Archivos Mensuales: noviembre 2013

Girl interrupted

Como ya es costumbre, este post empezó siendo sobre una cosa y terminó concentrándose en otra. Últimamente, cada vez que quiero escribir algo, la historia se me escabulle. Se pasea por los corredores de mi mente, abre puertas, se encuentra con gente, conversa. Al final, reaparece del otro lado del pasillo, cambiada. No tiene tantos bolsillos para cargar sus pormenores y las reflexiones que me despertó, así que sacrifica algunas cosas en favor de otras. Así, con menos detalle, llega este post sobre una chica de dieciséis años que conocí en un bar de Barranco. Estaba escoltada por otra, algunos años mayor, y compartía con ella un par de Coronas y una familiaridad que lucía ligeramente diferente. Una hermandad que no podía describir. Cuando nos dijeron sus nombres, les preguntamos cómo conocían a la cumpleañera. «Somos amigas de rehab«, sonrieron.

Así, sin aspavientos, sin miedo a ser juzgadas, con sonrisas francas y resignadas que me decían cuán condenadas habían sido ya y cuán poco les importaba eso ahora. La conversación continuó con naturalidad y nos alejamos del tema. Nadie parecía querer profundizar mucho más. Not in public, anyway. Excepto yo. Me sentí inmediatamente atraído a su historia y, cuando salieron a fumar con mi amiga Natalíe, salí con ellas. Odio el olor a cigarro, pero no hay nada que no haré por escuchar una buena historia.

Hablamos un poco de todo. De las razones por las cuales habían ido a rehabilitación, de si fueron voluntariamente o llevadas por sus papás, de sus terapeutas que eran amigos y trabajaban en conjunto, etcétera. No entraré en detalles porque no es my story to tell, pero sí puedo decirles que me fue mucho más sencillo hablar honesta y cómodamente con ellas cuando les dije con la misma apertura que yo también había tenido un desorden alimenticio cuando tenía catorce y con el que, hasta cierto punto, aún tengo que lidiar hoy. Ambas parecieron muy contentas de escuchar mi revelación, de estar en igualdad de condiciones, de encontrar una parte de sí mismas bajo mi superficie. De hecho, nunca he tenido problema en admitir mis body issues adolescentes y jamás he recibido una sola palabra negativa al respecto, pero nadie me había mirado así, con tal conocimiento de causa, tanto mayor que el míoIt was a first and it was absolutely endearing.

La conversación se vio interrumpida por la enfermera de una de ellas, la menor, que llamó por teléfono exigiéndole que regrese a casa. «Ay, es que me escapé de mi casa para venir acá», sonrió, como si nada. En ese momento, y quizá porque estoy más cerca a la edad de sus papás que de ella, me pregunté qué pensarían ellos. Cómo probablemente creían que se les acabaron las opciones, que solo les quedaba amarrarla a la cama para protegerla del mundo y de sí misma y cuán equivocados estaban. ¿Pero qué haría si fuera mi hija? How scary it must be for parents to helplessly watch their children unwittingly surrender to invisible forces that tear them apart. No sé lo que haría en su lugar, pero algo sé muy bien: la restricción por miedo engendra rebeldía sin causa. Si, por miedo a lo que pueda pasar, la encierran, ella solo querrá salir for the hell of it. Ese será su nuevo fin, breaking free, y la distraerá del que debería ser su objetivo: entender qué pasa en su cabeza.

Pero qué tendrá esta chiquita en la cabeza, me pregunto. En un momento, por no hacerla sentir incómoda ante una confesión muy personal sobre por qué terminó en rehab, le dije «bueno, shit happens» y no indagué más. «Exacto», me dijo. «Shit happens«. ¿Y saben qué? Shit really does happen. Or it doesn’t but feels like it does. Eso me ha pasado a mí también, en cierto modo. No podría juzgarla, la entiendo perfectamente. Pero, con el tiempo, uno aprende a no ser eterna víctima de las circunstancias y ser responsable de sí mismo. Esta niña menor de edad, recién salida de rehab, tomando en un bar, estaba tantos años tan lejos de aprender esa lección que me aterraba pensar que quizá se pierda en el camino antes de hacerlo. Me sentí ligeramente responsable. Quería hablarle más, decirle algo que le sirva, pero llegó su taxi y se fue. A casa, espero.

