He estado en la shit, amigos. No he tenido tiempo o ganas de escribir nada. Primero estuve muy ocupado, viajando, trabajando and whatnot; ahora tengo un resfrío que me pudre el cerebro y no me deja concentrarme en ninguna de las 35 cosas que tengo que hacer durante las próximas semanas. Gotta love that agency life (or death, whatevs). Pero me pasó algo esta mañana camino a la oficina que no puedo dejar de mencionar. Seré breve.
Mi agencia se ha mudado a Miraflores, por lo que desde hace unos meses camino mucho. Por lo general del depa a la agencia, de la agencia al gimnasio, del gimnasio al depa. Quizá algún detour por un libro en Ibero, una chela en Berlín o, con cada vez mayor frecuencia, mi grocery shopping en Wong. Anyway… esta mañana iba caminando a la oficina, audífonos well in place, escuchando Too Many Friends de Placebo y otros éxitos de Brian Molko & co., cuando veo a un par de señoras frente a una casa. No le tomo importancia, asumo que viven ahí. But they don’t. Una de las señoras, con expresión cansada, me dice algo que no escucho y apura los dedos entre sus papeles. Pronto me doy cuenta de quién es esta mujer y antes de que pueda extender su propaganda religiosa le digo «no, gracias» y sigo mi camino without skipping a single beat.
Dos casas más allá, otro duo de señoras hace lo propio. It really pissed me off. Quién es esta gente para asumir que puede tocar tu puerta at such an ungod(ney)ly hour* e interrumpir tu rutina para hablarte de SUS creencias. No entiendo. O sea, en serio no entiendo. Qué tienen en el cerebro. La libertad de fe no te da ningún derecho de ir de casa en casa o deteniendo peatones such as myself para hablarles de tu religión y empapelarlos con tu parafernalia divina. It’s not okay. Júntate con tu gente, abraza tu religión, dense la paz, bailen para que llueva, I could give a shit! Pero a mí no me interrumpas para decirme cojudeces. No lo comparto. No tienes ningún derecho a acercarte a mí o mi hogar para proponérmelo.
Lo que más me indigna es que no se les ocurre que están mal, que asuman que pueden hacerlo sin cuestionarlo siquiera. Oye, yo no te jodo y te pido que creas en la evolución o que los gays pueden formar familias, los judíos no te tocan la puerta para hablarte del Rosh HaShaná y decirte que es el año 5774 (PS: jamás se me había ocurrido que podía NO ser el 2013 and it really blew my mind), los chinos no se aparecen en tu jato el 31 de diciembre para decirte que estás hablando huevadas, QUIÉN CARAJO ERES TÚ para meterte donde no te llaman con tu cuestionable mensaje divino. Vive y deja vivir, and while you’re at it, deja de joder.
En otro momento más combativo de mi vida, me hubiera encantado decirle a esa señora «no, gracias, I’m with Satan«; pero hoy en día no me parece tan útil. Antes sí. Quería que les joda mi presencia tanto como a mí la suya. Pero ahora parece demasiado esfuerzo ser desagradable (además estoy resfriado). Pero sí me hubiera gustado tener tiempo para preguntarle qué religión vendía y por qué sentía que podía hacerlo. Seguramente no le hubiera podido hacer entender ni mierda y le habría molestado tanto o más que si le hubiera dicho que soy cientólogo, iluminati o Harry Potter; pero al menos, en el fondo, le habría entrado la duda por un segundo. Sé que habría sido así, even if only for a fraction of a second. Porque por más estúpido que te vuelva la fe ciega, el ser humano no puede evitar pensar. Por un nano segundo, esa mujer habría dicho «verdad, ¿no? Es temprano y estoy en la casa de un X hablándole de mi fe, que probablemente no comparte». Luego, como toda buena beata, hubiera elegido su respuesta: «ay, pues, pero claro. Es mi misión como buena (inserte religión pesada y toca timbres aquí) salvar a estas pobres almas». And shit would’ve gone on unchanged, as it so usually does… Nada peor que asumirse en una posición moral intrínsecamente mejor que el resto, amigos. Nobody wants the holier-than-thou bullshit you’re selling, lady. Try Avon.
*speaking of… if the hour is upon us, would you hold it against me?