17 de junio de 2020
Alguien a quien estimo y respeto mucho me dijo una vez que sé copiar muy bien. It was a throwaway line. No pretendía decirme nada particularmente profundo o complejo sobre mí. Simplemente me vio dibujando algo ⏤a Pedro Picapiedra, un personaje animado de la prehistoria (literal)⏤ y lo dijo.
Podría recrear a Pedro con los ojos cerrados, incluso ahora. Me sé el trazo de memoria. Sin embargo, esa tarde no lo estaba dibujando de memoria. Estaba mirando una foto de Google Images para asegurarme de que las orejas y el pelo iban donde mi recuerdo decía que iban.
Si bien pasé muchísimo tiempo dibujándolo de chico, había pasado aún más tiempo desde que fui chico. Tenía que asegurarme de que Pedro se veía como yo pensaba que se veía. Así es como esta persona me vio, mirando una foto y reproduciéndola en papel, y decretó que «sabía copiar muy bien».
Pienso en esto con frecuencia porque, a pesar de no haber procurado decirme nada trascendental, resultó que, en efecto, soy bueno copiando. No solo para dibujar, sino en general. Para escribir, para relacionarme con otros, para estar vivo. Lo último que vi, leí, oí dicta de alguna manera lo que voy a hacer inmediatamente después.
Soy bueno copiando el mood del ambiente en el que estoy y con frecuencia me cuesta volver atrás. Una vez abandonado el ambiente y adoptado uno nuevo, el yo de antes can’t come to the phone right now. Why? Oh, ‘cause she’s dead.
Soy bueno copiando sentimientos también, acoplando mis emociones a la música que escucho o lo que veo en la tele. Por ejemplo, acabo de ver un capítulo de 13 Reasons Why y tuve que ponerme a escribir esto para no enloquecer como Clay. De pronto solo podía pensar en cuando tenía 19 y le decía a una chica que era mi amiga que siempre tuve el presentimiento de que moriría joven.
Aunque según mi profecía ya debería estar pudriéndome, mi criterio de juventud se ha ampliado con los años. Ahora creo que podría considerarme joven por una década más. Aún así sigo pensando que de esa década no paso y, en este momento, que quizá ni llego.
Hace un rato le escribí a esta chica, que en su momento respondió que ella sentía lo mismo, después de un silencio de 4+ años. La última vez que nos vimos fue en Nueva York, de casualidad. Fue raro, como la disolución de nuestra amistad, pero no malo. Simplemente uno de los ambientes que dejé y a los que no podía volver, porque cuando volví me sentí incómodo.
Le pregunté de frente cuándo dejó de pensarlo. No porque yo asuma que ya no lo piensa, sino porque me gustaría que me diga que ya no lo piensa y cómo lo logró. Qué cambió. Probablemente lo lea mañana y piense que estoy demente. Me da mucha curiosidad ver hacia dónde me llevará este impulso.
Lo más gracioso es que, si me pregunta por qué le pregunté esto, no le voy a saber responder. No se debe a nada en particular, simplemente vi un capítulo de 13 Reasons Why y me monté a esa ola (y obviamente no se lo diré. Prefiero ser random a ser ridícula).
Supongo que ya estaba un poco volátil desde que vi fotos del día que compré mi bicicleta en marzo de 2012, videos del aniversario del tour Spice World 2019 y un instagram live de un ex amante del 2011 haciendo yoga con su actual marido y otro que, sospecho, es novio de los dos.
Me pregunto si soy bueno copiando porque no sé producir nada nuevo de verdad, que sea exclusivamente mío y emane naturalmente de mí. ¿Existen siquiera cosas nuevas todavía? No lo sé. Pero sé tomar lo que veo y reproducirlo, tanto dentro mío como fuera de mí, como una sensación o un producto.
Me gustaría decir que lo hago a la perfección, pero soy bueno copiando. Alguien que es bueno copiando sabe hacer suyo el resultado. No es perfecto, es mío. You wouldn’t even know the difference. Por eso me sorprendió que alguien me mirara y realmente me viera y pudiera decirme, en un segundo, como si nada, que era bueno copiando.
