y de pronto me encuentro sin insumos para vivir. Pasan los días y hay cada vez menos comida en mi departamento. Pasan más días y se termina el desodorante, el shampoo, el lavavajillas, el desinfectante. Pasan MÁS días y solo queda una caja de Cosecha Roja Kellogs. De pronto me veo obligado a detenerme y decirme «amiga, un ratito. ¿Puedes ir al pinche supermercado? ¡No tienes un carajo!». Pero no deberíamos tener que llegar a esos puntos extremos. Ir al supermercado, he descubierto, es como ir al gimnasio. You dread it, but you have to go! Así que aplico la misma lógica: todo lo que tienes que hacer… es llegar. Una vez que estás ahí, no tienes más remedio que cumplir la tarea. Así que eso hago, pero solo cuando la refrigeradora está absoluta y totalmente vacía. Quiero establecer una nueva rutina donde estas tareas domésticas sean parte de mi vida y no una excepción esporádica. I’m currently struggling, but I shall prevail.

3. Presta atención a los detalles. Les cuento cómo es mi lavandería. Hay un pequeño lavadero, donde ocasionalmente ponemos la bolsa de hielo en reuniones, cuyos caños están conectados a la lavadora. Al lado, lógicamente, está la lavadora que desagua en este pequeño lavadero. Todo esto está en el extremo derecho de mi cocina, junto a un mini baño de servicio. Para una persona que presta atención a los detalles, esto no representa ningún problema. Para mí, que olvidé una de las bolsas plásticas del hielo en el lavadero, representa un desastre que me tuvo con los pantalones remangados por 45 minutos. Así es, la bolsa tapó el lavadero, la lavadora rebalsó el lavadero de agua y el agua se desbordó e inundó buena parte de mi cocina. Cut to me, balde y trapeador en mano, tratando de secar todo antes de que llegue Cups. Al final, su suscripción al Comercio resultó súper útil. Empapelé todo y secó en dos patadas. Pero, como ven, no prestar atención a los detalles puede ser fatal… o en el caso de Cupcakes, puede ser costoso. Amiga, apagar las luces cuando sales o acordarte de cuándo vencen los recibos nos sería súper útil. Just FYI, jajaja.

4. Paga lo que debes. Esta se cae de madura. Separa la plata que necesites para pagar las cuentas y págalas puntual. No tanto por ser la espesa chancona que hace todo a tiempo, sino porque, créanlo o no, el pago puntual y consistente durante un buen periodo de tiempo es un arma de negociación. No en vano ser «buen pagador» es algo de mucho peso en los historiales crediticios de todas las instituciones bancarias. Hace más difícil cualquier incremento injustificado en tus pagos (o al menos te compra un poquito de tiempo). En mi caso, Cups y yo nos hemos dividido la responsabilidad de las cuentas a pagar. Esto funciona muy bien cuando ambas partes se acuerdan de hacerlo (cough, cough… jajaja). He escuchado de otros casos donde una de las partes se encarga de todo para asegurarse que se dé sin contratiempos y luego pasa la cuenta general. That can also work. Es cuestión de estar cómodos con el manejo de las cuentas. Después de todo, «cuentas claras, amistades largas», ¿no?

5. Un vecino de confianza es vital. ¡Les cuento que tengo la gran suerte y alegría de vivir como en F.R.I.E.N.D.S! Amigos muy queridos viven cruzando la calle. Estamos tan cerca que reciben nuestro wifi en su sala, calculen. No puedo contar la cantidad de veces que me ha salvado la vida que estén allí. Vivir solo es exponerse a muchas cosas, entre ellas y quizá la más popular, es olvidar las putas llaves. You haven’t truly lived ‘til you’ve locked yourself out of the apartment. Ahí es donde entran los vecinos de confianza, a quienes les entregaste un juego de llaves de emergencia. En mi caso, además, ¡sirven de refugio para mi rommie cuando quiero hacer mis cositas! jajaja… truly appreciate it. Además, es genial tener gente que uno quiere tan cerca. Te pueden ayudar con cualquier cosa, incluso cuando todo lo que necesitas es simplemente to have a drink and a laugh. El hecho de que sean los hombres más fantásticos del mundo es un bono.

