Archivo de la categoría: Amber Louise’s musings

Versión 3.0 [almost]

Estas semanas me he visto inusualmente expuesto a chibolos de todo tipo y calibre. Desde adolescentes de 14 años que viven con la cara enterrada en el celular hasta oh-so-dramatic 25-year-olds que no quieren cumplir 26, pasando por silly 20-year-olds que no saben nada de la vida y endlessly entertaining 24-year-olds. ¿Por qué es algo inusitado, si paro con gente menor que yo una buena porción del tiempo? Porque casi nunca reparo en ello (conchudamente me siento su contemporáneo). Sin embargo, en estas semanas, todo ha parecido girar en torno al bendito número. ¿Mi número, you ask? Pues… lo cierto es que voy a cumplir 29 en dos meses, una semana y un día. Escúchenme, veintinueve. VEINTE Y NUEVE. No me siento así en lo absoluto. Tan… adulto. Para nada. PARA NA-DA. Me siento tan chibolo como siempre. Sigo percibiéndome tan inmaduro, tan despreocupado, tan improvisado y tan not-in-control of my emotions as I’ve ever been. Ahora, nunca he tenido 29, así que no sé cómo se siente. Quizá precisamente esa es la forma en que un 29-year-old se debe sentir, pero nos han vendido otro cuento.

Debo admitir que, a veces, sí me siento «grande», pero se me pasa rápido. Usualmente pasa cuando estoy en la chamba, donde no puedo ser exageradamente inmaduro, despreocupado, improvisado o out of control. Por ejemplo, me pasa cuando tengo una reunión como la que tuve hoy, donde tengo que revisar el trabajo de mi equipo y darles direcciones y pedir cambios y corregir y explicar por qué es lo correcto y demás. En esos momentos me siento automática y particularmente más adulto. Me escucho hablar a mí mismo y me sorprende terriblemente la seguridad con la que digo las cosas y la certeza que siento. Tipo, wtf, ¡sé de lo que estoy hablando! (contra todo pronóstico). ¿En qué momento aprendí a hacer estas huevadas?, I wonder. Cuando me pesco en estos momentos me digo a mí mismo «¿quién era esa? ¿era yo?«, como Lulú De Cartón, jaja. Pero es como un sueño. Apenas sabes que estás en él, se te escapa inevitablemente. Vuelvo a ser no-adulto apenas cruzo la puerta. O al menos a sentirme así.

¿Qué carajo implica ser adulto, entonces? ¿Solo eso, lo de la chamba? Me puse a pensar en eso, sin darle mucha vuelta, como quien huevea, y le encontré un par de cosas más que conforman una idea de madurez que nos ha sido vendida toda la vida y que, creo, está mal enfocada. O, para no ser judgmental, que cuando menos no puede aplicarse del todo a mí. Un factor biológico que no lo es tanto. Mejor dicho, una construcción cultural basada en un hecho natural. I’m rambling, but bear with me, I may be onto something.

¿Han escuchado eso de que las mujeres maduran más rápido que los hombres? Es una verdad absoluta hoy en día, se da por sentado. Olvidemos eso y preguntémonos en base a qué criterios podría juzgarse que una mujer es más madura que un hombre a cierta edad. Seguramente empezó como algo anatómico, obvio. Tipo, la chibola, full hormonas, ya está lista para salir en bola antes de que su contemporáneo del sexo opuesto produzca esperma. Pero, so what? Eso no significa nada. La carga cultural terminó de perfilar esa noción y no sé cómo me siento al respecto. Me parece que, culturalmente, la madurez se determina por cuán cómodo está uno con la idea de reproducirse, de settle down. Si es así, es medio injusto. La chibola está programada para casarse desde la cuna y a los doce años ya está pensando en que quiero enamorarme y qué lindos son los chicos y mi vestido será corte princesa y mis hijos se llamarán Naru y Franu y vamos a vivir en La Molina y voy a llevar a mis nietos a Disney. Meanwhile, el chibolo solo quiere jugar Play. En mi caso, no me afana el Play, pero igual quiero seguir jugando, en general. ¿Por qué eso me haría inmaduro para mi edad? Además, mi madurez no puede medirse por mi disposición a casarme y formar una familia, ¡porque para empezar, la ley no me deja!

De cierta forma, me desarrollé pensando que eso no se daría para mí, que sería chévere pero no era seguro, y me convencí de que tampoco era taaaaan importante. No sé. A eso sumémosle esta pésima costumbre peruana de ir de la casa paterna a la casa de la familia propia sin pasar por un estado intermedio de independencia, de juventud. Cuando dejé la casa de mis papás ya era un anciano comparado con el promedio de edades de otros países, donde gente diez años menor que yo se va a «vivir sola», así sea a un dorm. Tipo, qué pena mi tema que teniendo 27 nunca hubiera hecho nada por mí mismo. Mis papás y mi empleada se encargaban de TODO. Esas son las cosas que te forman, otherwise, you’d be this (frase con la que me MEGA identifico, btw!). De hecho tengo la impresión de ya haber hablado de esto (oh, yes, I did!).

