Archivo de la categoría: Love & other drugs

You tell me…

Cometí un grave error anoche.
Vi Bridegroom en Netflix.

Por lo general no consumo documentales. I prefer my depressing stories to be loosely based on reality, thank you very much. Pero hace poco alguien me lo mencionó y recordé haber visto el viral de Shane hace algún tiempo, así que me dije «qué tan terrible puede ser si ya conozco la historia». Well…

Evidentemente, esta es una historia que me taladra el pecho y estruja sin misericordia el nervio más recóndito, consustancial y auténtico de mi ser. Bajo cualquier circunstancia, en cualquier momento, este filme me reduciría a un barrizal de lágrimas y moco. Pero particularmente ahora, en este contexto de Guerra Santa que estamos viviendo, su mensaje me conmueve mucho más, me golpea más de cerca, me duele como si me hubiera pasado a mí.

Lo que hizo esa familia no tiene nombre, excusa ni perdón. No me refiero (solo o necesariamente) a impedir que el amor de la vida de su hijo sea parte de su funeral. Eso es atroz, sin duda, pero no es lo peor. Lo peor es que enterraron una mentira. Lloraron por un hijo que no tenían. Su verdadero hijo no estaba ahí, no era a quien honraban, y no les importó. Porque lo que importa es el qué dirán. Lo que importa es que nadie sepa que era cabro. ¿Qué clase de padres son esos? ¿Eso es la familia «normal»? You tell me…

Le pusieron bridegroom a su tumba, para que el mundo sepa que era un buen cristiano, que aquí no pasó nada, que Jesús lo va a recoger. Era su hijo y le robaron. Lo despojaron de un entierro con respeto, un descanso con dignidad. Lo borraron. ¿Quién aprovecha la muerte de un hijo para editarlo, para censurarlo, para retractar toda su vida? Ahora su tumba está flanqueada por los lotes de ambos padres, uno a cada lado, como un niño que se portó mal y debe ser vigilado por toda la eternidad. Ni siquiera en su fucking tumba podrá escapar de las únicas personas que nunca lo aceptaron tal cual era. Las que se supone tendrían que haberlo amado como a nadie.

Pero qué refrescante es ver la otra cara de la moneda. La familia de Shane, puta madre. Hasta la fuckin’ bisabuela de 400 años que mataba serpientes y no sabía en qué día/hora/planeta vivía, lo apoyaba incondicionalmente. Eso es algo que no se ve todos los días, pese a que la lógica te haría creer que es lo normal. No sé. Me alegra que exista gente así, sin miedo a querer. Hay mucha gente repugnante en el mundo hablando pichuladas «en el nombre del Señor»; promoviendo miedo y odio vía paneles frente a universidades; escudándose detrás de su peluquero, que le cae regio, para consolidar prejuicios que equivalen a meterle un balazo al fuckin’ peluquero; o aduciendo que no podemos hablar de derechos humanos para hombres y mujeres gay porque, científicamente hablando, no existe un «gen gay» (a diferencia de, digamos, nuestras almas que salen hasta en las radiografías, ¿no?). Con tanto salvaje disparando argumentos tan absurdos, es una bocanada de aire fresco que hayan congresistas legendarios liderando el cambio y tanta gente dispuesta a salir a la calle a defender el amor en todas sus presentaciones (o en el caso de la familia de Shane, salir en un documental for the whole world to see).

Estamos en un momento histórico, sépanlo. Me gustaría pensar que vamos a salir ilesos del otro lado, pero muy probablemente no será así. Como cualquier evento que sacude las placas de la historia y forja futuros que en su momento parecen inimaginables, este será un proceso árduo, doloroso y quizá violento. Mi roommate -ever the LGBT warrior❤️ me dijo hace algún tiempo, cuando apoyó públicamente la unión civil desde su trinchera, es decir, su propia empresa, y fue atacada de la forma más vil y cobarde por gente repulsiva, «si a mí que no soy gay, me duele que me digan estas cosas, no me imagino cómo se deben sentir ustedes de que esta gente exista». Me conmovió terriblemente porque es cierto. Es fácil perder la esperanza cuando se es la minoría, cuando estás del lado que recibe el puño desde la pubertad, cuando eres el punchline de todas las bromas. Pero, puta madre, ustedes y yo sabemos que tenemos que seguir empujando. Por los Tom y Shane que en el Perú también existen. Tenemos que luchar por el amor y la justicia, aunque sea solo para joder, csm.

 

LOVE? [huh… unexpected #JLoPromo]

Los treinta están a la vuelta de la esquina, acechándome, amenazando con ponerle fin a la década prodigiosa en la que, mal que bien, uno todavía puede salirse con la suya siendo algo inmaduro e irresponsable. A los treinta, es poco probable que me funcione el «boys will be boys«, aunque yo me sienta igual. Porque I don’t know about you, but I’m feeling 22! Pero siento que se espera más de mí and quite frankly es demasiado. To be an actual adult. Ugh. Paso, gracias.

But I digress… el punto es que los 30 me han hecho pensar (yet again), pero esta vez sobre las grandes, pequeñas, terribles o emocionantes relaciones que he tenido a lo largo de mi vida and how inclined I am to settle down. De momento no demasiado. Pero no necesariamente porque no lo quiera sino porque no se ha dado. No como yo lo quiero. No digo que tenga que ser perfecto, pero it has to feel right, right?

And so I wonder, qué onda, qué quiero. I think it’s pretty simple. En líneas generales…

Am I right or am I right, ladies?

Pero eso solo pasa en ficciones donde chibolos se casan después de conocerse tres días y terminan roleando con un cura y muertos al final. So I think I’ll pass on that. Creo que resultará más productivo aprender de mi priopia historia. Nos saltaremos los early years porque obviously. Así que fast-forward al periodo 2002-2004 que básicamente puede resumirse así:

Lección 1: No. Al. Closet.
(He wishes he was as hot as Slater, tho. Y pensándolo bien, ¡yo también!).

So that ended. De una forma particularmente terrible, además. Tenía 19 años. ¿Qué hacer?

Pero en el fondo seguía algo adolorido, así que hice lo que cualquier persona sensata hubiera hecho.

But I failed. Miserably.

Casi sin excepción terminé colgándome de todos y esperando más de lo que podía ser. Muchas amistades se fueron por el drenaje. Fue una época bastante desagradable and I was pretty pissed.

That actually went on for quite a while, hasta que dejé de buscar y empecé a divertirme más. Bastante más.
Lección 2: «Some love stories aren’t epic novels, some are short stories» (serving Carrie realness over here) y a veces está bien solo relajarse y divertirse.

Then there was a lot of this (#NSFW).

Hasta que llegó. La primera vez en mucho tiempo donde todo encajaba.

Ya saben cómo es. It’s all rainbows and butterflies six months in, right?

And it really was, tho.

Until it wasn’t… y no había forma en la tierra de estar preparado para esa conversación.

Y como vino, se fue.

Estuve algo entumecido por un buen rato. Encontrármelo y tratar de ser civilizado era lo peor.

Pero con el tiempo… lección 3: es cierto lo que dicen. If you love someone, you let them go.

(To this day I really, really do… y nadie se lo merece más).

En el camino a la recuperación hubieron algunos episodios bizarros de amistades que se confundieron.

Y que me confundieron a mí solo para terminar cambiando de opinión. LOL, right?

Lección 4: when you know, you know. Que nadie te confunda si sabes que no va.

So I went back to casual dating, pero con el beneficio de la edad, que te da la suficiente seguridad para que te chupe todo un huevo y seas a lot more aggressive about it.

