Estos días he tenido muchas ganas de devolverle toda mi atención a este frívolo blog que los quiere tanto, pero no he tenido la energía o el tiempo necesario. Pese a estar ya instalado en mi departamento y haber hecho nuevos amigos (y perdido algunos antiguos también), the struggle continues to be very much real. ¡Nada expresa con mayor elocuencia que vivo aquí como tener exes (plural) y gente que ya no quiere verme! Oh well.
Ya no sé cuántas veces he citado Break the ice en este blog, pero cada vez que reaparezco con el rabo entre las piernas solo puedo pensar en Britney y decir… IT’S BEEN A WHILE. And I really do know I shouldn’ta kept you waiting, but I’m here now. ¿En qué estado? Es cuestionable. ¿En buen espíritu? Cuándo lo he tenido. ¿Emocionado, completo, potenciado por mi nueva vida? Bueno, oigan, eso no es justo. No podemos adjudicarle toda la responsabilidad de mi bienestar emocional al sueño de toda mi vida. If anything, la presión de que todo calce debería hacerme sentir, incluso, peor. It doesn’t, btw. Pero tampoco es todo maravilloso.
No le llaman New York minute a la unidad local de tiempo por nada. Aquí la Tierra gira más rápido, no sé. ¿Pueden creer que solo han pasado dos meses desde que me mudé aquí? Dos. ¡DOS! Yo no puedo. Hasta la fecha he vivido en tres departamentos diferentes, en tres neighborhoods, en dos borroughs. He experimentado tres periodos alimenticios muy marcados y de similar longitud: la etapa de solo aire, cuando recién llegué y me olvidé de comer; la temporada de solo pizza, porque viví a una cuadra de Bleecker Pizza y luego me mudé AL LADO de Best Pizza; y ahora, ligeramente más asentado en mi rutina, la era de las lentejas o fideos con pollo y/o atún. Me he comprado un paquete de trigo también, pero aún no me animo. En el in between hubo una fuga mexicana de tacos y burritos, pero fue casi accidental.
Puedo contar con los dedos, además, cuántas veces he ido al gimnasio desde que llegué. Claro, al comienzo me iba regio porque ni comía; pero después de una estación de pizza y frijoles, entenderán que estoy al borde de la liposucción casera. Ahora, no sé con qué lo haría porque en este departamento no hay nada. Si me siguen en Twitter, ya sabrán que vivo con cuatro personas y no solo compartimos un baño sino también UN TENEDOR. It’s funny, I know, but I’m not kidding. Hay un solo tenedor en esta casa. Si a alguien le da hepatitis se jode todo.
Hablando de hepatitis, ¿les conté que esta semana fui a hacerme algunas pruebas y los gringos infelices aprovecharon para inocularme ochocientas vacunas? No, claro que no, hace tiempo que no hablamos. En fin, el punto es que así fue y me sentí fatal todo el día de ayer. Esta gente cree que me acabo de bajar de un árbol a orillas del Amazonas o algo así. ¡Con qué cara, si Nueva York es una fosa séptica de enfermedades! Por algo fui a hacerme N pruebas. All good, btw.
Ugh, wait, ¡esto no es lo que les quería contar! Me fui por las ramas, literalmente, con esto del árbol del Amazonas y las vacunas. Back it up. Quería hablarles de otra cosa, algo que estoy descubriendo conforme paso más tiempo aquí. Sin duda estoy mejor aquí que allá. Duh, eso era de esperarse y ya todos lo sabíamos. Me divierto más, me río más, me siento más cómodo. PERO también siento que casi, casi es demasiado. Estoy sobre estimulado todo el tiempo, es abrumador y, dependiendo de cuán imbécil me sienta ese día, hasta peligroso.
Dado que todo aquí está magnificado, la lógica sugiere que yo también lo esté y lo estoy. O estoy mega eufórico como puta en crack o estoy en el hoyo descubriendo gas natural, no hay punto medio a menos que esté dormido. Un día estás tomando una chela y se aparece Demi Lovato y todo es delicioso y surreal… y al otro la ansiedad y el insomnio te tienen hipersensible y viviendo al revés. Uf, y ni qué decir de mi OCD. El otro día la cajera del banco me entregó un sobre con billetes que metió a la mala y yo tuve que sacarlos y volverlos a meter porque pesqué clarísimo que una de las notas estaba doblada. #Lalo.
Mención aparte merece mi perfeccionismo insoportable, que en una ciudad más amodorrada e irresoluta es súper fácil de controlar, pero aquí not at all. ¡Qué sencillo se me hacía todo en Lima! No offense, pero seamos sinceros, no requiere mayor esfuerzo hacer las cosas bien allí, ser eficientes y eficaces, estar on top. Se aplica perfectamente esa huevada del pez grande en pecera pequeña. ¡Y conozco gente tan capa allí! El reto siempre les quedará chico. Supongo que en el fondo es un alivio porque ellos serán los que le arranquen el país a los mediocres de ayer y hoy.
Pero yo he pasado al otro lado del espectro, enfrentado a este colosal cuerpo de agua lleno hasta el borde de peces de peceras pequeñas que migramos de todas partes del mundo en busca de Godney-sabe-qué llamado Nueva York. And sometimes/most times it’s ridiculously hard. Fallar aquí (o sentir que se falla) es un poco lo peor. Cagarla es un lujo que no te puedes dar y pensar que no estás logrando todo lo que podrías/deberías es una sensación bastante desagradable, «an overwhelming sense of ickiness«, if you will.
Yo suelo hacer pocas cosas a la vez. No por falta de capacidad, sino por exceso de compulsión. Necesito asegurarme de que esas pocas cosas que hago las hago muy bien. No conseguirlo, even in the slightest, me deprime y no poco. Pero no queda otra. Me tengo que levantar en cuatro horas y hacerlo todo de nuevo y mejor. We go hard or we go home… and I most definitely am not going home. Estoy demasiado bien aquí, incluso cuando no lo estoy, como para no darlo todo. This is my life now and I WILL CRUSH. THIS. SHIT.
Also, am I… straight now?
CHAN.