Entonces, no sé, conforme pasan los años me siento más y más raro al respecto, como desconectado de mi cuerpo, como que crezco por partes. Mi profesionalismo está en sus late 20’s; pero mi sentido del humor recién saca DNI; mi autoestima tiene 16; mi sex drive, 15 y mis rodillas, 75 (los dos últimos puntos no están relacionados, I swear). Sé que tengo X años y sé que me comporto con frecuencia como alguien de X años; pero cuando me voy a dormir, cuando me levanto, cuando me río, cuando juergueo, cuando hablo huevadas con mis amigos, no me siento de X años. Tampoco me siento un adolescente. Me siento a la mitad. Me siento ageless. ¿Entonces qué carajo soy? ¿Qué es un 29-year-old? Pensé que si empezaba a ponerlo por escrito lo descubriría… guess not! Sorry por arrastrarlos hasta acá y dejarlos sin conclusión alguna, pero pueden contarme ustedes qué sienten y vamos sacando ideas, jaja.

Algo que sí les puedo asegurar es que cuando me despierto, cada vez con más frecuencia, me miro la frente y siento esto:

One day goodbye will be farewell :c

«CDs and T-shirts, promos and God knows… you know I couldn’t last.
Someone, please take me home.» – Morrissey.







Ayer, mientras esperábamos que Julieta Venegas salga al escenario para dar un increíble concierto, le contaba a Dani que había ido con una amiga a buscar a Morrissey y pretendíamos hacerlo nuevamente el domingo, o sea, hoy. Daniel me dijo con cariñoso sarcasmo que fuera al cine. Such shade. La verdad, para mí no tiene nada de excepcional ir a buscar a alguien que quiero ver. I’ve done it before. Creo que todos lo saben. Pero en esta ocasión, tengo mis razones.

Si bien estoy relajado con el tema porque ya lo conocí el año pasado y colgué la foto de cuando me autografió el Greatest Hits como la más pesada, esta vez quiero verlo solo por verlo. No quiero pedirle nada (aunque si puedo actualizar mi foto no me negaré). Solo quiero despedirme porque tengo el oscuro presentimiento de que nunca más lo volveré a ver. Honestamente se me hace demasiado sospechoso que alguien que hace no mucho canceló decenas de fechas en Estados Unidos por terribles problemas de salud regrese a Perú después de solo quince meses de haber tocado aquí para ofrecer no uno, ni dos, sino aparentemente tres conciertos (aunque Conciertos Perú ya haya borrado la nota). Igual, así sean dos, ya es bastante.

Morrissey no es ajeno al drama. De hecho, pocas personas han ordeñado la miseria con tanta belleza, éxito y de manera tan histriónica como este hombre encantador, así que cabe la posibilidad de que cuando le dice a Somos (y a cuanto periodista le pregunta) que posiblemente se esté muriendo, sea solo the boy -with the thorn in his side- who cried wolf. Pero también es cierto que tiene 54 años y, en los últimos cuatro, ha colapsado en el escenario por lo menos una vez; ha sufrido cuatrocientos achaques juntos y ha tenido que cancelar la porción norteamericana de su gira, pese a haber dicho que -sea como sea- iba a cumplir con tal compromiso (en la nota más hermosa que un artista pueda haberle escrito a sus fans, btw). And yet here he is, and has been for over a week! En un país donde solo ha tocado una vez y cuyo show no fue sold out – que yo sepa.

Ahora, si alguno de ustedes estuvo en el concierto de marzo del año pasado, recordará que el rugido de la audiencia le volaba los tímpanos a cualquiera. Morrissey, one song into the show, se rió y nos dijo «let me sing, let ME sing!«. Evidentemente nadie le hizo caso y todos cantamos todo. Todo. Al menos en mi zona. El público estaba vivo, como pocas veces en Lima. Moz se fue feliz. Le pasa lo mismo con Chile, motivo por el cual les ha regalado siete fechas, una de ellas gratuita. Mi teoría es que Sudamérica, por alguna razón, vive atascada en los ochenta in more ways than one. ¿Y quién era un dios en los ochenta? This charming guy. Si estuvieran manteniendo a la Muerte a raya con poco éxito, ¿no querrían volver a un lugar donde fueron felices y venerados? Me queda claro que Moz está dispuesto a morir en el escenario, lo ha dicho, y creo que este bien podría ser el One day goodbye will be farewell tour. ¿Por qué creen que estoy yendo a ambas fechas (e iría a una tercera, si la hubiera)?