But after a while, it gets kinda old, right?
Particularly when you encounter some extraordinary assholes along the way.

Y empiezas a preguntarte por qué ninguna de estas situaciones despega en lo absoluto.

Could it be? ¿Seré yo el problema?

Y en el momento en el que contemplas tu vida con 16 gatos, ugh, it starts all over again. Alguien nuevo.

Te vas acercando… quieres saber más, descubrir más, todo es tan nuevo. Te dan pie, sigues adelante.

No sabes si hay futuro, no importa, conocerse está bien. Todo parece indicar que la cosa podría caminar.

But nope. Not happening.

Tipo…

Lección 5: silly rabbit… games, like Trix, are for kids.

Ya estamos en otra cosa. No podemos seguir con «no lo puedes llamar inmediatamente después, no le digas que te gusta, hazte el ocupado, etc». Bitches, I’m exhausted. No quiero seguir jugando.

Prefiero ser upfront about shit. Si te parece, bien; sino, también. Prefiero no perder mucho tiempo y pasar a lo que sigue.
No harm, no foul.

 

Bueno, debo decir que cuando empecé esto no tenía ni idea de lo que había aprendido o lo que quería decir, así que me siento bastante aliviado de encontrar al menos cinco lecciones en todo el asunto. No todo ha sido en vano, jajaja. Además, escúchenme, es un triunfo personal notar la paz interior y cariño que hoy siento por el único ex en mi vida que ha valido un sol. Algo de madurez tenía.

Sin embargo, quite sadly, solo puedo concluir dos cosas de esta revisión:

1. Esto, básicamente.

2. I won’t go down quietly.

Les Amours Imaginaires

«I’m thirteen again, am I thirteen for good?»
Alanis Morissette, So unsexy.

 

 

Supuestamente es imposible pararse dos veces en el mismo río, pero a veces me pregunto si esa ley me rehuye. Han pasado más de diez años y siento que me encuentro en una situación jodídamente similar, sino la misma. Like, really? REALLY? Me preocupa envejecer sin crecer, porque eso sencillamente no vale la pena. Si se me va a pudrir el colágeno, espero que la glicación me traiga un mínimo de sabiduría. ¿Es que no he aprendido nada? No es posible que siga metiendo la rueda en el mismo bache. Qué onda, en serio. Y si no estoy tropezando con la misma piedra, estoy inaugurando nuevos agujeros con el mismo pie. Y casi siempre tengo un segundo de lucidez donde me digo «ok, detente» y siento la disposición y entereza para alejarme, pero así como viene se va. De repente estoy otra vez donde empecé y no puedo detenerme.

No siempre he sabido distinguir las verdaderas intenciones de quienes expresan algo por mí, sea lo que sea. Entiendo que algunos han querido quererme, otros han querido ser mis amigos, el resto ha querido comerme y seguir su camino. En más de una ocasión, me equivoqué en mi apreciación de la situación, no supe evaluarla, entenderla o enfrentarla. Probablemente porque las confrontaciones terminarían aclarando un panorama que me sería adverso — o eso temía. En lugar de todo aquello, me dediqué a buscarle sentido unilateralmente, teniendo conversaciones completas y emotivas con gente que no estaba ahí.

Tipo, no gente muerta or anything. Tampoco imaginaria. Gente real. Solo que no está físicamente conmigo, respondiendo. Aún me pasa. Casi a diario, ahora que lo pienso. Así reviso las cosas en mi mente. Ensayo. Ensayo lo que voy a decir, calculo cuándo decirlo, exploro todas las reacciones y posibles giros. Es una conducta extraña, sí, pero solo ataca cuando tengo algo que decir y no sé cómo decirlo. Que esto me suceda más de la cuenta últimamente es coyuntural (creo). Pero nunca me pasa más frecuentemente que cuando alguien (pre)ocupa mi mente. Cuando termino con un ex, muero en silencio por un equis o algún one night stand asume cosas que no son, se vuelve pan de cada día. Todas las cosas que siempre quise decir y no pude se desarrollan en imparables unipersonales en el teatro de mi habitación. Aunque últimamente mis monólogos se han vuelto portátiles. El autoplay empieza a correr cuando camino (y ahora camino mucho).

En mis 29 años de vida me he encontrado con todo tipo de amores. Incondicionales, románticos, estúpidos against-all-better-judgement, amicales and those which rest somewhere in between. He sentido algunos, otros no me han tocado en realidad. Están los que brillan fuerte y se queman rápido, los que se transforman con los años en algo duradero pero diferente, los que he idealizado y no han llegado a mí o no he sabido reconocer o aceptar por lo que son (for those I’m truly sorry). Mis expectativas pueden haber estado siempre all over the place, pero creo que siempre he sido sincero. Sé que los años no han pasado en vano y me alivia. If anything, al menos ahora soy más comprensivo. Puedo no pensar en mí mismo y ponerme en los zapatos del otro. Antes eso hubiera sido impensable. Si me lastiman, qué deberían importarme sus razones, right? Wrong. A veces hay razones para todo y uno simplemente se cruza en el momento equivocado.

There is something, however, that needs to be said y tiene un poco que ver con el tema y a la vez no, porque ya ha pasado algún tiempo y fue insignificante. Fue whatever it needed to be at the time and meant nothing, but I am NOT nothing. Me debes la cortesía de decirme ciertas cosas a la cara y no dejar que me entere por terceros y pretender que no existo. Hubiera sido más que comprensivo, but I guess you don’t know me all that well. Hubiéramos podido seguir siendo conocidos y todo súper bien, pero asumiste de más y te portaste como el peor cobarde, y solo por eso (y no por ninguna otra razón) ya no puedo decir que me caigas muy bien. It might’ve meant nothing, but I am NOT no one. You don’t get to ignore me or erase me. Me debes más que eso, por educación. Man the fuck up. En fin, de verdad espero que estés muy bien, pero solo porque me da igual y suena mejor.

Dicho esto, volvamos al presente. Ahora caminaba a casa, as I so often do, pensando en el placer que me produce esta situación, the longing and the yearning for something I don’t even know to be true or right. Porque algo de placentero debe tener, ¿no? Pues bien, mi lado racional decidió que no lo tiene. Que el balance final siempre me deja en negativo. Que nada ha sido comprobado y todo es una proyección de lo que yo quiero que sea. That it’s better to be actually alone than mendaciously involved. Sin embargo, muy a mi pesar, todo este know-how no me detiene. Mi lado irracional se inventa y se divierte y no me deja en paz. Dudo que lleguemos a un acuerdo any time soon. Reconozco las situaciones. Las veo venir. Puedo escuchar el «uh-oh» de mi propia voz en mi cabeza y aún así caigo redondito cada vez. It’s almost funny. Almost.

 

Carta abierta a los clósets

Querido clóset,

Acabo de ver una película llamada «Gayby». In case you’re wondering, it stands for «gay baby», as in el bebé de una pareja gay (o en este caso de una mujer horrible y su mejor amigo gay). Es como El Objeto De Mi Afecto pero más real, I guess. No estuvo mal, hubieron un par de escenas que me hicieron reír. Las busqué en YouTube, pero no encontré, so you’ll just have to take my word for it. El punto es que vi esta película sobre gays y hags y bebés y monogamia y promiscuidad y familias y divorcios y ex novios y amigos y estereotipos y anti-estereotipos y finales felices y todo me resultó muy normal. Era, básicamente, well… life. Todo lo que pasa en la vida, supongo. Todo dentro de un contexto. Todo bien. Ahora podemos ver este tipo de películas todo el tiempo -bueno, quizá no esta en particular, que es un poco D-lister, pero me entienden-. They’re out there. Tipo, hay chibolos viendo «The Kids Are All Right»Movies are here, they’re queer and now we’re kinda used to it.

