Son más de las dos de la mañana and I’m in a mood.
Dormí toda la tarde porque mis horarios se invirtieron nuevamente. Da lo mismo. No estoy haciendo nada provechoso con mi tiempo. Siento que a todos los planes que podría tener les falta una pieza, que no es imposible de conseguir, de hecho se siente muy asequible, solo depende de terceros y tales terceros no están disponibles en este momento.
Válido para todo. ¿Por qué no busco trabajo? Ah, porque con el Estado de Emergencia ni siquiera la gente con trabajo tiene trabajo. De hecho cada vez escucho de más conocidos o amigos que han sido despedidos o suspendidos o cuyos sueldos se han reducido. ¿Buscar trabajo? In this economy? No, tendré que esperar a recuperar algo de normalidad.
Estoy al tanto de que son solo excusas, por supuesto ⏤and you should, too! La verdad es que no quiero trabajar y, si quisiera, no sabría en qué. Es algo que espero resolver con mi terapeuta. Pero suena lógico, ¿verdad? Independientemente de si quiero trabajar o no, casi todas las industrias están paralizadas por la pandemia. Difícilmente es la atmósfera más propicia para empezar en ninguna parte.
¿Cómo sé que son excusas, entonces? Porque, en algunos casos, son realmente absurdas. Por ejemplo, podría llenar mi tiempo con cosas productivas que me gustan, como leer o hacer ejercicio. Pero no estoy leyendo porque los libros que estaba leyendo están actualmente en una repisa que no puedo colgar y no estoy haciendo ejercicio porque no tengo los implementos necesarios.
Um, bullshit.
Al principio de la cuarentena me las arreglé para armarme un gimnasio de cosas que encontré en mi casa. Si no estoy haciendo nada es porque ahora me da frío. Resulta que toda mi ropa de gimnasio es de verano ⏤shorts, polos manga corta, tanks⏤ y no tengo nada abrigador que quiera sudar. Entonces, tendría que comprarme ropa de gimnasio de invierno… nueva. In this economy? No, tendré que esperar a que no haga frío… en julio. ¿Ven? Absurdo.
¿Y los libros? ¿No podrían estar al lado de mi cama, donde estuvieron hasta que compré y armé la repisa? Sí, pero no. Los puse en la repisa inmediatamente después de armarla, a pesar de saber que no podría colgarla. ¿Los clavé a la repisa y ya no los puedo sacar? No, podría sacarlos, pero puse la repisa debajo de mi mesa de noche y tendría que darle la vuelta y ugh… ya no tengo ganas de leer. ¿Ven? ABSURDO.
To my credit, realmente intenté colgar la repisa. Compré dos e intenté colgar una, la que tendría menos cosas encima, pero no confío en mi mano de obra. No tenía un taladro, así que usé clavos y martillo y la pared se descascaró un poco, lo cual solo me hace pensar que las probabilidades de que se despostille de repente, los clavos cedan y la repisa me parta el cráneo in my sleep son altas. Imagínense la otra, la de los libros, que pesa bastante más que la primera. Esa se caería sí o sí.
Entonces me digo «cuando Promart reabra su servicio de instalaciones llamaré a alguien para que cuelgue la repisa correctamente y cuando alguien cuelgue la repisa correctamente, los libros me serán más accesibles, y cuando los libros me sean fácilmente accesibles, los retomaré». Mientras tanto, veo series y películas usando mi proyector, que descansa en la repisa que sí colgué (y que descuelgo antes de dormir para no morir así). ¿Ven? A-B-S-U-R-D-O.
Ahora me pregunto para qué mierda quiero colgar repisas en un lugar en el que no pretendo vivir por mucho tiempo más y me respondo: para distraerme. Del hecho de que estoy aburrido y deprimido, de que el invierno me debilita y me quita las ganas de hacer ejercicio o leer o escribir o hablar con gente o ver amigos o hacer nada que no sea comer porquerías y estar en mi cama el 80 por ciento del día.
Ugh, perdón. Son las tres de la mañana and I’m in a mood.