Eso, básicamente. Me gustaría ahondar más en el tema, pero tengo un compromiso tan fabuloso como impostergable. Mi roommie, mi amiga Miry y estos hombres fantásticos que viven al frente me están esperando para el Oscar party de este año. Vamos a comer cupcakes confeccionados especialmente para la ocasión y tomar unos traguillos. You jelly! Anyhoo, espero que les sirva de algo ese breve recuento de mi vida independiente. Si aún no viven solos, espero que se animen. Si ya lo hacen, espero que se rían. Sé que es difícil esto de valerse por uno mismo, pero también es increíble. #xoxo!

Guía para emanciparse [de Galería No. 13]

Este artículo fue escrito en mayo de 2012, cuando buscaba depa,
y publicado en junio, ¡cuando me mudé!

 

 

Probablemente, en países más desarrollados esto es cosa de nada. Es, como, claro, tengo 18 años, voy a ir a la universidad, voy a empezar mi vida, soy todo un adulto. Es el paso más lógico. Pero aquí, en el Perú, donde la lógica no significa nada, las universidades no tienen dormitorios y los trabajos no pagan un cuerno, la gente no se emancipa hasta los 30. Todo un tema, creo yo.

¿Por qué es un tema? Porque realmente, y pongo la cabeza al fuego por esto, vivir eternamente en el hogar paterno nos ha vuelto una sociedad traumada, inmadura, de juguete. Vivir con tus papás nunca te permite crecer del todo, experimentar todo lo que la vida ofrece, ser un adulto a carta cabal.

Por más chéveres que sean tus viejos, siempre habrá algo que te estarás perdiendo (y probablemente sea todo lo malo, lo difícil, lo que te forma). Además, tus padres siempre te verán como “un chico” y, por ende, pensarán que aún pueden decidir por ti, que tienen que hacer todo por ti, que “ellos saben más” y todas esas cosas que a uno, como adulto, lo desquician.

Pero, ¡obvio! Piénsalo: no es tu casa; no mueves un dedo si no es estrictamente necesario; si tus papás son generosos, no gastas un sol; ya no pides permiso, pero sabes que hay cosas que no puedes hacer; no gozas de todas las libertades que quisieras sin, al menos, un poco de remordimiento. No eres un adulto, eres un adolescente de treinta años. Estoy seguro de que por eso hay tantos infantes mentales en este país (y, en ciertos aspectos, me incluyo).

No sé ustedes, pero yo me siento un poco tarado quedándome en mi casa. Desde que puedo recordar, quiero salir corriendo. Esa costumbre (y me enloquece que sea una “costumbre”) de no dejar la casa hasta “empezar una familia” no va conmigo. Me parece arcaico e inconcebible. Lamentablemente, basta con ingresar al mercado laboral peruano para entenderlo todo. Al inicio de mi carrera, me explotaron como quisieron por un sueldo de tercer mundo que no me hubiese dejado mudarme ni al set de Slumdog Millionaire.

Sabiendo que por mis propios medios jamás podría mantener el estilo de vida que mis papás me dieron, dediqué mis primeros años de vida adulta (y todos mis ahorros) a viajar y divertirme. Hice lo que me dio la gana y no me arrepiento de nada, que les quede súper claro, pero… ya basta. Cada día, mes, año que transcurre, me siento más culpable. Cada vez que mis papás hacen algo que yo debería hacer (como sacar citas con el médico), me siento más inútil. Así que se acabó la fiesta, “jovencito”, es hora de partir.

¿Qué necesitas para independizarte?

Primero, aclaremos las definiciones. Emanciparte implica que tus papás no te paguen la renta (cough, cough, ¡baby Jane!, jaja). Una “ayudita” por ahí, de vez en cuando, puede ser, pero la idea es que, al independizarte, pases a cubrir todas tus necesidades el 99% del tiempo.

Si es así, entonces, verdaderamente, serás independiente y, por lo tanto, desde ese día en adelante, estarás jodido. Tendrás que aprender a mantener un presupuesto y limitar tus caprichitos al mínimo, pero también saborearás las mieles de la autosuficiencia. Si no es así y eres de los afortunados que vivirán solos a costa de papá y mamá, bueno, pues, nada… qué suerte (inserte mirada fulminante aquí).