No siempre fue así. Cuando era más chico y veía esas series «familiares» o comedias adolescentes, los gays no existían. Fácil no tuve la menor conciencia de ello (o sea, yo sí, pero no en la tele) hasta los 14, cuando salió «No Se Lo Digas A Nadie», que además creo que solo la ponían de madrugada en el 4. Espan. Luego, un par de años más tarde, Jack McPhee llevó a ese douchebag Peter-Gallagher-lookalike a la prom en «Dawson’s Creek». Y creo que ese mismo año se estrenó «Young Americans», donde un Ian Somerhalder súper chibolo interpretaba a un chico sexualmente confundido por su amigo Jake, que en realidad era Jackeline, una chica que se hacía pasar por chico para ir a una mejor escuela o algo así. BOO, btw! Siempre odié que al final fuera straight, pero kudos por agarrarse a Jake en el baño pensando que era hombre. Anyway, el punto es que, de pronto, empezábamos a ver más de esto. Había, hasta cierto punto, teen gay role models, donde antes no los había: prime time tv.

Es una mierda, sobre todo en este país temeroso de dios, crecer siendo gay. Creo que tú y yo lo sabemos bien. Y de alguna manera ver estas cosas en la tele, así como personajes públicos que lo dicen abiertamente y les chupa un huevo, nos ayudan a darnos cuenta que there’s more to being gay que la peluquera que se araña en un talk show con otro travesti (con el respeto que las peluqueras y travestis se merecen). Puedes ser tú mismo, no tienes que calzar en el estereotipo. O puedes calzar exactamente en el estereotipo y aún así tener tu propio estilo. No sé. En mi opinión ayuda, te da valor. De hecho creo que esta mayor aceptación del mainstream media ha hecho que las nuevas generaciones salgan del clóset a los 10 años porque vieron a Kurt chapar con Blaine y les parece lo más natural del mundo. No vivieron el oscurantismo que generaciones pasadas (y la mía en menor medida) atravesaron. Ya ni siquiera se les ocurre que, not so long ago, éramos invisibles. Qué suerte la suya, ¿no?

Por eso entiendo cuando hay gente mayor o de mi generación que sufre para salir del clóset. Lo entiendo, I swear, I feel for you. Pero la verdad, ya estamos 2013 and there’s nowhere left to go but out, bitch. Lo que no entiendo, jamás entenderé y me molesta sobremanera es la gente que miente sobre su orientación sexual. Hay omisión y flat-out lying. Cuando eres el introvertido que se ríe incómodo si le preguntan por qué no tiene novia y sufre en silencio y no sabe qué hacer y cambia el tema y es «reservado» y bla, bla, bla, puedo entenderlo. You’re processing. Quieres salir, pero te cagas de miedo and you don’t know how. Ok, puedo respetarlo. Pero ser un tipo que se la pasa hablando en voz alta (o poniéndolo en redes sociales, which is kind of the same) sobre sus miles de juergas, sus «wow, estoy tan ebrio», sus «qué rica esa flaquita» y similares, tratando de convencer al mundo entero de su heterosexualidad, entonces no lo entiendo y tampoco lo respeto porque, mi amor, eres un imbécil.

Este tipo de actitudes me resultan intolerables. ¿Sabes por qué? Porque yo también en algún momento estuve en el clóset y también me cagaba de miedo, pero salí. Tuve tanto que perder como cualquiera, sin embargo, al final me di cuenta de que no tenía sentido ser algo que no soy y dije «bueno, a la mierda». Primero se lo dije a una amiga, luego a otro y a otra hasta que, de pronto, I was out. Luego a mi mamá, cuando la internaron para operarla, y me puse a llorar de pena porque no me salían las palabras y ella me dijo, literalmente, «¿por qué lloras? Yo ya sé lo que me quieres decir. Una madre siempre sabe» y me sonrió y that was it. El punto es que yo también pasé por el trauma y decidí ser yo mismo, por más que estuviera scared shitless. Jamás traté activamente de convencer a nadie de lo contrario, simplemente me callé la boca for the longest time. Cuando era más chibolo traté de tener novias, pero por mí, para «probar», no para probarle nada a nadie. Ver a alguien de mi edad que aún hace o dice estas cojudeces me hace hervir la sangre. Porque sus acciones me están diciendo que, para ellos, ser gay está mal. Está tan mal que no podrían serlo ni en un millón de años. Aunque tengan decenas de amigos gay y griten «gay is ok!» a todo pulmón, desde su supuesta posición heterosexual, realmente están demostrando que, para ellos, gay is not ok. Me jode. Terriblemente. Se cagan en todas las huevadas por las que uno tiene que pasar by coming out and being out, que no es nada fácil. Esa cobardía disfrazada de bravura me juzga y me ofende, a un nivel personal.

Yo creo en el derecho de cada uno de tomarse su tiempo, que cada quien tiene sus propias velocidades y etcétera, etcétera, etcétera; pero si todos tus amigos ya piensan que eres gay y te aceptan tal cual eres,  no entiendo qué haces aún colgado de la percha. ¿Tu familia no lo va a aceptar? That’s harsh and I’m truly sorry, but fuck them, you’re better off. Para eso tienes amigos que te quieren y quieren verte feliz. Los amigos, por último, son la familia que uno elige, así que al menos tienes eso. Y si estás realmente decidido a quedarte en el clóset, bueno, asúmelo. No quieras tener beneficios adicionales, ‘cause you can’t have your cake and eat it too. No vayas por ahí emborrachándote y aprovechándote de tus amigos gay ebrios, chapándotelos dizque de broma a lo «uy, uy, mira cómo chapamos, qué avezado soy». Gurl, that only applies to actual girls! Eso no te hace open mind ni liberal ni absolutamente nada, cariño. Te hace un poco una cabra frustrada y eso, in this day and age, is no good. Espero que no creas que estoy siendo mala onda, porque realmente deseo que encuentres el camino y seas feliz. Pero en esta película «Gayby» que te mencionaba había una escena de tough love que resultó súper bien, así que la estoy implementando. So, don’t be a drag, just be a queen, ok? Bitches gotta stick together.

xx,

Alguien que quiere que seas más tú mismo.

 

PS: ¿Ves lo que me haces hacer? Citar a Lady fuckin’ Gaga. That shit ain’t right. Voy a terminar esto con un gif de Godney for good measure que grafica lo que espero que hagas pronto.

One day this could be you (I mean, not really, but you know).

#Top15: Cosas que aprendí de Clueless

Amigos, he tenido unas semanas THRILLER. So dramatic and emotional! Me he visto obligado a aceptar que estoy en un punto crítico en mi vida, in an actual make-or-break scenario. Hay mucho por hacer y para todo habrá tiempo, pero todo este soulsearch me está desgastando. I’m, like, over it. Así que voy a romper la densidad de mi vida con banalidades divertidas, como quien hace hora antes de lo inevitable.

No sé si saben, pero tengo una terrible debilidad por las películas protagonizadas por mujeres fabulosas. Si son fabulosas desde la secundaria, mejor. Puntos extra si, además, son películas noventeras y por ende de mis formative years. Efectivamente, Heathers (no es noventas pero casi), The Craft, Empire Records, Cruel Intentions, Jawbreaker, 10 things I hate about you y decenas más han sido parte de mi formación, pero pocas me han marcado tanto como la más épica película adolescente de los 90, Clueless.