En el camino de regreso a mi casa, solo podía pensar en cuán diferentes se veían del resto de chicas en la reunión, incluso desde antes de identificarse como «amigas de rehab«. Tenían algo, una vivacidad que el resto no. Era como si todos estuviésemos en blanco y negro y ellas, a color. They outshined everyone in a way that was interesting to watch, beautiful even, but not quite right. «Me sentí en un capítulo de esas series de MTV», me dijo Majo, y de hecho fue un poco así. Era una de esas situaciones que ninguno de nosotros, o al menos yo no, había vivido en carne propia cuando fuimos teens.

De chico yo no hice mucho más que encerrarme a escuchar música, escribir en mis cuadernos y sentirme muy mal por muchas cosas. Tenía amigos, but not really. Salía poco. Nunca fui el chibolo drogadicto o el que se emborrachaba on a daily basis (eso lo hago ahora, con cierta responsabilidad). Tampoco intenté suicidarme; incluso si lo pensé, soy muy terco para rendirme. Creo que en ese sentido nunca fui demasiado problemático para mis papás. I was quiet, I wasn’t really there. Me imagino que solo les preocupaba cuánto me había encerrado en mí mismo (o sea, cuando se dieron cuenta). Lamentablemente para ellos, yo resolví mis issues solo. Eso me hizo salvajemente independiente y ya no sentía gran necesidad de incluir a mucha gente en mis decisiones, mis problemas o mi vida. I guess they would’ve wanted in, but that didn’t feel natural to me anymore.

Cuando veía series de chibolos en la tele, que salían y juergueaban y les pasaba de todo, me preguntaba por qué mi adolescencia no era así, tan dramática, tan llena de amigos, amores y actividades, tan larger than life. Hasta que escuché que la idea detrás del video de 1979 de Smashing Pumpkins era «recrear la adolescencia que Billy Corgan jamás vivió». Ahí entendí que, efectivamente, la vida de la mayoría no era así. No todo podía ser épico todo el tiempo, no tenía por qué. A veces la vida solo era normal y ya. La verdad, no me hubiera gustado ser un chico de dieciséis años que pasó por rehab e inspiró el blog de un desconocido. Hoy encuentro cierto confort en mi adolescencia tela. Además anoche me botaron de una piscina vacía por casi, casi lanzar con amigos cuando llegó la dueña de casa. ¡Así que supongo que nunca es tarde para hacer cojudeces!
PS: sorry about that.

 

#PERU

Mis amigos tienen una broma recurrente. Se llama hashtag Perú. O, como el lingo digital nos ha enseñado, #PERU. ¿En qué consiste? En que cuando sucede algo totalmente reñido con la realidad y/o el sentido común, el porqué es sólo uno: Perú. Todo lo que encierra es el absurdo, lo que en cualquier otro sitio sería inconcebible, aquí tiene sentido y es de esperarse. Lo decimos con una suerte de cariño y resignación. Es, como, «ay, pues. #PERU». Y así, en mayúsculas. No puedo explicar por qué las mayúsculas, por qué darle ese peso se siente correcto. Es necesario que sea así, it’s just that heavy. Lo he visto reflejado en tantas cosas que no sabría por dónde empezar, lo toca todo, trataré de no explayarme demasiado, pero hay mucho que decir.

Me imagino que cualquiera podría asumir que odio mi país. Empiezo por decir que no es el caso. Para nada. Tan sólo me gustaría que fuese mejor. Que quisiese ser mejor. Que entendiera por qué necesita serlo, el beneficio detrás. Pero no entiende… o no quiere… o no sabe cómo… o no sé. Y eso es lo más terrible, lo que está en manos de «la gente». Es lo que me hace perder la esperanza y cuestionar la evolución. Miro a mi alrededor y veo tanta inconsecuencia que me pregunto si realmente nos graduamos de simios. Por ejemplo: esta mañana iba por la Panamericana Sur rumbo al Silencio y había un usual/inusual tráfico en el peaje. Me pregunté (y de hecho también a quienes me acompañaban) si no sería mejor tener un sistema de débito automático que te vaya descontando los S/. 3.50 cuando tu auto pase debajo del punto de cobranza. Sería tu responsabilidad recargarlo, sí, qué lata; pero agilizaría todo el proceso. ¿Por qué no tenerlo? ¿Porque no podemos costear la tecnología o porque si la tuviéramos, nadie recargaría ni mierda, todos tratarían de sacarle la vuelta y tendrían que empapelar a todo el país con multas y/o andar correteando gente por la carretera?