Tengo que despedirme de mi amigo. Porque si no lo voy a volver a ver, quiero darle un abrazo y decirle que lo quiero y lo voy a extrañar. Tengo que agradecerle estos años de apoyo incondicional, desconocido por él. Y si, de hecho, se mejora y vuelve a salir de gira y lo veo de nuevo, me alegraré como nadie. Moz ya no tiene intenciones de grabar nueva música, solo de hacer giras, así que no me llegarán cartas nuevas. Solo me queda esperar que esas giras no se acaben pronto, para tener noticias de él. Hoy no tuve suerte y no sé si pueda verlo después. Espero que sí. Espero además que se quede un rato más in this unhappy planet, with all the carnivores and the destructors of it. Por Godney que es así. Sino, qué remedio. Deprimido, compraré mi Ouija y esperaré que deletree S T E V E N, porque no estoy listo para perder su amistad. Más le vale que venga a jalarme las patas and kick the shit out of my board.
So, Ouija Board, would you work for me?

 


Update: As foretold by this blog, Morrissey -cuyo nombre, según él mismo, es «sinónimo de cancelación en muchos diccionarios»- postergó toda la gira latinoamericana por «una intoxicación sufrida en Lima». Evidentemente mis sentimientos al respecto son de preocupación, porque no creo en las respuestas oficiales, y en consecuencia, de empinchamiento porque mi querido amigo decidió decirle al mundo que mi ciudad es la culpable de la cancelación del tour (un tour que los médicos le dijeron que no emprenda y del que muchos -incluído él- sospechábamos que no saldría bien parado). Esta nota se vuelve terriblemente hermosa. Así como sus declaraciones de querer morir sobre un escenario. Le agradezco que haya llegado hasta acá y espero que se recupere y el tour se recomponga, but I can’t help but feel like a This Is It ticket-holder.

Tomorrow, will it really come?

You know what really grinds my gears?

Para los que no son seguidores de Family GuyYou know what really grinds my gears era el segmento que Peter Griffin tuvo en algún momento en el noticiero de Quahog. Durante este bloque, cuya cortinilla era la imagen de un par de engranes girando (o sea, gears grinding), Peter se quejaba de todas las cosas que le molestaban sin ningún orden o propósito en particular. So, anyway, estaba sentado en mi computadora, frente al suculento recuadro vacío de mi WordPress (which looks kinda like this), con todas las ganas del mundo de escribir, pero… no se me ocurría de qué. Tenía muchas cosas en la cabeza, no podía decidir sobre cuál quería hablar, todas tenían algún componente que me obligaba a guardármelas, no lo sé. Están pasando muchas cosas, amigos. Demasiadas. I’m a bit overwhelmed. De hecho con esas líneas, empecé a escribir un post y lo borré, porque hubiese terminado hablando de chamba y no quiero ni debo (acuerdos de confidencialidad and whatnot). En ese momento, un tweet del OpusDei Today, también conocido como El Comercio, apareció en mi timeline… «VIDEO: así fue la infartante sesión de fotos de Vanessa Terkes para SoHo». Infartante.

Infartante.

Infartante.

Infartante.

 

Entonces me dije a mí mismo YOU KNOW WHAT REALLY GRINDS MY GEARS? Que la prensa siga describiendo sesiones de fotos de la calata de turno con la palabra «infartante». O sea, desde Susan León y Olenka Whatyumacaller (me da flojera googlear su apellido) hasta cualquier zorrón del calendario Castrol, es la misma huevada desde 1980. ¿No hay sinónimos? ¿No pueden reformular la frase, por último? Estoy empezando a pensar que infartante actually means «alusivo a cualquier mujer hambrienta de fama que posa para el primer editor pajero que la llame cubriéndose únicamente el pezón con variopinta utilería, esperando que luego algún productor le tire un pan». Phew! Qué bien se sintió eso. Y ya encaminado, evidentemente no me voy a detener, so

YOU KNOW WHAT ALSO REALLY GRINDS MY GEARS? Los partidos de la selección. No entiendo cómo el país entero se paraliza para ver la misma película. O sea, sé cero de fútbol and even I know the score. Siempre ganan el primer partido, de lo que sea, la copa que sea, contra el país que sea. Basics and lessers alike se unen en un coro de «ooh, aah» y esperan impacientes el retorno de la gloriosa selección a un siguiente encuentro, donde, por supuesto, pierden. La gente grita, llora, se jala los pelos and I’m, like, did you honestly not see this coming? Luego vienen las calculadoras y la hinchada saca su Baldor para ver si es «matemáticamente posible» que aún lleguemos a lo que sea que tenemos que llegar. O sea, básicamente, rogamos que la incompetencia de los otros países sea tal que aún tengamos a fighting chance in hell. PS: ¿Empiezas a ver un patrón de comportamiento, peruano? En fin, luego salen, pierden de nuevo, algún tabloide publica una foto del Zorrito no-sé-qué chupando con una meretriz y la gente sufre y se queja de que «por eso pierden, para eso les pagan», etc, etc. Tipo, amigos, nueva cábala. Qué tal si la próxima vez NADIE los ve. Fácil si no los ven hasta el último segundo, la hacen.