Juro que Clueless me enseñó todo lo que necesitaba saber de la vida. I’m not even kidding. Me preparó perfectamente para lo que vendría después de la pubertad (que en 1995 aún no había alcanzado). No sé ustedes, pero yo aún cumplo a cabalidad algunas lecciones del impecable guión de Amy Heckerling to this very day. Con ustedes, mis 15 lecciones favoritas, las que todavía cumplo o jugaron un papel importante en mi vida, de la mano de la nunca tan fantástica y blonda Alicia Silverstone y compañía. Hope you enjoy!

 

#15. Educación vial: saber manejar is about the coolest thing ever, pero hay que hacerlo bien.

#15.1. Aunque solo necesitas aprender a estacionar para dar el examen, tbh.

#14. Política: The government SHOULD get to the kitchen. El mundo es libre.

#13 Cultura general: Hay muchas joyas acá, pero tres se me quedaron por siempre. ¡Y kudos a la película porque me hizo buscarlas!

#13.1. Literatura: «To thy own self be true» (y que hay mucho pseudo intelectual pretencioso).

#13.2. Arte: la obra de Monet.

#13.3. Latín: «Carpe Diem, ok?» (no había gif :c)

#12. Tecnología: El futuro es digital (y también estaba escrito para Alicia Silverstone).

#11. Persuasión: TODO es negociable, hay que saber cómo.

#10. Autoestima: A veces un cambio de look sí ayuda (and it makes Di so happy!).

#9. Anatomía: Miren la mano de Tai. Cambió mi vida.

#8. Seguridad: No puedes sacar el celular en cualquier parte.

#8.1. Y si ya estás en esa situación, caballero. It’s not worth it.

#7. Orientación sexual: Existen los gays.

#7.1. I was SO gay.

# 7.2. But gay is ok! We have the coolest car, the witty catchphrases (hagsville!) and are the life of the party.

#6. Drogas: «It is one thing to spark up a dubie and get laced at parties, but it is quite another to be fried all day».

#5. Relaciones interpersonales: Three lessons that will stand the test of time.

#5.1 El lenguaje corporal es importante.

#5.2. And it goes both ways…

#5.3. Cuando te dicen que llamarán al día siguiente y no lo hacen, no desesperes. Their bio clocks are set to Boy Time.

#4. Crushes: We will all meet someone and have that ONE song…

#4.1. Que eventualmente se convertirá en esto.

#3. En general: This hand gesture. Multipropósitos.

#2. Amistad: we all need that ONE true friend that makes life fabulous. Keep them.

Y mi regla de oro, la más importante, la que nunca olvidé y siempre he cumplido…

#1. Fiestas: «Always make a lap before you commit to a location». 

‘K, love ya, bye!

Bubblegun

Antes de empezar: Escribí esto hace varios años, como parte de otro proyecto, y no he querido editarlo (demasiado). Podría haberlo recortado, es cierto, pero el exceso de detalles es lo que me gustó al releerlo. Me sorprende, me parece tierno (y no recuerdo la última vez que usé esa palabra para referirme a mí mismo). You may not find it as interesting, but you’re still welcome to it.

 

A Brian Molko por el título perfecto.

 

 

En ese momento no lo pensé, pero en realidad era algo importante. Estoy seguro que él tampoco lo pensó, simplemente lo hizo. Quizá luego, mientras caminaba a lo que podría ser un Denny’s o un Wendy’s o cualquier diner de carretera, se detuvo a pensar en ello, no le dio mucha importancia y siguió. Yo tampoco y seguí girando mi dedo sobre Madonna, las Spice Girls y La Macarena. «Tiene que ser», pensé. ¡Con ese playlist no había forma de que no lo fuera! Había algo en él, en nosotros. No iba a cambiar nuestras vidas, pero sería rico mientras durara. Estaba súper inquieto, esperando que volviera.

Cuando aterricé en Miami tuve esa sensación que siempre tengo cuando viajo. Posibilidad. Todo es una puerta abierta, todo me está esperando. Caminé por el aeropuerto con la cabeza en alto y respirándolo todo a mi alrededor, me sentía imparable… hasta que un policía de aeropuerto me detuvo. De pronto, the third degree. Por qué estoy solo, de dónde vengo, a dónde voy, a quién conozco, quién es Tori Amos, cuánta plata tengo, por qué tengo tantas tarjetas de crédito, en qué trabajo, por qué tengo brevete, qué edad tengo realmente, cuánto gano, de qué lado me cuelga. Needless to say, ese rent-a-cop me sacó de mis casillas y me puse tan atorrante como pude. En retrospectiva quizá no fue la mejor de mis ideas. Anyway, después de una larga y lograda imitación de la Paris Hilton peruana, finalmente pregunté, volteándole los ojos, «¿me puedo ir ya?». Me dejó ir.

Fuera del aeropuerto, caí en cuenta de que no tenía la menor idea de por dónde empezar. Había pasado más de una hora, había perdido el bus que pensaba tomar, no tenía los horarios de los que le seguían ni un teléfono al cual llamar. En la calle, llovía. Empecé a sentir un poco de pánico en mi soledad. Llamé a José Carlos, que estaba trabajando en Miami desde hacía unos meses. Su voz, profunda y aguda a la vez, fue una cosquilla en el corazón, un temblorcito en la estructura de mis recuerdos. Cómo me alegró escucharla. Casi podía verlo entrecerrar los ojos y sonreír al caer en cuenta de quién lo llamaba, el amigo gay que se pasó buena parte de la amistad enamorado de él. Conversamos un rato, tenía que irse a trabajar. Le pregunté dónde y me dijo «Pizza Hut», pero con José Carlos nunca se sabe. Encontraba un placer exasperante en decirme mentiras tontas. Con el paso de los años, dejé de preocuparme en si creerle o no. Me daba risa no saber. Le dije que debía tomar un bus a Orlando y que lo vería cuando vuelva. Creo que nunca lo vi.

La lluvia terminó tan intempestivamente como empezó. Me calmó en algo. «Al menos no me voy a mojar», pensé. «A la mierda, iré a casa de mi tía», me dije y tomé la J, que un par de inviernos antes conocí tan bien. Maletín en mano, mirando la ruta con atención. Al llegar a casa de mi tía, dejé la paranoia y me recompuse. Descansé, comí algo, llamé a la estación de buses, al hostal al que llegaría en Orlando y al taxi que debía llevarme a él. Volví a sentir la Posibilidad soplándome la cara, la aventura haciéndome cosquillas, todo estaba listo. Salí a cenar con mi tía y en un abrir y cerrar de ojos estaba sentado en la estación del Greyhound esperando mi autobus.

Miré a la gente a mi alrededor. Harta minoría. Uno que otro redneck me miraba, sacudiendo los bigotes. No estaba preocupado, pero sí aburrido y supuse que lo estaría por varias horas. De pronto entró una pareja mayor, ligeramente obesa (aunque este no es un atributo que resalte en Miami), mirando para todos lados. Detrás de ellos entró su hijo. Mis ojos se abrieron como un par de vinilos. Era un chico flaquito, sonriente, de cabello castaño oscuro y unos preciosos ojos café, tan enormes como sus pestañas. Se le veía bastante joven con su jean pitillo, la camiseta blanca y una mochila a cuadritos pintarrajeada. Un look ligeramente hipster, en una época donde ser hipster era RECONTRA hipster porque aún no existían. Pero él era irrespetuosamente guapo, so I didn’t hold it against him.