Era un ejemplo bastante tonto, en realidad, porque sé que hay otros gastos que deben ser prioritarios en un país como el nuestro, pero si nos olvidamos un rato de eso (also, check your indignation at the door) y nos concentramos en la pregunta, explica todo lo que quiero decir. Creo que si pudiéramos comprar esa tecnología, no serviría de nada. Porque la mentalidad del peruano promedio es… indescriptible. Desafía toda lógica. No sé ni cómo expresarlo sin ser malinterpretado, pero de verdad raya en lo bizarro. De hecho, una de las respuestas que me dio uno de mis acompañantes sobre por qué no funcionaría fue: «si hay gente que protesta porque suben (el monto de) las multas, qué puedes esperar». Yo no sabía esto. Lo primero que pensé fue, ok, ¿pero la lógica no te diría «bueno, ahora con mayor razón no voy a cometer una infracción?». En qué cabeza puede nacer la reacción «puta madre, por qué van a cobrar más caro por romper la ley». O sea, esta gente está dando por hecho que la va a romper sí o sí en cuanto les convenga, pero no pues, cómo les van a cobrar más caro por ello. ¡Ellos ya saben lo que cuesta, cómo lo van a encarecer, qué tal lisura! En mi cabeza solo escuchaba a mis amigos decir «#PERU».

Lo peor es que es generalizado. Esa misma respuesta barbárica te la da el combista pendejo y el pituco que maneja su camioneta borracho y le llega al pincho tu filtro. Yo, por mi vida, juro que no lo entiendo. Ese tipo de reacciones, no las comprendo. No entiendo cómo no pueden ver el beneficio detrás de las cosas, cómo siempre buscan estar igual con el mínimo esfuerzo o inversión, independientemente de si les va bien o mal. ¡Nunca peor, ah! Eso sí, peor no queremos estar de ninguna manera, queremos estar como estamos, sin mucha pena, gloria o esfuerzo. Pero nunca, carajo, nadie quiere estar mejor. Mejor no. Así nomás.

¿Se me rompió el cinturón de seguridad que necesito para proteger mi vida/la de mis pasajeros en caso de accidentes? Ah, pero cuesta X arreglarlo como se debe… no, no, así nomás. Un par de pernos y se ve como las huevas. El policía ni cuenta se va a dar. ¿Y si se me cae el tubo de escape? Ahí atrás tengo alambre, que no se note nomás, no es como que está botando humo y envenenándome lentamente… it is? Oh. Bueno, qué chucha. NO, SÍ CHUCHA. Yo nunca he pasado por gran necesidad, pero tampoco me he cagado en plata; he sido clase media casi toda mi vida, así que no me tilden de caviar que no sabe nada. Tengo clarísimo el valor de un Sol y sé que si tienes que elegir entre darle de comer a tus hijos y arreglar tu carro (por seguir con ese ejemplo), parchas el carro como puedas hasta que tengas cómo arreglarlo. Pero nunca pierdes de vista que TIENES que arreglarlo, es una responsabilidad más. Ni siquiera necesariamente para con otros sino para contigo mismo, para tu beneficio directo. No sé por qué el peruano cree que el dinero vale tanto más que él.

¿Y el otro lado, al que le va bien? Ese sí quiere estar mejor. Pero, ya, cholito, cómo hacemos. Arreglamos acá nomás. No me hagas esforzarme demasiado. No me fiscalices, no me investigues, voy a robar un poquito de aquí y de allá pero te doy tu porción y te quedas tranquilo, ¿no? No me quites mis gollerías de clase privilegiada, déjate de huevadas. Voy a manejar borracho every now and then, a ti te cae tu propina y cada uno sigue su camino. Voy a aprovecharme de todo y todos, voy a hacer plata vendiendo medicinas por lo bajo a los más pobres, voy a sacar partido de tu momento de debilidad, así que no me controles. Por cada persona maravillosa que conozco en este país, que es mi casa, sé que hay 100 animales que piensan como el del párrafo anterior o el de este (if you can call that thinking at all).

Sobre esta resignación ante la inconsecuencia, esta incapacidad de ver el valor real de las cosas más allá del dinero, esta flacidez mental que no deja pensar y entender, podría escribir tomo tras tomo, porque engendra una actitud realmente salvaje que lo empapa todo. ¿Transporte público? Sí, pues, transporto al público. Arriesgo sus vidas como me da la gana con mi carro de mierda, pero los llevo. Qué más quieren. Mejor servicio es otro precio y nadie me va a pagar (¡lo peor de todo es que tienen razón! El lado del pasajero tiene esta misma actitud cafre de «por qué me van a subir el pasaje, arregla tu carro con el Sol que te doy»). ¿Unión civil? No, no me jodan, la Biblia dice que ni cagando, no me hagan pensar en si es justo o no que un par de cabras tengan los mismos derechos que yo. Sí, todos somos iguales… pero ellos son menos iguales, pues. ¿Seguridad ciudadana? Pucha, el que se duerme, pierde. Para qué te compras ese carro ficho o llevas tu iPhone a un concierto. Obvio que te lo van a robar. Es la ley de la vida.