YOU KNOW WHAT, TOO, REALLY GRINDS MY GEARS? Los putos #hashtags en Facebook. Facebook solía ser un lugar hermoso, ahora cambia cada tres segundos para incorporar cosas que funcionan en otras plataformas sin ningún criterio por temor a dejar de ser relevantes. Personalmente, espero que nunca lleguen a implementar las monstruosidades que se vocean, como poner publicidad en mi perfil o poner video ads con autoplay en mi página de inicio. Who are you, MySpace? Get it together, Zuckerberg. Aunque, NO, what really, really, really grinds my gears es la gente estúpida que todavía sigue invitándome a jugar Candy Crush o que se pone de status «si no comparten este mensaje, Facebook dejará de ser gratis». Have you ever heard of Google, bitches? GOOGLE THAT SHIT antes de compartirla y hacer el ridículo. En serio. I cannot at you.

Finalmente, YOU KNOW WHAT REALLY, TRULY GRINDS MY GEARS, THO? This bitch.

Back to you, Tom.

Hombres de verdad

A quick thought en los últimos minutos del día internacional contra la homofobia. Hace no mucho tuiteé lo siguiente: «Oigan, tengo algo que decir sobre la santidad del matrimonio, pero creo que un hombre casado puede decirlo mejor». Acompañando ese tweet, una captura de pantalla de Grindr (si no saben qué es, yo no se los voy a decir) donde un fulano me decía que era bi, closet y casado y que quería conversar. Probablemente lo peor que haya escuchado en la vida. No solo por lo que decía sino por el desparpajo con el que lo decía. Evidentemente, lo bloqueé.

Mañana asistiré a la boda de una amiga de la universidad, como he asistido ya a muchas otras (porque cuando se llega a cierta edad, las bodas son los nuevos «quince»). Conozco al novio lo suficiente para saber que mi amiga no sufrirá un percance similar. Pero, ¿saben qué? Tengo ya varias amigas casadas y las apariencias engañan, ¡así que no pondría las manos al fuego por ninguno de sus maridos! En poco más de un mes mi propia hermana se casará y no puedo evitar pensar lo indignante que sería enterarme que su esposo está en Grindr tratando de levantarse alguna zancuda with low morale. Probablemente lo atropellaría. Así como le sacaría la mierda a cualquiera que engañara así a alguna de mis amigas. Maridos en Grindr, pues. What the actual fuck.

Pero ahí está, pues. Eso es justamente lo que consigue la homofobia. Eso y una ruma de cadáveres de chibolos que prefirieron matarse a sufrir abusos injustos por el resto de sus días (sin saber, probablemente, que esa mierda no dura toda la vida). So there, sigan diciéndole a sus hijos que «no pueden ser gays», que «está mal». Si ese hijo resulta ser gay, crecerá traumado, aterrado, pretendiendo ser un hombre heterosexual y se casará con alguna hija de alguien en una conmovedora boda religiosa, que no significará una mierda, y esto nunca acabará. ¿»Lo que dios ha unido que no lo separe el hombre», dices? No te preocupes, lo separará el otro hombre que el primer hombre se come on the side.

Pero enough about breeders, porque ahora voy por ti, zancuda. Lo peor de todo este episodio, para mí, es que este sujeto pretendía que yo lo comprendiera. Que dijera «pucha, pobre, qué duro debe ser» y me compadeciera. Bueno, verga. Me parece un maricón de cuarta y no le tengo una onza de simpatía. Pero me hizo pensar en cuánta estúpida sí debe pensar «ay, bueno, le voy a hablar hasta que me enseñe foto y si está bueno, a la mierda». Cabras, have some self respect! Meterse con estos douches, por más buenos que estén, es igual de (o incluso más) homofóbico. ¡Es darles la razón! Es decirles «sí, tienes motivos para esconderte». Es apoyar esa conducta cobarde y cruel, es darles excusas para quedarse en el closet, mentirle a su mujer y seguir con esa doble vida que encuentro repugnante. Si ustedes creen que no tenemos de qué avergonzarnos, ¿por qué le permiten esconderse? We can’t let them have their cake and eat it too. Así no funciona.

Ahora me dirán «but what about bisexuals?» y yo responderé hold. My fucking. Unicorn. Pero en fin, aceptaré la premisa de su existencia, solo por no caer en discriminaciones and for the sake of argument. De acuerdo, hay bisexuales. Ya, todo muy bien, ¿pero saben qué? Si ya decidieron por el sexo opuesto y se casaron, ¡piña, pues! Ya está. You made your conyugal bed, now fuck in it. Esto en realidad se aplica a cualquiera que haya asumido el compromiso de ser fiel, independientemente de su orientación sexual. Si ya le prometieron fidelidad a su pareja, no pueden estar en fuckin’ Grindr o prowling around the office viendo qué ejecutiva o interno se van a tirar. Ya decidieron, ya le prometieron algo a alguien y si quieren romper su promesa y empezar de nuevo, bravazo, existe el divorcio. Pero no engañen a la otra persona, that’s just messed up.

Bueno, nada, piénsenlo seriamente porque así está la situación hoy en día. Ahí están sus hijos, sus maridos. En Grindr. Y no faltará la zancuda con cero autoestima que les atraque. Ahí está, el teatro de la represión unfolding before our very eyes. Eso es lo que sus colegios religiosos y sus temores injustificados han logrado, criar hombres de mentira (y seguramente mujeres también). Bet you wish society was a LOT more liberal now, huh? Bad people, bad people!