De pronto reparé en lo que estaba pintado en su morral. Era una imagen de Regina Spektor, del video «Us«. Mi corazón se saltó un par de beats. ¡Tenía de qué hablarle! Acto seguido empecé a pedirle a Godney que por favor lo pusiera en mi bus. Que se suba a mi bus, que se suba a mi bus, que se suba a mi bus, que se suba a mi bus, que se suba a mi bus, que se suba a mi bus… «The 11:45 bus to…  Orlando… is now boarding at gate 2«. ¡Que se suba a mi bus, que se suba a mi bus, que se suba a mi bus! En todo ese tiempo, mientras pateaba mi maletín hacia la puerta de embarque, no le había quitado la vista ni un segundo. Sus padres me miraban. No me importaba, yo lo miraba a él. El mocoso bello seguía su camino hacia la terminal y sí, se dirigía hacia mi bus.

Cuando nos acercamos al bus, me puse detrás de él. Subimos y todos se fueron hacia el fondo (algo que yo jamás haría porque lo odio; además quería estar cerca del chofer, por si acaso). Él no se sentó de inmediato. Estaba evaluando los asientos delanteros buscando el mejor. Yo hice lo mismo. Mientras nos acomodábamos hice todo lo que pude por hacerle notar que veía su mochila. Finalmente me miró mirarlo. «Is that… Regina Spektor on your bag?», pregunté. El niño arqueó las cejas con sorpresa y sonrió, se le veía más lindo aún. En ese momento noté sus labios, en los que no había reparado antes. Súper lindos, rojos y carnosos. «Yeah! You like?», me dijo. «I love!», respondí. «I’m actually on my way to Atlanta to see her live». «Ha! I’m on my way to Orlando to see Tori Amos». La coincidencia nos acercó, pero no nos habíamos animado a sentarnos juntos. «I’m Jake, by the way».

Luego de una parada – en la que se subió una camionada de X-Zibit lookalikes -, se hizo evidente que conversar de asiento a asiento sería bastante incómodo y eventualmente imposible, pues el bus se llenaría. Le hice una seña con la cabeza, un deseo desesperado disfrazado de un sutil «ven». Me sonrió y se sentó a mi lado. Yo me derretí y así empezó el viaje. Conversamos de música, conciertos, videos, de Regina, de Tori, de mi viaje, del suyo. Le dije que acaba de ver a Björk en mi país y que había sido espectacular. Le enseñé videos que tenía en mi celular, se asombró del rugido de la gente, que se comía la potente voz de la islandesa. No podía dejar de verlo. Era demasiado lindo el csm. Lo más cute era su manía. Cada vez que me sorprendía mirándolo – que, no point denying it, era seguido -, hacía la cabeza un poquito hacia atrás y me guiñaba un ojo, todo en un rápido movimiento. Me babeaba jo-di-do cada vez.

Sacó su iPod y vimos un concierto completo de Regina Spektor. Me iba hablando de cada canción, de por qué le gustaba, de cuántas veces la tocaba, de que él tocaba el piano y yo me comía cada palabra como chocolates que se deshacían en mi cerebro. Hablamos de mi país, de si alguna vez había ido, de cuántas veces había ido yo al suyo, de si conocía a alguien en Orlando, todo lo que una persona le preguntaría a otra en nuestra situación. De pronto, un tipo que estaba, aparentemente, muy aburrido atrás se sentó delante de nosotros y nos empezó a hablar. LO ODIÉ. Cada vez que abría el hocico y me robaba su atención, lo odiaba más. Cada vez que Jake me miraba mirarlo y me guiñaba el ojo moviendo la cabeza, volvía a ser feliz. Diecinueve años, ¡mi karma de la época!

Después de un largo rato de ser interrumpidos por el tipejo ese, apagaron las luces y todos dejamos de hablar. El tipo se acomodó para dormir, pero continuaba hablando de rato en rato. Jake escuchaba su iPod; yo, mi cel. Habían pasado varios minutos, quizá una hora, no lo sé, cuando el bus paró intempestivamente y subió un oficial de Homeland Security. «I need to see some ID’s«, nos ordenó, con ese tono de tombo gringo, que aguanta la respiración y escupe ruidos cortos, aglutinados. Yo saqué mi pasaporte y sonreí. Me miró. Me volvió a mirar. «Pe-ruh«, sonrió. «What brings you to America?«, indagó. «I’m going to a concert in Orlando the day after tomorrow«, le dije entusiasmado. Me devolvió el pasaporte sin mucha ceremonia y siguió su recorrido por el bus, que terminó con el arresto de dos jamaiquinos. So dramatic. Jake me guiñaba el ojo moviendo la cabeza.

Volvimos a conversar, ya sin las interrupciones del tipo de adelante. Me dio un audífono de su iPod y me enseñó lo nuevo en su colección. Luego me dejó buscar lo que yo quería. Se puso un hoodie azul, se echó la capucha encima y, ya que yo seguía antento todos sus movimientos, me miró y me sonrió. ¡Qué lindo era! Estaba hechizado. Seguimos escuchando música hasta la siguiente parada. El anciano chofer anunció que teníamos 15 minutos para ir al baño, comer, caminar o fumar. Acto seguido, se bajó. «I’m gonna get something to eat, want anything?«. «I’m good, thanks«. «Oh, you can keep it ‘til I get back«, me dijo, señalando el iPod. Asentí, guiñó el ojo y se bajó. Lo miré por la ventana. ¡Tan flaquito!

Le di la vuelta olímpica a su iPod y encontré literalmente de todo. El gusto musical no revela la orientación sexual de una persona… pero se acerca un huevo. Madonna, las Spice Girls y… ¿La macarena? ¿En el iPod de un chico straight? Highly unlikely! Le di cien vueltas en mi cabeza como un lornaza. De pronto volvió, con unas grasientas papitas y una sonrisa. Se sentó bruscamente y me miró, apretando los labios, como un chiquito. «I’m not gonna finish this whole thing so you can have some if you like«. Piqué. Más porque me lo había pedido que por hambre. Volvimos a escuchar música, con breves diálogos entre canciones. «Si fuera gay, ya habría hecho algo», pensé. Súper pavo, yo tampoco hacía nada.

Estaba mirando por la ventana cuando sentí un golpecito en el hombro. «You want?», me dijo, poniendo un paquete de chicles en mi nariz. «Sure«. Al cabo de un ratito, pop. Silencio. Pop. Volteé a verlo, estaba haciendo globitos y mirándome. Morí. Empecé a hacer globitos yo también. No paré en todo el camino, incluso cuando él dejó de hacerlo. Cada vez que reventaba uno, él se reía, ¿por qué iba a parar? «So, listen, we’re gonna be in Orlando soon and, um, do you have a phone number or…?«, le dije. «Yeah! I was gonna say!«, me interrumpió riendo. Me dio su e-mail, teléfono y myspace (calculen qué vieja es esta historia). Antes de darnos cuenta, habíamos llegado a Orlando. Nos despedimos sin pena ni gloria.

En el taxi no podía dejar de pensar en lo churro que era. En lo straight que quizá era. En lo gay que era su iPod. En lo ricas que estaban esas papitas. En lo mucho que me gustó ese demi gileillo. En el papel con sus datos que tenía en el bolsillo. En la inocencia casi escolar que me contagiaba. En lo mucho que marcaba el taximetro. En muchas cosas, pero no reparé en la confianza y naturalidad con la que un completo extraño me había dejado todas sus cosas mientras bajaba a comprar comida.

En ese momento no lo pensé, pero en realidad era algo importante. Estoy seguro que él tampoco lo pensó, simplemente lo hizo. Quizá luego, mientras caminaba a lo que podría ser un Denny’s o un Wendy’s o cualquier diner de carretera, se detuvo a pensar en ello, no le dio mucha importancia y siguió. Yo tampoco y seguí girando mi dedo sobre Madonna, las Spice Girls y La Macarena. Pero esa confianza inexplicable que a veces te despierta un total extraño, tan fuerte como involuntaria, ahora me sorprende. Como dije, muy rico mientras duró, aunque fuera lamentablemente platónico. Por varios días, cuando comía un chicle y lo reventaba, sonreía como un idiota porque tenía su risa en mi cabeza. Pop, Pop, Pop, como una balacera sabor a plátano.