Ahora mismo leo o escucho noticias que son causa o consecuencia de esa mentalidad estúpida. Veo comentarios que atacan directamente lo que yo creo, cómo yo vivo o mi trabajo. Y toda esta gente bruta opina, promueve, dirige. Es desalentador. Nadar contra corrientes irracionales agota la esperanza. Incluso si uno quiere lucharla, ver el camino tan eterno desgasta. Si me preguntaran ahora mismo si me mudaría a otro país, probablemente, diría que sí. Ningún lugar es perfecto, pero al menos quiero vivir en un lugar donde la gente se tome la molestia de pensar, donde se pueda discutir. Este no es el país en el que quiero vivir. No es el país que yo tengo en mente cuando escucho «vale un Perú». No es el país que yo conozco donde la gente es de puta madre y te ayuda antes de preguntar por qué. Este no es. ¿Dónde está? No entiendo. ¿Por qué me obligan a vivir en #PERU?

 

 

PD: cuando digo que este país no es el Perú en el que yo quiero vivir hago referencia a lo expuesto anteriormente. Razones personales y profundas, reacciones a mentalidades que me agotan. No es porque no me guste que los jóvenes sean amixers o que los «comerciales» de gaseosas «idioticen a la gente» y no reflejen la realidad que a mí me gusta o que yo recuerdo de mi adolescencia hace veinte años. Creo que ya hay alguien con arena en el útero cubriendo ese terreno.

Meredith is my spirit animal [also #PerfumePromo]

Estaba buscando gifs que expresen mis emociones y me di cuenta que muchos eran de Meredith Grey, la protagonista de Grey’s Anatomy. De hecho la serie me encantaba once upon a time y siempre me identifiqué con Mer… motivo por el cual lamenté que la serie se volviera tan mala después de matar a George y volver loca a Izzie. Seriously, that’s when it all went south. Los escritores se esmeraron en hacernos odiar a Katherine Heigl y en meter nuevos personajes que meh. O sea, los Mercy Westers eran cualquier cosa y los balearon a todos, menos al negro porque, seriously, WOULD YOU KILL HIM OFF?! y a Kepner porque todos queríamos saber qué había sido de la lornaza de Hannah Rogers de «Everwood» —  creció y se hizo doctora, evidentemente.

¿Y por qué sacaron a Addison Adrianne Forbes Montgomery formerly Shepherd? Era un poco la mejor del show. And don’t even get me started on the plane crash, ahí sí ya tuve que abandonar el bote para siempre. No obstante y pese a todo eso, Mer is totes my spirit animal y decidí hacer este post para demostrar por qué. Además mi blog ha estado un poco denso (y todo parece indicar que se pondrá más denso aún en el próximo post), así que era necesario inyectarle algo de banalidad. Es esto o les hago un review de Perfume de Britney. Actually, I’ll do both: Serving «From The Bottom Of My Broken Heart» vocals realness, Godney’s second coming is already iconic. Listo, back to Mer y por qué la amo.

 

Le chupa todo un huevo. Literally, no fucks are given.

Reconoce su naturaleza,

makes no apologies for it,

pero nunca tanto. She’s got her own shit going down, she don’t care for your sob story.

She really does not.

Pero no es que sea una ermitaña, she just knows better.

Siempre será directa contigo.

Y no esperará más de ti que de ella misma.

Pero si ella lo entiende y tú no, no será tan comprensiva… patience is not a trait of ours.

Además, tenemos la misma ética laboral y confianza.

Y coincidimos en lo que significa el amor.

Especialmente unrequited love.

But we work through shit and we’re tough as nails.

Y podemos ser muy lindos y dulces (just as long as you do as we say).

Y nada, la amo a pesar de que la serie se volvió una cagada hace años.
Eso es todo, #kthxbai! #BuyPerfumeOniTunes!

Les Amours Imaginaires

«I’m thirteen again, am I thirteen for good?»
Alanis Morissette, So unsexy.

 

 

Supuestamente es imposible pararse dos veces en el mismo río, pero a veces me pregunto si esa ley me rehuye. Han pasado más de diez años y siento que me encuentro en una situación jodídamente similar, sino la misma. Like, really? REALLY? Me preocupa envejecer sin crecer, porque eso sencillamente no vale la pena. Si se me va a pudrir el colágeno, espero que la glicación me traiga un mínimo de sabiduría. ¿Es que no he aprendido nada? No es posible que siga metiendo la rueda en el mismo bache. Qué onda, en serio. Y si no estoy tropezando con la misma piedra, estoy inaugurando nuevos agujeros con el mismo pie. Y casi siempre tengo un segundo de lucidez donde me digo «ok, detente» y siento la disposición y entereza para alejarme, pero así como viene se va. De repente estoy otra vez donde empecé y no puedo detenerme.