 

Dios es peruano

Esta mañana recibí un correo de Universal Assistance, la aseguradora «amiga» del Centro de Solicitud de Visados para España con la que puedes contratar (por default) el seguro de viaje obligatorio para obtener la visa Schengen. El subject: «Viajá a conocer al Papa con un 25% de descuento en tu asistencia al viajero». Mi primera reacción fue ir hacia el final del correo para anular mi suscripción porque evidentemente no me conocían en lo absoluto, pero no encontré el enlace en la pantallita roñosa de mi iPhone. Luego, ya sentado en mi oficina, me di con un triste retweet que anunciaba el fin de la cruzada de Gisella Orjeda, presidenta del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), contra la presencia abusiva de parafernalia católica en lo que debería ser la casa nacional de la Ciencia. Si lo es o no, ese es otro rollo. Anyhoo, el ‘tuit’ (odio la castellanización de esta palabra, btw…) iba acompañado de la fantástica columna de Pedro Salinas, la cual devoré en dos segundos y me recordó lo mucho que me molesta este tema y cuánto tengo que decir al respecto. So here goes.

Ah, para el beneplácito de cierto lector que siempre me reclama que mis posts son muy largos, voy a poner subtítulos y cositas. You know who you are.

Génesis

Vamos al principio, así si no lo leyeron los pongo al día. Hace algunos días, la presidenta del Concytec envió un correo masivo a sus trabajadores pidiéndoles de la forma más políticamente correcta del mundo, y esto hay que aplaudirlo porque se deslizó por el campo minado de la fe con la más notable destreza, que dejen de llenar un recinto dedicado a la Ciencia y el pensamiento analítico de altares y figuritas que indican todo lo contrario. En mi opinión, el único error de la doña fue revelar que el detonante de ese correo fue recibir socarrones comentarios de visitantes extranjeros que encontraban divertidísimo que la casa de la Ciencia le rindiera culto a una deidad (¡que lo es!). Porque, además de estar dotado de una fe irracional, el peruano común es xenofóbico. No porque sea racista (que también lo es), sino porque tiene un complejo de inferioridad tan pendejo frente al extranjero que cualquier observación que venga de afuera, que «no sea peruana», es recibida con golpe (o revistazos o jaladas de pelo o demás salvajadas que ya vimos en el caso del embajador ecuatoriano). PS: about that, you might wanna read este increíble post de mi siempre ocurrente amigo RUF. Now back to ME.

Anyway, si bien el común de los mortales de este país no la iba a apoyar, con ese faux pas terminó de sellar su destino. Si solo hubiera dicho que no tenía sentido que hubiesen imágenes religiosas en un lugar de Ciencia, sin mencionar la burla foránea, QUIZÁ (and that’s a big ass ‘if’) podría haber apelado al ápice de raciocinio que tiene todo ser humano y los hubiera hecho pensar «bueno, sí, pues, tiene sentido». Pero no, tuvo que decir eso y arruinar cualquier posibilidad de ser entendida. El fervor acalorado y el nacionalismo patriotero (que ha creado presidentes, amigos, no se olviden) del peruano promedio se le concentró en algún apéndice (que yo no debo tener porque no lo entiendo) y toda razón abandonó el edificio. Calculo que es como cuando toda la sangre se te va al pene, así tal cual. En fin, como era de esperarse, salieron todos los anormales a llorar por sus libertades supuestamente vulneradas, por su dios vilipendiado y su profunda honra católica herida.

Bueno, señores, son todos ustedes unos salvajes. No se han detenido ni medio segundo a entender lo que se les estaba pidiendo realmente. Nadie les ha dicho que no pueden expresar su fe, pero no hay necesidad de transformar todo lo que tocan en una capilla. Es su lugar de trabajo, por favor, ¡que además es del Estado! Un Estado que es laico, aunque les joda. Y que no es laico porque sea ateo u odie las manifestaciones religiosas, sino porque está obligado a ser justo con todos, a respetar todos los credos y la falta de ellos por igual. Eso quiere decir que o TODOS cuelgan sus figuritas en todas partes o NADIE lo hace. Para llevar la fiesta en paz y no ofender a nadie, lo lógico es que sea política nacional que nadie lo haga. Eso no promueve el ateismo ni mucho menos, ¿a qué le tienen miedo? Por último háganlo en su casa, vayan a misa todos los días si tanta falta les hace ver sus dolorosas estatuas, pero no intenten forzar la presencia del catolicismo en todas partes. Mucho menos en una entidad estatal. Eso es una falta de respeto, una presunción abusiva de que a todos nos importa su religión. No es así.