Paso 1: moldea tus expectativas a tu realidad.

Hay gente que vive con muy poco, así que sabemos que es posible. Sin embargo, la mayoría de personas leyendo este artículo (sino todas) han tenido la suerte de no tener que pasar por situaciones similares. Todos queremos mantener el estilo de vida al cual estamos acostumbrados, obvio, nadie quiere retroceder ni privarse de nada, pero si tu ingreso mensual es de 1500 soles*, evidentemente vas a tener que ajustar.

Escala tu estilo de vida a tus posibilidades económicas y no te esponjes. Escalar no es recortar. Al final, puede ser la misma chola pero más flaquita. Hazte la idea de que no vas a poder salir todos los fines de semana, pero saldrás igual. Asume que las comiditas en la calle serán menos frecuentes, pero igual te puedes dar algún gustillo. Puede parecer ridículo, pero es algo que te golpea si no lo ves venir. Asimílalo y empezarás con el pie derecho.

* Este es el mínimo indispensable que yo considero necesario para mudarte y tener cierta calidad de vida. Estoy seguro que puede lograrse con menos, pero yo no lo recomendaría.

Paso 2: encuentra un/a compañer@

Lo más probable es que, cuando hayas concluido el paso uno, te des cuenta de las cosas que no quieres perder y para las cuales necesitarás destinar una porción considerable de tu presupuesto total. Eso limitará la cantidad de dinero que estás dispuesto a ceder para el alquiler de tu primer departamento. Es en ese momento en el que concluirás: solo no la hago, necesito un roommate.

La elección del compañero de departamento o roommate es básica, pero no limitante. Hay decenas de factores a considerar parar vivir con un amigo, si quieres que siga siendo tu amigo al final de la jornada. Pero si no lo encuentras, no te detengas, también puedes vivir cordialmente con un extraño. En algunos casos, me han contado, hasta es mejor.

¿Qué tener en cuenta? Tres grandes campos: compatibilidad, consideración y detallitos.

Si es tu amig@, la compatibilidad se da por sentada. Se llevan bien, se quieren mucho, todo bien. Pasa inmediatamente a lo siguiente, la consideración (o la falta de) y tu reacción a ello.

¿Crees que va a dejar las áreas comunes limpias? ¿Te molestaría si no lo hace? ¿Crees que va a llegar borrach@ a romper toda la vajilla? ¿Te reirías si pasara? ¿Crees que va a meter extrañ@s en una noche de pasión y vas a despertar sin muebles? ¿Te sentarías en el piso a consolarl@? Hay gente súper tolerante, pero también hay gente súper conchuda. Por eso hay que preguntarse “dónde está mi límite” y evaluar si esa persona podría cruzarlo.

Finalmente, los detallitos. Todo es negociable, pero hay ciertas cosas en las que uno podría no estar dispuesto a ceder y es bueno discutirlas de antemano. Por ejemplo, a mí no me gustaría que se fume tabaco en mi depa. Ergo, no podría vivir con un fumador. Ni aunque me diga que saldrá al balcón, porque, en algún momento, no lo hará. O quizá mi roommate quiere tener un perro o alojar parientes o fumar marihuana. ¡Las posibilidades son tan coloridas e infinitas como la propia gente! Es vital conocer tus dealbreakers y discutirlos.

Si luego de todo esto aún consideras que quieres vivir con esta persona, ¡felicitaciones, te has hecho de un roommate!

Paso 3: encuentra un depa

¿Por qué el roommate antes del depa? Porque el departamento tiene que agradarle a todos. Si alguien queda mínimamente insatisfecho con la elección del lugar, créanme, fermentará en su interior hasta que explote en un baño de sangre, verbal o literal, más adelante. Nadie quiere eso.

Además, en este asunto de cazar departamentos, no hay tiempo que perder. Todos tienen que estar a bordo, ver el depa juntos y, si les gusta y está dentro de su presupuesto, tomarlo de inmediato. Al día siguiente, puede que ya no esté. Parece mentira, pero no duran mucho en el mercado.

