You tell me…

Cometí un grave error anoche.
Vi Bridegroom en Netflix.

Por lo general no consumo documentales. I prefer my depressing stories to be loosely based on reality, thank you very much. Pero hace poco alguien me lo mencionó y recordé haber visto el viral de Shane hace algún tiempo, así que me dije «qué tan terrible puede ser si ya conozco la historia». Well…

Evidentemente, esta es una historia que me taladra el pecho y estruja sin misericordia el nervio más recóndito, consustancial y auténtico de mi ser. Bajo cualquier circunstancia, en cualquier momento, este filme me reduciría a un barrizal de lágrimas y moco. Pero particularmente ahora, en este contexto de Guerra Santa que estamos viviendo, su mensaje me conmueve mucho más, me golpea más de cerca, me duele como si me hubiera pasado a mí.

Lo que hizo esa familia no tiene nombre, excusa ni perdón. No me refiero (solo o necesariamente) a impedir que el amor de la vida de su hijo sea parte de su funeral. Eso es atroz, sin duda, pero no es lo peor. Lo peor es que enterraron una mentira. Lloraron por un hijo que no tenían. Su verdadero hijo no estaba ahí, no era a quien honraban, y no les importó. Porque lo que importa es el qué dirán. Lo que importa es que nadie sepa que era cabro. ¿Qué clase de padres son esos? ¿Eso es la familia «normal»? You tell me…

Le pusieron bridegroom a su tumba, para que el mundo sepa que era un buen cristiano, que aquí no pasó nada, que Jesús lo va a recoger. Era su hijo y le robaron. Lo despojaron de un entierro con respeto, un descanso con dignidad. Lo borraron. ¿Quién aprovecha la muerte de un hijo para editarlo, para censurarlo, para retractar toda su vida? Ahora su tumba está flanqueada por los lotes de ambos padres, uno a cada lado, como un niño que se portó mal y debe ser vigilado por toda la eternidad. Ni siquiera en su fucking tumba podrá escapar de las únicas personas que nunca lo aceptaron tal cual era. Las que se supone tendrían que haberlo amado como a nadie.

Pero qué refrescante es ver la otra cara de la moneda. La familia de Shane, puta madre. Hasta la fuckin’ bisabuela de 400 años que mataba serpientes y no sabía en qué día/hora/planeta vivía, lo apoyaba incondicionalmente. Eso es algo que no se ve todos los días, pese a que la lógica te haría creer que es lo normal. No sé. Me alegra que exista gente así, sin miedo a querer. Hay mucha gente repugnante en el mundo hablando pichuladas «en el nombre del Señor»; promoviendo miedo y odio vía paneles frente a universidades; escudándose detrás de su peluquero, que le cae regio, para consolidar prejuicios que equivalen a meterle un balazo al fuckin’ peluquero; o aduciendo que no podemos hablar de derechos humanos para hombres y mujeres gay porque, científicamente hablando, no existe un «gen gay» (a diferencia de, digamos, nuestras almas que salen hasta en las radiografías, ¿no?). Con tanto salvaje disparando argumentos tan absurdos, es una bocanada de aire fresco que hayan congresistas legendarios liderando el cambio y tanta gente dispuesta a salir a la calle a defender el amor en todas sus presentaciones (o en el caso de la familia de Shane, salir en un documental for the whole world to see).

Estamos en un momento histórico, sépanlo. Me gustaría pensar que vamos a salir ilesos del otro lado, pero muy probablemente no será así. Como cualquier evento que sacude las placas de la historia y forja futuros que en su momento parecen inimaginables, este será un proceso árduo, doloroso y quizá violento. Mi roommate -ever the LGBT warrior❤️ me dijo hace algún tiempo, cuando apoyó públicamente la unión civil desde su trinchera, es decir, su propia empresa, y fue atacada de la forma más vil y cobarde por gente repulsiva, «si a mí que no soy gay, me duele que me digan estas cosas, no me imagino cómo se deben sentir ustedes de que esta gente exista». Me conmovió terriblemente porque es cierto. Es fácil perder la esperanza cuando se es la minoría, cuando estás del lado que recibe el puño desde la pubertad, cuando eres el punchline de todas las bromas. Pero, puta madre, ustedes y yo sabemos que tenemos que seguir empujando. Por los Tom y Shane que en el Perú también existen. Tenemos que luchar por el amor y la justicia, aunque sea solo para joder, csm.

 

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