La Santa Imposición

No pasó mucho tiempo antes de que la Iglesia Católica — a través del atroz Cipriani, asumo —, metiera su cuchara y presionara a la cabeza del Concytec a retractarse y dejar sin efecto la única ordenanza (al menos que yo recuerde en mis 28 años de vida) que defiende abiertamente la laicidad del Estado. Efectivamente, el viernes salió la pobre mujer a decir que lamentaba haber sido malinterpretada y que «Concytec, en ningún caso, interferirá con el ejercicio individual de la libertad religiosa de sus trabajadores». Me pregunto qué habrá pensado realmente la señora Orjeda, sabiendo tan bien que esa jamás fue la intención del pedido. ¡Además lo había pedido con tal elegancia! Se había cuidado de todos los pitfalls (excepto el que les dije hace un rato). Pero no contaba con el real alcance que tiene el músculo de la Iglesia Católica en este país. Probablemente se haya sentido muy desilusionada slash asombrada. I know I am. «Peor de lo que pensé», debe haber dicho. I know I did.

Señores, la influencia que tiene esta gente sobre todo lo que acontece en el país debería darnos miedo, no aliviarnos. Yo entiendo la necesidad espiritual de sentirnos acompañados, vigilados, cuidados por un poder superior. Sobre todo cuando se tiene muy poco. Porque no es ninguna coincidencia que los más pobres sean de los más fieles (sino de dónde creen que salió la palabra «por-dios-ero»). Qué horrible sería la vida de tanta gente si tuvieran que vivirla en la más absoluta miseria y sin consuelo alguno, sin ninguna esperanza de que haya algo más, alguien más que velará por su alma cuando termine el suplicio y pasen «a una mejor vida». Eso lo entiendo, se siente bien. También lo entiendo de quienes no viven en situación de pobreza, son personas inteligentes y simplemente anhelan una conexión espiritual con algo que los rebasa, algo más grande que ellos mismos. Lo entiendo. Incluso a mí me gusta pensar que Godney me está cuidando desde su palacio marciano de Oops, I did it again! y espero que entiendan y respeten mi fe, no que la compartan. Por eso no voy llevando estatuas de cera de Britney ni juzgando a quienes no escuchan su santa palabra. Well, I secretly do, but I keep it secret! Ese es el punto. Es algo suyo, personal, y por más que lo compartan con millones de personas, no lo comparten con toda la nación. Hay espacios para rezarle a cuanto dios tengan, pero no pueden invadirlos todos. No pueden imponer el criterio de su religión a todos los aspectos de la sociedad. We, the people, will not stand for it.

¿Gracioso, no? Un amigo tuiteó las diferencias entre las primeras líneas de nuestra constitución y la de Estados Unidos. «We, the people«. Me encanta. Podrán ser unos psicópatas pero practican una democracia más ceñida a la verdad. ¿Saben qué dice la nuestra? «EL CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO, INVOCANDO A DIOS TODOPODEROSO…». Así, en mayúsculas, además. Después dice algo del mandato del pueblo y las generaciones sacrificadas de la patria, but I’m gonna stop you right there, Constitution. Quiero dirigir la atención de todos hacia esas ocho primeras palabras para que quede clarísimo, en blanco y negro, cuánto pesa realmente la Iglesia (ojo, la Iglesia Católica, la única Iglesia según este país de mierda) en el Perú. Ni siquiera voy a empezar con el tema del aborto, que al fin y al cabo es un tema delicado y no tengo una posición fuerte ante el tema, ni con el matrimonio gay (tema que ya traté, además) porque me da flojera y es muy controversial para la hora del almuerzo. Solo quiero que vean eso y piensen. Qué derecho tiene esta gente sobre otras religiones o sobre gente que no profesa religión. ¿Quién les dio la autioridad, Dios? A ver, me lo traen y le preguntamos. Debe ser un tipazo además, en teoría me cae muy bien. No, señores, no está bien.

Saved!

Así que el Concytec se hinca y regresa el status quo donde un único grupo religioso impone sus visiones arcaicas sobre todo un país. Ya ni siquiera podemos decir que es de forma soterrada. Ahora ha sido más claro que el agua. Concytec called you out, loud and clear. Intentó ejecutar la teoría de un Estado laico y la respuesta fue un rechazo ensordecedor. Claro, así sí te gusta, ¿no, católico de mierda? Y si alguien amenaza tu hegemonía, llorarás nuevamente que te imponen un ambiente laboral hostil donde no puedes expresarte libremente. Oh, how deliciously fiendish! Por estas cosas y no por tus creencias es que el mundo se ríe de ti. Yo me río de ti. Te lo mereces. No me río de los católicos que guardan la fe donde debe estar, en su espíritu, y la sacan donde corresponde. No rechazo a un católico que vive su credo sin imponerlo, que entiende, que escucha. No podría, ¡qué gente tan noble es la que puede reconciliar una religión tan cavernaria con la vida moderna y sentirse bien, sin juzgar o herir a quienes no la comparten! Pero del extremista, del homofóbico, del animal de mierda que pretende dictar la vida de todos sin justificar sus argumentos, de ese me cago de risa. Porque si no puedes retroceder sobre tus pasos más atrás de la Biblia en una discusión, eres una bestia peluda. El mundo seguirá avanzando y tú te seguirás quejando. Da lo mismo si avanzas con nosotros o no, igual no nos queda otra que arrastrarte como el yunque social que eres.