¿Cómo encontrar el depa? Hay tres formas (y yo atacaría las tres en paralelo): periódico, porque la gente aún confía en ellos para anunciar y suelen tener variedad; internet, porque hay fotos y es más rápido; y recorrido de las calles, porque puedes tener la suerte del año. ¡Solo necesitas un celular que no se quede sin dinero y muchas ganas!

¿Qué mirarle al depa? Iluminación, tuberías y enchufes. El resto se puede arreglar, pintar, decorar. Ojo, ¡lo de los tomacorrientes va súper en serio! Sino, te mudas y ves que todo el depa tiene, tipo, cuatro. Ténganlo en cuenta.

Paso 4: múdate

Obvio. Llévate todo lo que puedas y empieza a vivir ya. No te preocupes por las cosas que no sabes o no tienes, todo llegará. Mientras más rápido empieces, más rápido te equivocarás y aprenderás. Además, los errores son la parte más divertida. Cuando te das cuenta de que te falta todo, que no sabes lavar ni comprar comida y mucho menos cocinarla.

Independizarse es un trámite, no les voy a mentir. Estoy en esto, con seriedad, desde hace unos meses y todavía no consigo lo que quiero. Claro, al principio hice todo en desorden y no llegué a ningún lado (¡debí hacer esta guía antes!). Ahora, estoy haciendo las cosas bien. Lamentablemente, se me cayeron las roommates ideales y debo volver a empezar, pero me siento más encaminado.

Lo importante, como con todo en la vida, es tomar la decisión y no parar hasta lograrlo. Y créanlo o no, independizarse también es bueno para tu familia. Menos peleas, los extrañas más, comprendes muchas cosas que antes no entendías e, inevitablemente, sientes una mayor gratitud hacia tus padres. ¡El 2012 es un año de cambios! Anímense a crecer, pero ahora sí, en serio.

PS: busco roommates.

Menor a tres

No se acostumbren a este ritmo de publicación porque no pretendo botar dos entradas por semana. Este caso es especial porque a) soy un niño con juguete nuevo y b) estamos en una coyuntura especial que demanda mi total atención. Sí, saben a qué me refiero. Esta maldita festividad inventada que celebra la cursilería y oprime el pecho de todos los que no tenemos una pareja estable en febrero (porque el resto del año, aparentemente, no importa). Entonces, héme aquí para decirles que todo va a estar bien, amigos. No se dejen llevar por la propaganda, celebrar San Valentín is not what it’s cracked up to be. Don’t buy into the hype.

Hace poco leí una entrada de Homemaker que me hizo convulsionar de risa y que tiene mucho de verdad. Enumera una por una las razones por las cuales las parejas son, cuando menos, insoportables. Perdón, lost my train of thought for a second. Hay un tipo en mi oficina que es absolutamente delich y está subiendo y bajando las escaleras que están frente a mí. En fin, ¿dónde estábamos? Ah, sí, las parejitas. La verdad no voy a entrar en detalles porque creo que Orlando something-or-other ya lo dijo mejor que yo (not jealous at all). Yo les voy a hablar de otra cosa y el tipo delich tiene algo que ver en esto.

¿Qué onda con el 14 de febrero? ¿Por qué nos presionamos por encontrar una relación o, si ya estamos en una, ser excesivamente románticos y dadivosos? Es como el pinche Año Nuevo. Cualquier otro día del año te juergueas 365 veces mejor que el 31 de diciembre, pero no, la salida del 31 tiene que ser épica, sino el año saliente no vale nada y el entrante te derrotó desde la partida. Basta. No siento que fracasé como ser humano por tener un año nuevo para el olvido (in fact, aprendí a negociar como mercader de Ras Al-Khaimah, puta madre). ¿Y saben por qué? Porque, efectivamente, en lo que va de 2013 he tenido las juergas más inéditas, incluyendo un do-over del 31 de diciembre con la celebración del Año Nuevo Chino en Barranco, un mes y medio después. ¿Ven? Año nuevo, overrated. Ahí donde el hype de Occidente me falló, la colorida tradición de la China milenaria me mostró que la respuesta/la diversión siempre está en uno mismo (so spiritual, so deep!).