No siempre he sabido distinguir las verdaderas intenciones de quienes expresan algo por mí, sea lo que sea. Entiendo que algunos han querido quererme, otros han querido ser mis amigos, el resto ha querido comerme y seguir su camino. En más de una ocasión, me equivoqué en mi apreciación de la situación, no supe evaluarla, entenderla o enfrentarla. Probablemente porque las confrontaciones terminarían aclarando un panorama que me sería adverso — o eso temía. En lugar de todo aquello, me dediqué a buscarle sentido unilateralmente, teniendo conversaciones completas y emotivas con gente que no estaba ahí.

Tipo, no gente muerta or anything. Tampoco imaginaria. Gente real. Solo que no está físicamente conmigo, respondiendo. Aún me pasa. Casi a diario, ahora que lo pienso. Así reviso las cosas en mi mente. Ensayo. Ensayo lo que voy a decir, calculo cuándo decirlo, exploro todas las reacciones y posibles giros. Es una conducta extraña, sí, pero solo ataca cuando tengo algo que decir y no sé cómo decirlo. Que esto me suceda más de la cuenta últimamente es coyuntural (creo). Pero nunca me pasa más frecuentemente que cuando alguien (pre)ocupa mi mente. Cuando termino con un ex, muero en silencio por un equis o algún one night stand asume cosas que no son, se vuelve pan de cada día. Todas las cosas que siempre quise decir y no pude se desarrollan en imparables unipersonales en el teatro de mi habitación. Aunque últimamente mis monólogos se han vuelto portátiles. El autoplay empieza a correr cuando camino (y ahora camino mucho).

En mis 29 años de vida me he encontrado con todo tipo de amores. Incondicionales, románticos, estúpidos against-all-better-judgement, amicales and those which rest somewhere in between. He sentido algunos, otros no me han tocado en realidad. Están los que brillan fuerte y se queman rápido, los que se transforman con los años en algo duradero pero diferente, los que he idealizado y no han llegado a mí o no he sabido reconocer o aceptar por lo que son (for those I’m truly sorry). Mis expectativas pueden haber estado siempre all over the place, pero creo que siempre he sido sincero. Sé que los años no han pasado en vano y me alivia. If anything, al menos ahora soy más comprensivo. Puedo no pensar en mí mismo y ponerme en los zapatos del otro. Antes eso hubiera sido impensable. Si me lastiman, qué deberían importarme sus razones, right? Wrong. A veces hay razones para todo y uno simplemente se cruza en el momento equivocado.

There is something, however, that needs to be said y tiene un poco que ver con el tema y a la vez no, porque ya ha pasado algún tiempo y fue insignificante. Fue whatever it needed to be at the time and meant nothing, but I am NOT nothing. Me debes la cortesía de decirme ciertas cosas a la cara y no dejar que me entere por terceros y pretender que no existo. Hubiera sido más que comprensivo, but I guess you don’t know me all that well. Hubiéramos podido seguir siendo conocidos y todo súper bien, pero asumiste de más y te portaste como el peor cobarde, y solo por eso (y no por ninguna otra razón) ya no puedo decir que me caigas muy bien. It might’ve meant nothing, but I am NOT no one. You don’t get to ignore me or erase me. Me debes más que eso, por educación. Man the fuck up. En fin, de verdad espero que estés muy bien, pero solo porque me da igual y suena mejor.

Dicho esto, volvamos al presente. Ahora caminaba a casa, as I so often do, pensando en el placer que me produce esta situación, the longing and the yearning for something I don’t even know to be true or right. Porque algo de placentero debe tener, ¿no? Pues bien, mi lado racional decidió que no lo tiene. Que el balance final siempre me deja en negativo. Que nada ha sido comprobado y todo es una proyección de lo que yo quiero que sea. That it’s better to be actually alone than mendaciously involved. Sin embargo, muy a mi pesar, todo este know-how no me detiene. Mi lado irracional se inventa y se divierte y no me deja en paz. Dudo que lleguemos a un acuerdo any time soon. Reconozco las situaciones. Las veo venir. Puedo escuchar el «uh-oh» de mi propia voz en mi cabeza y aún así caigo redondito cada vez. It’s almost funny. Almost.