Ooh, so angry! No quiero terminar con el hígado en la mano, so riddle me this, amigos (y con esto entenderán mi posición). La crianza católica que hemos tenido la gran mayoría de peruanos por los siglos de los siglos ha generado en muchos de nosotros una clarísima y cuadriculada noción del bien y del mal, ¿verdad? ¡Muy bien! Pero no todo lo que nos dijeron que estaba mal lo está, ¿no? Para muestra, un botón. Ser gay (c’mon, you knew it was coming!). Nos dijeron que era una abominación, ¿verdad? Bueno, yo no me siento abominable, la verdad. No he matado a nadie. No he robado (bueno, I went a little Winona in my youth, but it was just a phase!). No he cometido ninguna atrocidad, al contrario. Me he enamorado. He sido muy feliz con un chico a mi lado. Nos hemos preocupado el uno por el otro, hemos celebrado nuestros cumpleaños, yo le hice compras alguna vez, él me regaló un clavel un día cualquiera. ¿Qué parte de eso está mal? ¿La parte en que hacemos el amor? ‘Cause it felt pretty damn good, let me tell ya!

Sin toda la innecesaria carga negativa que esa gente obtusa le puso a ser gay, mucha más gente se sentiría tranquila de vivir su vida como le nace. Godney knows I wouldn’t have had to endure the crippling fear of being rejected just for being my-fucking-self! No tenía por qué pasar por eso, la verdad. No tienen ningún derecho de hacer sentir tan mal, tan alienado, tan maligno a un pinche niño. Al final me chupó un huevo y desarrollé la coraza de fierro que tengo hoy (que no necesariamente me hizo bien), pero mucha gente no lo logró. Cuánto huevonazo se quedó en el closet por miedo. O dan pasitos tímidos adentro y afuera. O, peor, se casan (con chicas que podrían ser SUS hijas, hermanas o amigas, amables lectores), pasa algún tiempo, se instalan Grindr y me preguntan si quiero «conocerlos». ¿Para eso criaron a sus hijos así? ¿Para eso los metieron al colegio religioso carísimo, para infundirles terror de ser ellos mismos? I got news for you, fue por las huevas. La gente es lo que es and you can’t pray it away.  Por favor, piensen. Están criando muñones, gente incompleta, aterrada de vivir. Yo no tengo hijos y por ahora me interesa poco tenerlos, pero si los tuviera, me gustaría que fueran felices. Déjenlos ser quienes son, quiéranlos por lo que son, enséñenles a ser gente, tolerantes, considerados. Créanme, that’s how you really save their soul.

 

No hay calamidad sin Lima

Hoy me pasó una cosa que considero en extremo desagradable. Hice una buena acción. No, espérense, eso no me resulta desagradable, let me finish. Hice algo que todos deberíamos hacer, nada extraordinario, nada sorprendente. De hecho, sería exactamente lo que se esperaría de mí como ciudadano responsable y considerado, parte de una sociedad civilizada y primermundista. ¿Saben qué hice? Manejando a casa, pasé por el cruce de Salaverry con Alberto del Campo. La camioneta que iba frente a mí volteó a la izquierda con dirección al Golf de San Isidro, misma ruta que yo debía tomar. Para ir en esa dirección hay que cruzar la ciclovía de Salaverry. Ya que la persona que estaba delante mío ocupaba un buen chunk del camino, yo decidí quedarme más atrás, manteniendo libre una de las pocas vías para ciclistas que tiene esta ciudad. Un ciclista pasó frente a mí con total comodidad, el pequeño strip verde destinado para él estaba, in fact, desocupado. Luego tuvo que sortear a los otros cinco animales que esperaban del otro lado. No bien cruzó el ciclista frente a mi auto, un taxista que venía en sentido contrario me hizo señas. Quería que ocupe el metro cuadrado verde que estaba frente a mí. Dibujé con el dedo índice una línea horizontal imaginaria que iba y venía de izquierda a derecha, indicándole al taxista que había una ciclovía que no pensaba ocupar. Él me hizo la misma línea, pero hacia atrás, perpendicular a la mía. Entonces volteé. Aparentemente toda la avenida Salaverry me estaba tocando el claxon por no puntear a la camioneta que estaba delante mío. Yo no los escuchaba, Ellie Goulding me estaba susurrando Explosions al oído y nada más me importaba. Tuve que avanzar, se había generado un tumulto porque la gente que quería voltear no supo ubicarse a mi lado o mantener su carril detrás de mí y esperar su fuckin’ turno. No, todos tenían que doblar. Al mismo tiempo, además, así que ocuparon todo el espacio que pudieron y los que querían seguir de frente no podían pasar. Me llegó al pincho. Con crudeza me recordaron cuán lejos estaba de las sociedades civilizadas y primermundistas.