La misma huevada pasa con el día de San Valentín que, según cuentan las arcaicas leyendas (slash Wikipedia), era un médico turned priest que casaba soldados pese a la prohibición impuesta por el emperador Claudio, «el Gótico». Ahora, sea verdad o sea mentira, hay algo innegable: Claudio «el Gótico» > your faves. O sea, ¡le prohibía a la gente casarse! Tipo, «no, no me da la gana. Anda a pajearte al monte». Eso es ser fabuloso. PS: Claudio looked like this y Valentín, like this. So someone was clearly not wooing the ladies. Aunque esto era Roma so…  wooing… little boys? That took a creepy turn, volvamos al 2013. En el siglo XXI, Valentín pasó al olvido. Bien podríamos llamarle día de la señora que vende flores afuera de Larcomar o día del oso miloficios de Los Herrajes. Pero ese no es el punto. El punto es que nos esforzamos sobremanera en pasarlo «bien», en que nos vean en los chapes más apasionados/desagradables del mercado y eso está pésimo, porque nos lleva a tomar las PEORES decisiones.

El 14 de febrero, los solteros podemos incurrir en crímenes como «oye… ¿y si vuelvo con mi ex? Yo creo que me quería y era guapísimo, tenía una chambaza, he was the one!«. Hace solo unos días tenía a una pobre lesbiana desconsolada sentada en mi sala por un error similar. Febrero es una pandemia, amigos. Estupidez infecciosa con principios de amnesia. ¡No! Take a step back and look at yourself, look at your choices. Amiga, date cuenta. A veces es bueno estar solo/a. Aunque sea 14 de febrero. Lo que me lleva al siguiente error común: «hoy no puedo estar solo/a, me meto con lo primero que pase». Todo bien con las aventuras de una noche cuando se está soltero y lo haces por ti mismo, porque quieres. Pero de ahí a tirarse a cualquier pordiosero «para no estar solo/a el 14» hay una colosal distancia que no podría medir ni Thalía (y ella sabe qué tan lejos está el mar de una estrella). ¡No hay que aceptar menos de lo que uno merece solo porque es San Valentín! No sean Emma Watson en The Perks of being a self-loathing hipster.

Finalmente, está el peor error de todos: lastimar a alguien o a ti mismo a propósito, por estirar un chicle sin sabor. Ya sea que le mientas a un pobre huevón «que medio quiere conmigo y ya pues, para no estar solo/a el 14» o a tu pareja actual que «ya no va más, pero ni cagando lo puedo terminar ahorita porque es 14» o, much worse, a ti mismo/a, intentando perpetuar el chape pasajero «porque lo conocí el 14». Amiga, eso no es una señal. Uno se da cuenta cuando las cosas tienen futuro y cuando no. Si eres tú quien le da la espalda a la realidad, luego no te tires al mar cuando no te responda por Whatsapp. «¡Pero tiene los dos checks!». Obvio, he thinks you’re a psycho and you need to stop.

A los que ya están emparejados, este 14 de febrero no tengo nada que decirles. Salvo que los odio. A ustedes, sus novios, sus citas dobles, sus 350 fotos en Instagram, sus tweets «caletas» donde se profesan discreto amor a través de (lo que ustedes creen son) inner jokes. Bitches, we get your jokes! Tiene 364 días más para enamorarse locamente los unos de los otros. Este día tengan la decencia de guardarse sus afectos en el bolsillo de atrás. De cuando en cuando se los pueden toquetear mutuamente para calmarse, pero ahí nomás. PS: en realidad no los odio, ¡los amo! Tengo parejas de amigos que son hermosos y a los que les deseo lo mejor. Pero bitchear al respecto hace esta lectura más divertida (¡todo por el rating!).