Let’s just be human and mind our own damn business!

Una vez escuché, no sin reírme internamente, que «gay is the new black«. Estoy casi seguro que era una especie de afirmación positiva que muchas cabras se repetían a sí mismas para sentirse bien consigo mismas y de toda moda. Algo así como cuando ponen Born this way en cualquier antro gay (¿en el 2013, really?). Pero para alguien un poco más cínico como yours truly, también podía referirse a que somos de hecho los nuevos negros, los oprimidos del siglo XXI. Tal vez algún día tengamos a una Rosa Parks de ambiente que arme un escándalo en el Metropolitano, abra la puerta hacia una vida maravillosa de derechos y cositas, y la opresión pase a la siguiente minoría du jour. ¿Quién está en cola? Los mormones, creo, ¿no? He visto un culo de anuncios suyos en Facebook. Asumo que están súper cerca a su big break en el Minority Idol.

But anyway, independientemente de lo que signifique realmente esa frase, quien tome partido por una u otra lectura tendrá la razón. ‘Cause gay really is the new black. Tanto por la estereotipada popularidad como por la discriminación y ahí yace mi problema, lo que me impulsa a escribir esta entrada. ¡Estoy podrido de lo gay! No puedo escuchar más sobre el matrimonio gay; si veo ese fucking signo igual en Facebook una vez más, me va a estallar el cerebro; si veo otra pareja gay esforzándose absurdamente por ser una pareja straight de 60 años, voy a perder el norte; y si escucho a otro hetero autoproclamado de mente abierta preguntar «¿quién es la mujer?», me haré bolita en el suelo y esperaré la muerte.

Enough! Gays are people, too! No los miren y ya está. Creo que ningún gay les dirá que quiere sentirse estudiado todo el tiempo o que exige un trato especial. En mi caso, por ejemplo, su opinión me vale gorro, no quiero su atención ni vivo para satisfacer su ignorante curiosidad (nunca falta la zancuda que quiere llamar la atención y corre gritando con la tiara en la cabeza, pero ese es su problema). ¿Por qué les cuesta tanto dejar el tema en paz? «Why can’t they back up off me, why can’t they let me live?» (Only Lindsay knows my pain, tbh). No hay nada peor que tener al mundo entero diciéndote lo que opina de tu vida amorosa/sexual, ¡o si deberías tener una, siquiera! No es tan interesante o diferente de la suya como para que se rompan el cerebro tratando de disecarla, amigos straight. Tipo, basta. We’re all human. We’re only human.

And If I’m completely honest, el matrimonio gay me hincha las bolas. Yo vivo en Perú y aquí aún no se va a dar. Incluso si lo proponen, no se dará. Incluso si hubiera un referéndum al respecto, no se daría. O sea, hasta yo votaría en contra. ¡De qué coño sirve que se reconozca en el papel, si te siguen viendo raro cuando eres hombre y dices «mi esposo»! Una ley aprobada no vale nada en una sociedad que no está lista para acatarla. Supongamos que me caso (say, with astronaut Mike Dexter) y estamos paseando en la calle, lindos y enamorados como los newlywed que somos, ¿ustedes creen que la sociedad peruana nos mirará, sonreirá y celebrará nuestro amor? Bitches, get real. En el futuro, cuando toda la generación del ’50 esté muerta y solo queden algunos animales de feria de mi generación, las cosas serán más prometedoras. Porque incluso si los haters no han sido erradicados al 100%, por lo menos serán una minoría y les dará roche admitirlo. Sus hijos son la clave, espero que lo sepan.

Lo mejor de todo es que ni siquiera les tienen que decir «está bien, gay is good«. No se trata de reventarle bombos y platillos. Solo enséñenles a ser tolerantes. Basically teach them not give a fuck. Así de simple. Eso es algo que pueden hacer por sus amigos gay, no cambiar su puta foto de perfil «apoyando la causa». Changing your profile picture is not activism! ¿Cuántos perros callejeros han salvado sus posts de perros sin ojo y con tres patas? ¿Y cuántos autogolpes han detenido cada 5 de abril desde hace 20 años con sus estatus de «nunca más»? No sean ridículos y hagan algo útil por su vida, oye. Por último, no tienen que esperar que llegue la prole para iniciar el cambio de mentalidad. Pueden empezar con ustedes. Todo bien si dejan de decirle a sus patas «oe, no seas cabro» cada cuatro oraciones, por ejemplo. O si dejaran de reírse babosonamente con sus amigos cuando ven a alguien que parece gay. «Oye, mira, mira, ja, ja, uga, uga, yo hombre bestia». Además, estoy segurísimo de que tienen algún familiar homofóbico al que pueden ilustrar sobre cómo los gays no planean extinguir la humanidad ni acelerar el juicio final o resucitar a Hitler.

But it’s not all the breeders’ fault, hay unas zancudas que provoca estamparlas contra la pared, pero será materia de otra entrada. And on a completely unrelated matter, aprovecharé que estamos hablando de lo gay para brindar mis descargos sobre un ~temita~. Aparentemente ya le di la vuelta al círculo las suficientes veces como para que mis former significant (and not-so-significant) others están saliendo los unos con los otros. Let me set the record «straight»: todo súper bien conmigo, así que cálmense, cabras and fag hags. De hecho, no tenía nada que decir al respecto hasta que recibí una llamada telefónica que me hizo pensar que se estaba discutiendo cómo me habría «afectado la noticia» and I will not have that. I haven’t seen either one of these bitches in, like, a decade so it’s safe to say we’ve all moved on and remain friends. No tengo ninguna opinión al respecto porque no es asunto mío y no, no estoy histérico ni haciendo brujería en mi casa. Les deseo a todos mis ex salientes, crushes o lo que hayan sido, una vida plena en la que yo no tenga nada que ver, jajaja… sigan con sus vidas sin preocuparse por mí, por favor, ‘cause I’m certainly not worrying about you! Sé lo que dice Gretchen Weiners, partial Spring Fling Queen and Toaster Strudel heiress, y estoy de acuerdo hasta cierto grado… pero esto no es Mean Girls, estúpidas, grow up! jajaja #loveya #xoxo

Un gato

Hace algunos meses, conocí a un gato. Vivía en Miraflores, junto a una construcción. Como todo gato, era (y sigue siendo) ferozmente independiente. Evidentemente un gato callejero, techero, pero tan hermoso y bien cuidado que bien podría ser un príncipe felino autoexiliado. Los ojos celestes más lindos, la melena rubia, flaquito y elástico. Me encantó desde que lo vi. Pero ya saben cómo son los gatos. Les gusta que los acaricies, pero realmente no tienen dueño. They keep you around, nunca al revés. Además, este era un gato del mundo, le pertenecía a las calles y a sí mismo. Si hubiese querido llevarlo a casa, no me habría seguido. Si me hubiese seguido, no se habría quedado. So I made up my mind long before I approached him. I would pet him and let him be.