Mientras escribo esto, además, escucho a un enfermo mental gritando fuera de la ventana de mi sala «¡recontra chivo, rosquete!» y me sumerjo aún más en la desesperanza. La sala de mi depa no es ajena al griterío alcoholizado del mamado local. La ventana da a una callecita conocida de Miraflores donde hay un par de bares de exagerado décor. Pero hay que aplaudir el timing de este simio para lanzar su homofóbico repertorio. Justo cuando estoy reflexionando sobre la sociedad retrasada en la que vivimos. Pensando «quizá estoy siendo muy duro con Lima». BOOM! Homophobic slur slaps sense back into me. No, no estoy siendo duro con Lima. Vivo en una ciudad donde hay (¿dos?) ciclovías que imponen cero respeto para el conductor promedio y donde alguien que está borracho un martes le grita a Godney sabrá quién de «marica» para abajo. Pero to each their own, right? No es mi problema, ¿no? Aunque debo reconocer que me sentí tentado a responder «¿sí, diga?» desde mi ventana. However, estoy en pijama y si voy a ponerme mi confrontational weave tengo que verme fabuloso, como para recordarle a esa pobre criatura salvaje exactamente who runs this motha.

Yo no soy un conductor modelo y lo admito. De hecho, si estoy apurado, soy una bestia y me cago en la vida. No obstante, mi resolución de año nuevo para este 2013 fue precisamente ser less of an asshole con los peatones. Ahora, he extendido mi resolución para que acoja a ciclistas. De hecho, cuando salgo a correr por el malecón, hago mi mejor esfuerzo por nunca pisar la franja roja separada para ellos. O sea, hago un esfuerzo consciente por no cagarlos ni cuando voy a pie (aunque, amigos ciclistas, es difícil no usar la franja roja cuando hay tanta vieja cojinova que se arrastra por donde uno quiere correr, you’ll have to excuse me if I step out from time to time). Me cuesta, pero lo estoy logrando. Si veo un cruce que no tiene semáforo, dejo pasar a quienes estén en él (ojo, si hay semáforo lo respeto y espero lo mismo del peatón). Lo peor de todo es que cruzan con miedo, corriendo, «aguantándote» con la mano, mirándote de reojo o peor, con odio porque les acabas de recordar a todos los hijos de puta que nunca les dan pase. Me llega al pincho. Algunos te agradecen con una sonrisa o un ligero asentimiento de cabeza. Eso me encanta. Es absolutamente innecesario, porque ellos tienen la prioridad y yo solo estoy haciendo the decent thing to do. Pero igual me gusta mucho porque me hace pensar que mi mamá estaría orgullosa si los viera.

Si se dan cuenta, lo que estoy intentando hacer no es nada extraordinario. Es lo que se espera o debería esperarse de mí y de todos los demás. No entiendo por qué las ciclovías solo parecen ser visibles para los ciclistas. ¡No es el andén de Harry Potter, hijos de puta, está ahí, pintada de un color diferente al resto de la pista! ¿Qué les cuesta no ocuparla? ¿Van a llegar diez segundos más tarde al próximo semáforo? Gimme a fuckin’ break. Me siento tan impotente y decepcionado cuando veo este tipo de cosas. No porque sea particularmente sensible a las necesidades de los transeúntes y ciclistas, I could care less, sino porque es sintomático de algo inmensamente peor y de mayor repercusión. Piénsenlo bien. Detrás de la salvajada, en la mayoría de los casos, hay una absoluta y total ignorancia sobre lo que están haciendo mal. O sea, ¿ustedes creen que el conductor, taxista o microbusero que se caga en los peatones PIENSA siquiera en lo que está haciendo? Solo lo hace, es parte de cómo funcionan las cosas, es lo que es. Debo asumir que, en teoría, sabe que está mal. O sea, tendría que haberlo paporreteado para dar el examen escrito, aunque sea. Sino no le habrían dado el brevete o eso quiero creer. Pero si lo supo alguna vez, ya lo olvidó. Hoy ni siquiera repara en ello y si intentaras hacerle entender, no podría. La ignorancia ha echado raíces tan profundas en el cerebro colectivo de esta sociedad que ya no puede ni razonar. Ha comprometido el nervio óptico, la ha dejado literalmente ciega al error. Y esto se aplica a tantas otras cosas que sí me afectan y sí me importan, como que se fume todavía en lugares públicos o que las mujeres no puedan caminar tranquilas por la calle o que haya un imbécil gritando «rosquete» debajo de mi ventana. Nadie piensa en nada, nadie cuestiona nada, nadie puede retroceder en sus argumentos más allá de la Biblia. Sin huevadas, es desolador. Lima presta sus cuatro letras a la calamidad, enteritas… y en noches como esta me parece casi imposible que cambie de mentalidad. Pero, ¿saben qué? No hay de otra. A los animales salvajes se les doma a golpes, a la mala, y si las bestias quieren guerra, guerra les voy a dar. Pero con baile. Súper marica.

Encore une fois, WHO RUN THIS MOTHA!!!!!!