Este San Valentín, entonces, mientras varios van por el carpool lane, yo tomaré la ruta del cinismo (cada año más transitada, igual). I shall deflect through humor, Liz Lemon style. Que pase lo que tenga que pasar cuando tenga que pasar. Porque sí, si pudiera evitar estar soltero, probablemente lo evitaría. Es mi naturaleza de ama de casa frustrada, mi necesidad de ser asquerosamente meloso con alguien. Pero no voy a caer en el delito. I bind you, Luiscue, from doing harm! Además debo admitir que hoy en día la testosterona que me queda, me traiciona. Si veo a alguien que me atrae, como el delich de la oficina, no puedo evitar querer comérmelo. En esos acrobáticos momentos, de inverosimil frecuencia en la era del Grindr, donde das un paso fuera del edificio y aterrizas en el colchón de alguien, agradezco tremendamente estar soltero. So, whatever, I’m getting cheese fries. Todo llega en su momento. Quizá me falta estar conmigo mismo un poco más, ¿no? Porque como diría la fantástica RuPaul «honey, if you can’t love yourself, how the HELL you gonna love somebody else?». Can I get an amen up in this mother?

Ser el/la peor

Quiero dedicarle este primer post a Michelle Williams.
Get it, gurl.


Son más de las dos de la mañana y no puedo dormir. En menos de seis horas, tendré que abandonar esta parrilla que llamo cama e ir a trabajar. Ahora, si mi insomnio estuviera relacionado al maldito calor que estamos experimentando, no sería el peor. Sería una víctima de las circunstancias y el calentamiento global. Pero, la verdad es que tomé una siesta después de almorzar y esta se prolongó hasta pasadas las 8 de la noche. Por ende, por floja y por gorda, ahora no puedo dormir. Eso me hace, in a nutshell, el peor.

Puedo sentir cómo me juzgan y me quema, casi tanto como la sábana blanca que me fríe la espalda como si fuera frazada térmica. En mi defensa, les diré que lo primero que hice al despertar fue salir a correr por el malecón. Bueno, en realidad, primero me tomé un anís, porque dormir después de comer me sentó pésimo. Pero lo segundo – un ratito, voy a abrir la ventana un poco más porque literalmente me estoy pudriendo de calor… ¡listo, gracias! -, fue ponerme mis Nike Lunarfly 2 made in China y sudar el jamón por la costa Miraflorina. Eso me hace el mejor, sépanlo.

Entonces, ¿es posible ser el mejor y el peor al mismo tiempo? Usualmente puedes ser el mejor y el peor en el mismo día, pero se han registrado casos de aquellos que rompen el espacio-tiempo para ser increíbles en su pobrediablura (it’s a thing, look it up). Un claro ejemplo es, por supuesto, unexpected Queen of the SuperBowl, Michelle Williams. La pobre mujer voló por los aires, fajada y entacada (there goes your gravity center), para aterrizar como un moscón y luego hacerse la digna. Ella fue la peor, sobre todo si la comparan con Kelly Rowland que dijo «ah, no. Amiga, un ratito. Si me vas a disparar del suelo al escenario (¡qué perra Beyoncé, admítanlo!), yo voy a caer como LA MEJOR Y MÁS AERODINÁMICA MORENE DESDE MICHAEL JORDAN, ¿OK?» y así lo hizo.

Poor Michelle no tuvo tanta suerte y su retorno triunfal se vio opacado por ese mísero segundo en el que ni ella ni el público sabían si caería de pie. Todos, evidentemente, esperábamos que se saque la mierda and yet… no. We were still rooting for her. Porque, por favor, pobre mujer, se merece un golpe de suerte, no de culo. ¡Y lo logró! Contra todo pronóstico, aterrizó en sus pies y, por un segundo, fue ridícula y épica a la vez. Four for you, Michelle! You go, Michelle! (I literally almost typed Kelly, tho… mi subconsciente ni siquiera la registra cuando escribo sobre ella. Lol).

¿A qué iba con todo esto? A nada realmente. Solo que son, ahora, las 3:03 de la mañana y todavía no puedo conciliar el sueño y mañana voy a ser un ente y voy a odiar todo y a todos y seré, en efecto, una vez más y con esmero, el peor. Ah, además quería una excusa para comentar lo de Michelle porque, come on, that shit was funny! Pero ya en serio y en español, cuando se sientan el o la peor, recuerden una sabia cita que escuché de mi amigo Pollo y hoy me entero que era de Rafa (get that promo, girl!): «no se puede ser la mejor sin antes haber sido la peor». Analizaremos esto a detalle cuando no sean las tres de la mañana y no tenga que trabajar. Consideren esto la primera entrega. And now, a Michelle gif.