Los gatos me fascinan, siempre fue así. Tengo una conexión muy especial con ellos porque son un reflejo de mi propia personalidad. Pero yo soy un gato casero, me gusta que me quieran. Me gusta tener a alguien que me da lo que necesito y a quien ronronearle o ignorar olímpicamente cuando me da la gana. Así que, como gato que soy, sé perfectamente cómo aproximarme a uno. Me acerqué, me agaché y extendí una mano. Él se acercó sin dudar. Nunca duda, ni cuando cruza la pista. Lo acaricié un ratito y me fui. Para ese entonces ya no tenía a mi gato, así que necesitaba un poco de interacción felina. Esto ocurrió en varias ocasiones y poco a poco me fui encariñando con él. Pero siempre se iba. Desaparecía y regresaba semanas después, con cicatrices y marcas, pero siempre feliz. Una vez incluso volvió con los bigotes chamuscados, pero ronroneaba como si nada. Esa es la vida del gato techero and that’s how he rolled. I was fine with that. Es bueno no preocuparse demasiado.

Truly bonding with a cat, however, is a tricky business. Nunca sabes realmente lo que piensan o sienten por ti. Les gustas, claro, se divierten contigo, disfrutan tu compañía y reconocen que eres amigable y vale la pena quedarse un rato, sino no estarían allí. Pero no van a detener su camino por mucho tiempo. De hecho, este gato no lo hizo. Solo lo vi algunas veces más. Incluso me siguió a casa un par de veces. Jugamos, me mordía, yo lo acariciaba, juntábamos las cabezas, standard cat play. Su pelaje era tan cálido, siempre me sorprendía. ¿Hubiera querido conservarlo? No lo sé. Sí, quizá. Es, después de todo, el gato más lindo que he visto. Pero no creo que la transición a gato casero hubiese sido buena para él. No la habría aceptado, tampoco. Así que quizá ya no nos divertiríamos tanto. Me consideraría un carcelero más que un compañero gato y eso sería terrible para ambos. No me entendería (porque con los gatos no se puede razonar). No podría explicarle la diferencia entre una jaula y un hogar, que valgan verdades a veces la hay y a veces no.

Entonces, ¿qué? Apreciar al gato por lo que es, no por la mascota que yo quiero que sea. There are still wild, beautiful things out there and they will do what they’ll do. Te dejarán pasear con ellos, pero si lo tuyo no es lo suyo, eventualmente ambos tendrán que dejarse ir. Difícil, sobre todo con gatos tan lindos que solo te provoca acurrucarte en la cama y no salir jamás, pero no imposible. Por ahora extrañaré nuestros juegos hasta que lo vea de nuevo, porque con él nunca se sabe. Probablemente pasará un tiempo y regresará, con el pelo más corto o más largo, saltando feliz sobre sus patitas. I won’t hold my breath, pero si lo escucho maullar en mi puerta alguna vez, sin duda lo dejaré pasar. Además, imagínense si está lloviendo o algo.

PS: I was never talking about an actual cat.

Escala gigante

No, no me refiero a la vieja tienda Scala de mi niñez, me refiero a una puta escala de 12 horas que me he visto forzado a tolerar. Cuando viajen con escala, amiguitos, vean bien las horas de los vuelos. Yo, como el tacaño que soy, sólo vi el precio y hoy estoy pagando uno muy diferente. Es una condena, realmente. Pero, nuevamente mi tacaño interior se opone a pagar 71 cocos para salir del aeropuerto. Me parece una usura, así que le doy la razón. At least there’s free wifi, así que no todo ha sido un suplicio. Me imagino que así se debe sentir ser un marca preso con acceso a celular.

Anyhoo, ya que tenía acceso a internet y otras tres horas que matar, thought I’d share a little something. Ahora, no sé si publicaré esto inmediatamente o lo guardaré para la próxima semana, cuando aún estaré dando vueltas por el mundo. Después de todo, acabo de lanzar una entrada hace unas horas (no sé cuántas porque la zona horaria me traiciona) y no quiero canibalizar mi propio blog. Trataré de que sea ligeramente atemporal y aún relevante cuando lo lean. Esperen, hay un pinche bebé llorando en el aeropuerto y debo ajustar mis audífonos a rather-bleed-through-the-ears-than-listen-to-this-asshole-kid volume.

Now playing: «Manos al aire». So relevant! jajaja… para quienes no lo saben, estoy en Sao Paulo, cumpliendo una sentencia de 12 horas impuesta por LAN camino a Madrid. Será mi primera vez en el viejo continente y no podría estar más emocionado. Voy a visitar a amigos peruanos que amo con locura en diversas ciudades y, además, encontrarme con mis amigos neoyorquinos en Suiza para el festival Caprices, donde veré a Nelly Furtado, entre otros (que me emocionan 590 veces más, tbh! jajaja). De hecho, los que me conozcan y se tomen dos segundos para ver el lineup, descubrirán que del 10 al 15 de marzo, los artistas son calcados de mi iPod. ¿Tori, Björk, PORTISHEAD, The Killers y Mika? Yes, please. Ah, pero si Nelly toca «Manos al aire», gritaré y moriré (e inmediatamente tuitearé el épico momento a otrodaniel).

So, anyway, este viaje me ha hecho pensar en algo, o mejor dicho, «alguien» y pese a mi better judgement, voy a explorar esos recuerdos para sacarles algún partido. No todo es choque-y-fuga en mi vida, amigos. ¡También tengo sentimientos! Even the baddest bitches will fall now and then. Ahora, no malinterpreten mi nostalgia por amor. Todo ha sido superado. Tipo, it’s been a while (I know I shouldn’t have kept you waiting, but I’m here now – ¡lo siento, tenía que hacerlo!). Pero hoy, que por fin estoy a míseras horas de tomar un avión a Europa, no puedo evitar pensar en el día en que nos sentamos a planear este viaje (para mí, ojo, no para los dos. Recién nos estábamos conociendo, nunca tanto). Cuando voy a La Mora siempre me acuerdo de eso y ahora mucho más.

I’m gonna go ahead and get one thing out of the way: no he tenido motivos, más allá de los primeros meses, para extrañarlo. I mourned for a certain period and moved on. De hecho, no pienso mucho en él. Ahora, con el viaje, lo recuerdo un poco más, pero eso es todo. Lo extraño en la medida en que uno extraña a una persona extraordinaria que ha sido parte de la vida de uno. Tengo cero quejas y cero resentimientos about it (me tomó mi tiempo llegar a esto, igual). Me encantó nuestro tiempo juntos. Lamento que haya sido tan corto, pero entiendo que el timing no era y quizá nunca sería el correcto para nosotros. That’s all fine now. O sea, tampoco es que me muera de ganas de verlo con otro y cantar Cool de Gwen Stefani, ah… pero, dentro de los límites del dumpeé, me va bastante bien.

Si nunca se lo dije (y me encargué de quemar todos los puentes digitales por los que podría haberse enterado), lo digo ahora: me parece un tipazo. Inteligente, sencillo, noble, generoso, guapo. Un gran chico. Lo quise mucho y whoever’s the following act, tiene harto zapato que llenar (no pun intended). Pero también fue un pelotudo conmigo y espero que lo sepa y aprenda de ello. Puse mucho de mi parte, pero no era una batalla que yo podía ganar (creo que ni siquiera era conmigo la cosa). No tuve armas para enfrentarte, puse mis manos, manos al aire (lol). Espero que esté bien, la verdad. El otro día lo vi de lejos. Lindo todavía, pero no sé si feliz. Yo la he pasado bastante bien desde que terminamos, aunque superficialmente. Pero está bien. El otro día, cuando Joc me preguntó si estaba completamente tranquilo solo, lo evalué rápidamente y me sorprendí a mí mismo con un sincero «sí». Still have some freaky tendencies in my system jajajaja…

Como en realidad no hablamos, esta es mi forma de decirle que todas estas semanas he pensado mucho en él y me han entrado muchas ganas de contarle que por fin me voy, que estoy emocionado, que veré a muchos amigos, que espero juerguearme como una perra y finalmente encontrar uno igualito a él… con menos issues, jajaja. Also, espero que haya leído el libro que jamás me devolvió, porque yo sí escucho el disco que me regaló. Fácil en algún otro momento, más adelante, te cuento cómo me fue, ¿no? Esta parte es la escala. Una escala gigante. En gran parte por mí, lo admito. Pero, bueno, ya nos llamarán para abordar. C-cool.


Menor a tres

No se acostumbren a este ritmo de publicación porque no pretendo botar dos entradas por semana. Este caso es especial porque a) soy un niño con juguete nuevo y b) estamos en una coyuntura especial que demanda mi total atención. Sí, saben a qué me refiero. Esta maldita festividad inventada que celebra la cursilería y oprime el pecho de todos los que no tenemos una pareja estable en febrero (porque el resto del año, aparentemente, no importa). Entonces, héme aquí para decirles que todo va a estar bien, amigos. No se dejen llevar por la propaganda, celebrar San Valentín is not what it’s cracked up to be. Don’t buy into the hype.

Hace poco leí una entrada de Homemaker que me hizo convulsionar de risa y que tiene mucho de verdad. Enumera una por una las razones por las cuales las parejas son, cuando menos, insoportables. Perdón, lost my train of thought for a second. Hay un tipo en mi oficina que es absolutamente delich y está subiendo y bajando las escaleras que están frente a mí. En fin, ¿dónde estábamos? Ah, sí, las parejitas. La verdad no voy a entrar en detalles porque creo que Orlando something-or-other ya lo dijo mejor que yo (not jealous at all). Yo les voy a hablar de otra cosa y el tipo delich tiene algo que ver en esto.

¿Qué onda con el 14 de febrero? ¿Por qué nos presionamos por encontrar una relación o, si ya estamos en una, ser excesivamente románticos y dadivosos? Es como el pinche Año Nuevo. Cualquier otro día del año te juergueas 365 veces mejor que el 31 de diciembre, pero no, la salida del 31 tiene que ser épica, sino el año saliente no vale nada y el entrante te derrotó desde la partida. Basta. No siento que fracasé como ser humano por tener un año nuevo para el olvido (in fact, aprendí a negociar como mercader de Ras Al-Khaimah, puta madre). ¿Y saben por qué? Porque, efectivamente, en lo que va de 2013 he tenido las juergas más inéditas, incluyendo un do-over del 31 de diciembre con la celebración del Año Nuevo Chino en Barranco, un mes y medio después. ¿Ven? Año nuevo, overrated. Ahí donde el hype de Occidente me falló, la colorida tradición de la China milenaria me mostró que la respuesta/la diversión siempre está en uno mismo (so spiritual, so deep!).

La misma huevada pasa con el día de San Valentín que, según cuentan las arcaicas leyendas (slash Wikipedia), era un médico turned priest que casaba soldados pese a la prohibición impuesta por el emperador Claudio, «el Gótico». Ahora, sea verdad o sea mentira, hay algo innegable: Claudio «el Gótico» > your faves. O sea, ¡le prohibía a la gente casarse! Tipo, «no, no me da la gana. Anda a pajearte al monte». Eso es ser fabuloso. PS: Claudio looked like this y Valentín, like this. So someone was clearly not wooing the ladies. Aunque esto era Roma so…  wooing… little boys? That took a creepy turn, volvamos al 2013. En el siglo XXI, Valentín pasó al olvido. Bien podríamos llamarle día de la señora que vende flores afuera de Larcomar o día del oso miloficios de Los Herrajes. Pero ese no es el punto. El punto es que nos esforzamos sobremanera en pasarlo «bien», en que nos vean en los chapes más apasionados/desagradables del mercado y eso está pésimo, porque nos lleva a tomar las PEORES decisiones.

El 14 de febrero, los solteros podemos incurrir en crímenes como «oye… ¿y si vuelvo con mi ex? Yo creo que me quería y era guapísimo, tenía una chambaza, he was the one!«. Hace solo unos días tenía a una pobre lesbiana desconsolada sentada en mi sala por un error similar. Febrero es una pandemia, amigos. Estupidez infecciosa con principios de amnesia. ¡No! Take a step back and look at yourself, look at your choices. Amiga, date cuenta. A veces es bueno estar solo/a. Aunque sea 14 de febrero. Lo que me lleva al siguiente error común: «hoy no puedo estar solo/a, me meto con lo primero que pase». Todo bien con las aventuras de una noche cuando se está soltero y lo haces por ti mismo, porque quieres. Pero de ahí a tirarse a cualquier pordiosero «para no estar solo/a el 14» hay una colosal distancia que no podría medir ni Thalía (y ella sabe qué tan lejos está el mar de una estrella). ¡No hay que aceptar menos de lo que uno merece solo porque es San Valentín! No sean Emma Watson en The Perks of being a self-loathing hipster.

Finalmente, está el peor error de todos: lastimar a alguien o a ti mismo a propósito, por estirar un chicle sin sabor. Ya sea que le mientas a un pobre huevón «que medio quiere conmigo y ya pues, para no estar solo/a el 14» o a tu pareja actual que «ya no va más, pero ni cagando lo puedo terminar ahorita porque es 14» o, much worse, a ti mismo/a, intentando perpetuar el chape pasajero «porque lo conocí el 14». Amiga, eso no es una señal. Uno se da cuenta cuando las cosas tienen futuro y cuando no. Si eres tú quien le da la espalda a la realidad, luego no te tires al mar cuando no te responda por Whatsapp. «¡Pero tiene los dos checks!». Obvio, he thinks you’re a psycho and you need to stop.

A los que ya están emparejados, este 14 de febrero no tengo nada que decirles. Salvo que los odio. A ustedes, sus novios, sus citas dobles, sus 350 fotos en Instagram, sus tweets «caletas» donde se profesan discreto amor a través de (lo que ustedes creen son) inner jokes. Bitches, we get your jokes! Tiene 364 días más para enamorarse locamente los unos de los otros. Este día tengan la decencia de guardarse sus afectos en el bolsillo de atrás. De cuando en cuando se los pueden toquetear mutuamente para calmarse, pero ahí nomás. PS: en realidad no los odio, ¡los amo! Tengo parejas de amigos que son hermosos y a los que les deseo lo mejor. Pero bitchear al respecto hace esta lectura más divertida (¡todo por el rating!).

Este San Valentín, entonces, mientras varios van por el carpool lane, yo tomaré la ruta del cinismo (cada año más transitada, igual). I shall deflect through humor, Liz Lemon style. Que pase lo que tenga que pasar cuando tenga que pasar. Porque sí, si pudiera evitar estar soltero, probablemente lo evitaría. Es mi naturaleza de ama de casa frustrada, mi necesidad de ser asquerosamente meloso con alguien. Pero no voy a caer en el delito. I bind you, Luiscue, from doing harm! Además debo admitir que hoy en día la testosterona que me queda, me traiciona. Si veo a alguien que me atrae, como el delich de la oficina, no puedo evitar querer comérmelo. En esos acrobáticos momentos, de inverosimil frecuencia en la era del Grindr, donde das un paso fuera del edificio y aterrizas en el colchón de alguien, agradezco tremendamente estar soltero. So, whatever, I’m getting cheese fries. Todo llega en su momento. Quizá me falta estar conmigo mismo un poco más, ¿no? Porque como diría la fantástica RuPaul «honey, if you can’t love yourself, how the HELL you gonna love somebody else?». Can I get an amen up in this mother?